XV 🍁

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Los días seguían pasando, Romer y Oscar se seguían viendo sin problemas gracias al plan de sus queridos hermanos, pasaron los días y su confianza aumentaba, al igual que los sentimientos, el otoño estaba en su punto más notable, todo estaba prefecto.
Hasta que el día que cambiaría todo. Veintidós de octubre, a tan solo dos meses de que acabase el otoño, el invierno estaba muy cerca pero todavía no se hacía notable.

Ahí estaban dos adolescentes, sentados a lado de la fuente a la salida del pueblo.

—Y volvimos aquí...—Dijo el pelinegro.

—Puede que sea muy repetitivo pero me gusta demasiado, es lo suficientemente lindo para prometer cosas.—Le sonrió al menor.

—Empieza.

—Bien. El otoño se ha vuelto en una de mis estaciones favoritas del año gracias a ti, tu amor hacia este hizo que yo también lo sintiera, ahora nos pertenece, te prometo que podremos vivir un otoño infinito, sin ser juzgados, con la paz y tranquilidad que deseas, yo prometo quedarme, es una promesa.—El mayor tocó la mejilla del pelinegro y besó sus labios delicadamente.

—Una promesa en una fuente, fuente de los deseos, lo que deseas se cumple. Lo entendí.—Rió bajo y besó al mayor.

—Es una promesa que cumpliré. Lo juro.—Lo miró a los ojos.

—Mañana vendré, prometo quedarme más tiempo mañana... Te amo tanto.—Abrazó al mayor y dejó el lugar sin saber lo que le esperaba.

Caminó hasta llegar al pueblo, llegó a la biblioteca donde según sus recuerdos ahí debían estar sus hermanos, volteó la mirada en busca de ellos pero para su desgracia vió una de sus peores pesadillas.
Su madre tomaba los hombros de sus hermanos, se veía molesta, estaba molesta.
El miedo recorrió el cuerpo de Romer, sus esperanzas estaban en el piso, todo su paraíso se había desvanecido ya no había ojos verdes, ya no estaba su tranquilidad. Y tampoco sabía si regresaría.

—Dame una maldita explicación de esto, Romer.—La mujer hablaba en un tono bastante intimidante.

—Puedo explicarte—Mark intentó hablar pero fué interrumpido.

—La discusión no es contigo, cállate.—Le ordenó la mujer.

—Lo siento, es mi culpa, quería ir a la tienda de antigüedades.—Mintió intentando sonar de lo más normal.

—¿Acaso crees que soy una estúpida?—Esa mujer daba demasiado miedo.—¿Con quién estabas? Y no mientas, puede que tu plan te salga peor.—Mark y Carlos se miraban mutuamente, en su mirada había mucho más que miedo, su hermano estaba en riesgo y no sabían cómo ayudar.

—Mamá yo...

—Yo le dije que se separa, es mi culpa, solo déjalo en paz, ellos son mi responsabilidad y por lo tanto, es mi culpa y no de él. ¿Está bien? No tiene nada de malo que él quisiera ir a la tienda de antigüedades, no hay motivos para seguir con la discusión delante de las personas, te recuerdo lo mucho que te importa la reputación, el que dirán y el cómo te ves, lamento que tú enojo se vea interrumpido. No deberías molestarte por algo que es mi culpa, y mucho menos por algo tan estúpido como ir a una simple tienda.—Mark estaba defendiendo a Romer.

—Entonces, hagamos un trato justo, no saldrán de casa. A menos que algún guardia o empleada de la casa los acompañe, así no se librarán tan fácil ninguno de los tres. Pero mientras tanto estarán sin salir lo que queda del mes. No quiero quejas, no quiero escucharlos. Vámonos ya.—Exigió la mujer.

Los hermanos se miraron, estaban llenos de pánico, Mark y Carlos pensaban en la manera de cómo seguir ayudando a su hermano y Romer solo pensaba en que ya había arrastrado a sus hermanos a su vida miserable.
Llegaron a su hogar y sabían que su desgracia había empezado y si querían seguir vivos necesitaban ser cuidadosos.

Los hermanos se dirigieron a la habitación de Mark, se sentaron en el piso agotados por la discusión.

—Sabía que estábamos jodidos.—Habló Mark.

—No todo está arruinado, podemos hacer algo.—Intentó ayudar Carlos.

—Nada ayudará ahora, no sé que seguirá después...—Romer empezó a sollozar.—Creí que todo sería mejor, todo estaba bien, ¿Por qué no puedo conseguir la felicidad? ¿Que se supone que me espera?—Estaba comenzando a llorar, se sentía tan mal por el hecho de pensar que todo saldría bien.

Ahora entendía el rencor que tenía Oscar hacia el destino.

—Buscaremos la manera de ayudarte...—Intentó ayudar Carlos.

—Tengo que encontrar una manera de arreglar esto, pero sin tener que involucrar sus vidas. Es mi problema y lo necesito solucionar yo mismo.—Soltó con tristeza Romer.

—Piensa bien las cosas, no cometas un error por culpa de mamá, sé que encontrarás una buena decisión. Solo piénsalo bien antes de cometer un error.—Le aconsejó Mark.

Romer se limitó a asentir y salió de la habitación de Mark para dirigirse a la suya. Se recostó en su cama, sus lágrimas seguían saliendo sin control, estaba intentando tomar una decisión, tenía dos opciones y cualquiera podría desencadenar malos finales, no quería arriesgarse más pero tampoco quería separarse de su chico.

—¿Porque tiene que ser tan difícil?—Preguntó entre sollozos.—Perdón por no poder ocultar esto lo suficiente, perdón por esto, desearía amarte sin miedo, dijiste que si me quedaba a tu lado podríamos superar todo, entonces ¿Por qué es tan complicado tomar está decisión?—Seguía hablando al aire con la esperanza de encontrar una respuesta.—Dime, ¿Que debería hacer? Te necesito ahora...

El tiempo era eterno, Romer seguía hundido en sus lágrimas, y su decisión que estaba por tomar no sería una de las mejores, le dolería demasiado y no solo a él, también a su amado, pero sería mejor ¿No?

La sociedad no cambiará, solo consigue lo que quiere para seguir con sus ideas, solo se encarga de arruinarte para mantener su ideal.
El destino no siempre es el mejor, puedes agradecerle por tantas cosas pero en un abrir y cerrar de ojos te quita todo lo que te ha dado para dejarte en tu miserable realidad.

Amor de otoño.  [✔️]Where stories live. Discover now