El oficial Tadeo Lima, un hombre alto, delgado, de cabello castaño, facciones finas y ojos almendrados, atendió cada día a casi todas las señoras jóvenes y de la tercera edad que acudían a la jefatura a rendir su declaración o manifestar su temor.

Todas en algún momento de su vida cotidiana ya fuera al llevar a sus hijos al parque, ir al mercado, ir al centro cultural, trotar por el vecindario, recoger a los pequeños de la escuela; al pasar por la calle Reyes evitaban cruzarla, aunque esto les implicara más tiempo en su recorrido.

La razón era que todas juraban que en esa calle había un perro negro de aspecto fiero que con actitud amenazante se paraba al frente de quien pasara y quisiera ingresar por ahí.

Literalmente ya existían mucho más de 50 declaraciones.

El expediente con el número F009 y las siglas IA (Investigación Abierta) empezaba a llenarse de éstas.

El relato aunque variaba en su contexto mencionaba siempre una casa y al mismo perro cerca de ella.

El oficial Tadeo no estaba sorprendido por ello ya que a lo largo de su carrera había tenido casos donde los animales eran protagonistas. A veces pájaros, conejos que salían de la nada asustando a una que otra persona, pero un sólo perro siendo el causante de aterrar a tantas mujeres, parecía toda una broma.

Cansado un poco por lo abrumador de las visitas y entrevistas con las solicitantes por ayuda, el oficial sacó un pañuelo de uno de los bolsillos de su pantalón, cerca de su cartuchera de balas para frotarse la cara y la nuca. Era su hora de descanso y no había podido levantarse de su escritorio para probar alimento.

Soltando un suspiro pesado que no sabía que retenía, observó que le faltaba organizar y acomodar varios documentos, pero decidió dejarlo para más tarde.

Caminó alrededor del pasillo rumbo a la salida de la comisaría con su almuerzo en mano cuando escuchó por el altavoz su nombre. Rápidamente se dirigió a la recepción de comunicaciones, para así saber el por qué de la interrupción de su ya no tan hora libre.

-Oficial Hopkins- Saludó respetuosamente el oficial Tadeo, haciendo el desplante respectivo de su palma firme en la sien antes de tomar su posición de descanso.

El hombre maduro, pelirrojo, de ojos azules le dirigió una sonrisa un poco forzada mientras acomodaba unas hojas. Había molestia en sus rostro.

-Si- Contestó tratando de no sonar rudo

-El Capitán en Jefe ha pedido que empieces la investigación del expediente F009.

Acto seguido le entregó un sobre amarillo con el referente F009 IP/TL (Investigación en Proceso/ Oficial Tadeo Lima).

Tadeo recordó a la cantidad de mujeres a las que había atendido y recopilado información y puesta en el expediente con ese número. Era ya un hecho, el caso del perro ahora corría a cargo de él únicamente.

No comprendía la razón por la cuál le habían asignado ese caso. Si tuviera la oportunidad de negarse a ello lo expondría, francamente tenía cosas más importantes que hacer, pensaba.

Hopkins agregó -Técnicamente te está pidiendo que te deshagas de esas señoras que a todos nos están dando dolor de cabeza-.

Dicho esto tomó en su mano un cigarrillo ya encendido y dejado en el cenicero sobre el mostrador para llevárselo a los labios.

-Son señoras de estos lugares. No podemos correrlas como si nada- Dijo Tadeo con seriedad, haciendo un esfuerzo por no pensar también que todo lo que ellas decían le parecía de lo más trivial.

Hopkins asintió como respuesta y después agregó -Lo quiere concluido para el mes de febrero, sin excusa alguna-.

Ese argumento finalizó la conversación y Tadeo se dispuso a retirarse. Ahora tenía no sólo dolor de cabeza sino un problema de mujeres por resolver.

Analizando un poco la situación el oficial sabía que a esa hora de la tarde podría darse una vuelta por el lugar sin interrupción alguna y poder darse cuenta de cómo podría ser la apariencia real de ese perro en aquel lugar.

Teniendo a la mano su arma y esposas tomó camino, en su mente apareció la linda sonrisa de su madre, a la que desde que se graduó en Criminalística y Balística en la Academia de Policía, prometió desde su corazón cuidarla siempre y con los sucesos acontecidos durante las últimas semanas, existía un bajo pero muy bajo riesgo de que su viejita linda fuera asustada por el mismo animal o víctima de robo.

Llegó a la calle Reyes.

Todo parecía tranquilo. Avanzó sin problema.

Ningún sonido le alertaba de la presencia de algún perro. Recorrió la calle de extremo a extremo y el perro no apareció.

Pensando un poco recordó que las acusaciones declaradas habían sido todas por mujeres sin excepción. Tal vez si recurría a alguna mujer podría tener suerte y el conocía perfectamente a una de 76 años, que con espíritu aventurero y con gusto le ayudaría. Su madre.

" SOMBRA " .Where stories live. Discover now