Subí a lomos de mi caballo y me fui lo más rápido posible, sin mirar atrás. No estaba enfadado: al final era yo el que había irrumpido en su casa sin consentimiento alguno. Tampoco estaba triste: obviamente no iba a poder reconocerme si llevaba esa ropa y una capucha que me tapaba parcialmente la cara. En realidad, lo que sentía era decepción. Pero no estaba decepcionado por su reacción, sino por el hecho de pensar que nuestro encuentro iba a ser como el de un cuento de hadas, por haber olvidado que en la realidad las cosas no siempre funcionan tal y como uno desearía. Sentía una gran presión en el pecho y mi subconsciente trataba de culpar a Jungkook de esa sensación. Pero mi parte racional sabía perfectamente que la culpa era mía y sólo mía. Todas estas emociones se hicieron presentes en mi cuerpo: comencé a sentirme débil, mareado, con ganas de vomitar. Las heridas de la paliza dolían más que nunca. A pesar de que debía llegar a palacio pronto para que nadie se diera cuenta de mi ausencia, me sentía incapaz: todo me daba vueltas, la presión en mi cabeza era cada vez mayor y me faltaba el aire al respirar. Comencé a sentir cómo mi vista se nublaba y cómo mis manos perdían la fuerza para sostener las riendas. Para cuando me di cuenta, ya estaba inconsciente, con el pecho apoyado en el caballo, el cual vagaba sin rumbo en aquel mar verde.
***
Me desperté debido a la sensación de frío. El aire se sentía como la fría hoja de una espada en contacto constante con mi piel. Estaba completamente aturdido. El dolor de cabeza no se había ido completamente, pero definitivamente me sentía con más fuerzas. Tras unos minutos en los que conseguí recomponerme y sentarme, me di cuenta de que no sabía dónde estaba: mi caballo estaba tumbado cerca de mí y ambos nos hallábamos en una extensa pradera, donde lo único que se veía era un infinito mar de verde césped. La única iluminación que había era la que la luna propiciaba, consiguiendo que me diera cuenta de la gran cantidad de tiempo que había pasado inconsciente. Me levanté lentamente, aún con miedo de que mi estado físico volviera a empeorar.
Una vez mi caballo se puso en pie, me subí a él con intención de volver a casa; ya había perdido demasiado tiempo. Pero la sorpresa llegó cuando me subí a él. No sabía dónde estaba ni hacia dónde ir. Suspiré de estrés y de cansancio. Miré a mi alrededor múltiples veces, buscando algo que me pudiera indicar mínimamente donde estaba. No sé cuántos minutos pude pasarme así. Perdí completamente la noción del tiempo y del espacio, haciendo que esa agónica sensación volviera a mi interior. En un arrebato, decidí ir hacia una dirección aleatoria, con la esperanza de poder así encontrar el camino de vuelta. Lo único que se me pasaba por lo mente en ese momento eran los titulares que saldrían al día siguiente:
«Desaparece el heredero al trono en condiciones extrañas. La guardia real trabaja muy duro para tratar de encontrarlo»
En ese momento podía sentir cómo la ansiedad comenzaba a apoderarse de mí. Cabalgué a paso rápido durante cinco minutos, en los cuales cada uno era más angustioso que el anterior. Sentía las lágrimas a punto de salir por mis ojos y cómo la desesperación me consumía lentamente. Sin embargó, poco a poco comencé a vislumbrar lo que parecía una silueta, un contorno. El pecho se me llenó de alegría y esperanza. Cabalgué lo más rápido que pude hacia allí, temiendo que al llegar, esa persona ya se hubiera ido, que mi única oportunidad desapareciera. Cada metro que me acercaba me sentía más nervioso e impaciente. Cuando por fin estaba llegando al lugar donde estaba esa persona, podía sentir que se me salía el corazón. Al ver que tan sólo faltaban unos metros para llegar, decidí bajar del caballo e ir a pie. A medida que me acercaba, la persona se me hacía más y más familiar, como si ya la hubiera visto antes: cabello negro, alto, delgado. En un primer momento pensé que sería un guardia del castillo, el cual me estaba buscando debido a mi desaparición. De ahí el motivo por el que se me hacía tan familiar. Pero a medida que me aproximaba, me di cuenta de que su ropa no parecía precisamente la de un guardia real. Parecían más bien las de un simple ciudadano del reino. Mi corazón comenzó a acelerarse debido al nerviosismo. Siendo honesto, algo dentro de mí ya me estaba diciendo quién era esa persona. Y en el instante que se giró hacia mí mostrándome una ligera sonrisa, todas mis sospechas se confirmaron. Ambos nos miramos con la misma mirada incrédula. Ambos teníamos cientos de preguntas que hacer. Y de alguna forma, los dos habíamos coincidido en el lugar más remoto posible.
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nevermind || jikook
FanfictionCuando atardece, los dorados rayos de sol consiguen que el castillo de Amiro luzca glorioso, resplandeciente, masivo. Aún así, yo simplemente puedo observar esta belleza desde mi vieja y diminuta ventana, mostrando la gran ironía que es la vida, com...