tea ceremony.

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EN REALIDAD, EL VIAJA A OKINAWA no fue lo que Quinn había esperado para sus vacaciones, honestamente pensó en un tranquilo viaje a Japón en compañía de su maestro y Daniel. Pero fue bastante sorprenderte y ¿para qué mentir? emocionante las aventuras que ellos se encontraron ahí. 

Y aunque saldrían lastimados de Japón, a ninguno de los dos jóvenes les importaba. Se habían divertido mientras había durado, y eso era lo que más les importaba.   

Quinn se paseaba en la orilla del mar, con la vista puesta en las tablas de madera hasta que escuchó un estruendo que hizo que girara su cuerpo. Un camión de construcción avanzaba a velocidad hasta la granja. La rubia tomó sus tenis y corrió hasta el lugar. 

Se encontró a Daniel en el camino, pero lo que se encontraron hizo que Quinn se quedará boquiabierta.  

── Tú ganas.──  dijo Miyagi, Sato y Chozen también se encontraban ahí.── Pelearé contigo. Bajo una condición...gane quien gane, las tierras serán propiedad del pueblo. 

Sato rió.

── Pides demasiado.──  negó esté.  

── Pequeño precio que pagar por tu honor──  mofó Miyagi.  Sato no lo miró.

── Tienes razón.──  asintió Sato.──  Un pequeño precio. Nos veremos aquí en medianoche. ──  dió media vuelta, pero se retractó y volvió a encarar al maestro de Quinn y Daniel.──  Miyagi, he esperado mucho por esto. Nada de trucos esta noche. ¡O mañana no quedará nada! ¡Sus hogares, su iglesia... no quedará nada! 


Quinn y Daniel no tomaron mucho tiempo en acomedirse, empezaron por el jardín trasero lugar que había quedado en desorden gracias a la pelea de la noche anterior. 

Quinn recuperaba los tozos de macetas rotas y cristales grandes en el suelo mientras Daniel escarbaba para colocar plantas. 

── Ei,──  les llamó el Sr.Miyagi. Ambos chicos se acercaron, Miyagi le entregó un rollo de pergamino a Quinn.

── ¿Y esto?──  preguntó la rubia mirando extrañada el papel.

──  Mi testamento,──  explicó Miyagi. Quinn lo miró confundida.──  Yukie se queda con esta casa. Ustedes con mi casa y camioneta en E.E.UU

── ¿Qué?──  Daniel expresó negando.──  No queremos la camioneta o la casa, lo queremos a usted. ¿No podemos cancelar esto? ¿Por que no nos vamos?  

── Imposible, Daniel-san. ── negó el mayor dando media vuelta. 

── Estoy con Daniel.──  aceptó Quinn apretando el testamento.──  Solo olvídese de la bobada del honor.  

── No tiene que ver, con la bobada del honor.──  sonrió Miyagi mientras negaba con la cabeza. ──  Tiene que ver con la supervivencia del pueblo.  

── Aquí no se pierde por puntos.──  le recordó Quinn a Daniel en un murmuró.

──  Si pierde, sabemos lo que pasa.──  dijo Daniel en voz alta.  Miyagi se giró con una sonrisa sincera asustando a los jovenes. 

── Miyagi ya ganó,──  tarareo el mayor.──  ocurra lo que ocurra, pueblo salvado para siempre. 

Daniel y Quinn se miraron con tristeza, no había nada que pudieran hacer para evitarlo.



Ahora, el viaje se iba en picada. Habían dos opciones, o Miyagi ganaba y los tres volvían a The Valley sanos y salvos, o Miyagi perdía y Quinn ni siquiera quería pensar en eso.

── ¡Quinn-san!──  gritó Kumiko buscándola. Quinn sonrió a la presencia de de japonesa. ── Ven conmigo.

── ¿Por qué?──  preguntó Quinn tomando la mano de la chica y corriendo detrás de ella. Kumiko la llevó a su cuarto, la sentó en un cojín en el piso  y se giró hasta un baúl. ── ¿Qué esta pasando, Kumiko? 

── Aquí.──  dijo esta extendiéndole un bonito kimono azul.── Pruébatelo.── pidió esta. Quinn la miró de manera rara, pero no reprochó. ── Te queda bien.── asintió Kumiko, volvió a sentar a Quinn y esta vez atacó su cabello. Haciéndole un arreglo solo tomando dos mechones de cabello. 

── ¿Me vas a decir lo que pasa?──  preguntó Quinn con una sonrisa.

──  Daniel-san te esta esperando.──  contestó Kumiko alzando los hombros. Quinn frunció el ceño. Kumiko después la llevó hasta una bonita cabaña, en donde había una mesita. Kumiko explicó rápidamente y Quinn agradeció tener buena memoria.

Al rato, Daniel llegó a paso lento.

──  ¿Está ocupado?──  preguntó el chico sentándose frente a Quinn quien sonrió negando con la cabeza.── Lo siento.── se disculpó este recordando la tradición. ── Solo quiero que sepas, que este ritual es simbólico, y que no lo necesito para enamorarme de ti, ya lo estoy.

Quinn sonrió, un torrente de mariposas azotaron su estomago pero no dijo nada, como Kumiko le había dicho. 

La rubia tomó un pañuelo rojo y lo doblo como Kumiko había dicho, tomó un palillo y lo enredó en el pañuelo. Tomó un frasco abriéndolo mientras que con le mismo palillo tomaba pequeñas cantidades de té y lo ponía en un recipiente. 

Daniel sonrió inocentemente mirando a Quinn, se veía tan bonita ahí sentada con su concentración puesta en el té. 

Quinn tomó un poco de agua hirviendo y la colocó junto con el polvo de té. Tomó el batido de bomboo y lo giró lentamente contado la veces que Kumiko le había indicado. Alzó la vista y sonrió cálidamente a Daniel quien la miraba embelesado. Quinn tomó el platón y lo giró tres veces en su mano entes de dárselo a Daniel.    

Daniel lo tomó, lo giró en sus manos repitiendo la acción y bebió el té. Quinn sonrió mientras Daniel giraba de nuevo el platón. Elevó sus manos hasta el arreglo de su cabello y lo soltó tomando los dos palillos que Kumiko había utilizado para enredarlo. 

El chico no puedo evitar sonreír, Quinn se miraba hermosa pues la brisa del mar le pegaba suavemente en su rostro.  No lo decía, pero le encantaban los ojos de la rubia, su sonrisa y la manera en la que arrugaba la nariz inconscientemente cuando algo le molestaba. Si bien, amaba todo de ella y no se podía ver con alguien que no fuera Quinn.

En cambio, Quinn sonreía complacida con el ritual. Suspiró enamoradiza cuando comprobó que Daniel la miraba. Quinn dirigió su mirada a los labios del chico, lentamente, como si se hubieran coordinado, se acercaron apoyándose en la mesa hasta que sintieron los labios del otro en los suyos. 

── Te amo, Quinn Aldine.──  murmuró el chico sin separarse mucho. Quinn sonrió, era la primera vez que Daniel le decía eso.

── Te amo más, Daniel LaRusso.──  imitó la rubia mirando los ojos cafés de Daniel quienes tenían un brillo mágico en ellos.  

De repente, una fuerte ráfaga de aire apagó la vela que los alumbraba. Kumiko llegó rápidamente respirando con dificultad. 

── Debemos irnos.──  informó la japonesa.

──  ¿Por qué? No lo entiendo.──  Daniel cuestionó tomando la mano de Quinn.

──  Gran tormenta. Llegará pronto. Aquí no están seguros.──  explicó Kumiko llevándose a ambos chicos de vuelta a la aldea. 


✓ 𝐛𝐥𝐨𝐨𝐝𝐥𝐢𝐧𝐞 , daniel larusso ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora