Capítulo 21

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Capítulo 21. El bote más chico

El gimnasio entero permaneció en silencio absoluto por, al menos, veinte segundos. Nadie, ni siquiera Miss Fleming, parecía saber qué decir. Heather, mirando de un lado al otro con esa expresión de cachorro regañado, dejó escapar un par de lágrimas hasta que sus ojos encontraron a los de Verónica, y le mostró una sonrisa apologética.

—¿Qué coño haces, Heather? —exclamó Duke y se trepó a las gradas con ella, sujetándola por el antebrazo y girándola bruscamente hacia sí misma.

—¡Heather! —exclamó la profesora Fleming a través del megáfono y subió junto con ambas estudiantes—. Deja a Heather en paz. —Se dirigió a la de amarillo.— Este es un espacio seguro, Heather. Sólo estamos tú, yo y tus compañeros, quienes quieren apoyarte tanto como yo. Puedes decirnos lo que sucede, aunque hayas arruinado la actividad que íbamos a realizar. —Le entregó la bocina.— Por favor, compártenos lo que te pasa.

Despacio, Heather sujetó el aparato, inhaló con mucha fuerza y exhaló.

—El último chico con quien tuve sexo, se suicidó dos días después porque era gay por su linebacker —comenzó despacio, su voz temblorosa y su vista perdida en el suelo—. Pensé que me quería como yo lo quería a él, pero resultó todo ser una máscara para que nadie supiera con quién estaba cogiendo en secreto; y me lastimó muchísimo. —Pausó.— Mi mejor amiga parecía tener la vida resuelta, pero también se mató. Dijo que la usaba, que no significaba nada para mí más que una forma de ser popular; yo adoraba a Heather como a nadie más. Podía tener sus problemas, ser grosera y a veces hacer cosas crueles; pero era como una hermana para mí. Me rompe el corazón pensar que murió creyendo que nuestra amistad no significó nada, que fue por conveniencia y nada más. Pasé toda la vida con la idea de que sólo yo conocía a la verdadera Heather, y aún así, todo lo que escribió en su carta suicida me pareció extraño, como si alguien más la hubiese escrito; mas fue ella. No sé quién era en realidad, y ahora que se quitó la vida, no podré descifrarlo nunca.

Alzó la cabeza, viendo a los estudiantes uno por uno, y sollozó un poco.

—He sido una persona horrible, y cuando por fin me di cuenta de eso, la única amiga que me quedaba me rechazó. —Todos miraron a Duke, quien pronto se alejó de las gradas y se perdió en el público.— Y también, dejé escapar una amistad valiosa porque Heather dijo que tenía que hacerlo. Me siento sola, perdida sin rumbo, como si estuviera flotando en un bote salvavidas en medio del mar y no tuviera a dónde ir; voy acompañada de caras familiares, estoy rodeada de personas a quienes he conocido toda la vida, y ellos me piden que salte porque el peso es demasiado y vamos a hundirnos tarde o temprano. Quieren que yo me sacrifique porque no me vestí bien, o porque pensé por mí misma algo que no se parecía a lo que ellos pensaron; y yo tengo muchísimo miedo. No quiero irme, no quiero caer al agua y ahogarme, pero no sé qué más hacer. —De nuevo, bajó la cabeza y lloró.— Ya no sé cómo aferrarme al botecito en el que estamos, y creo que es mi momento de saltar.

Silencio.

Nadie se atrevía a hacer ningún ruido.

Casi parecía que nadie estaba respirando, que el gimnasio estaba repleto de cadáveres.

¿Decía algo? Dios, Verónica se sentía fatal. Habían sido sus palabras lo que estaban atormentando a Heather de esa manera, y pensar en eso, la hacía querer llorar. Quizá sí debía entregarse, después de todo. Tal vez, tenía que confesar y pagar por lo que había hecho.

HeathersWhere stories live. Discover now