𝑫𝒐𝒔

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Tom pasó todo el viaje en tren dándole vueltas a aquel asunto de la profecía. ¿Cómo era posible que unas palabras que bien podían no ser ciertas habían hecho que él cambiara los planes que tenía para regresar a Hogwarts? No lo comprendía, pero sentía que estaba haciendo lo correcto.

Emerald se encontró con su mejor amiga Aline en la puerta del colegio.

—Me hiciste falta, Eme —le dijo mientras la envolvía en un abrazo fuerte.

—Tú también a mí —Emerald sonrió y le devolvió el abrazo.

—Se rumora que va a haber un nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras.

Emerald frunció un poco el ceño. Su padre no había mencionado nada de eso y se le hizo extraño, porque acostumbraba contarle casi todos los asuntos del colegio.

—¿Quién será? —preguntó, más para sí misma que para su amiga.

Aline la tomó del brazo y juntas entraron en el castillo.

—Creo que estamos a punto de saberlo.

Las dos chicas entraron en el gran comedor y ocuparon su lugar en la mesa de Gryffindor. Esperaron hasta que todos los alumnos estuvieron sentados en las cuatro mesas de las casas, luego se llevó a cabo la ceremonia de selección y casi en seguida, el director se puso en pie para dar su discurso de inicio de año.

—Este año tenemos un nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras. Demos la bienvenida a Tom Riddle.

El aludido se puso en pie y en seguida una gran cantidad de murmuraciones recorrieron el gran comedor. Nadie se esperaba que el nuevo profesor fuera así. Emerald fijó sus ojos en Tom, estudiando con atención sus facciones,  mientras que él recorría el lugar con la mirada.

«¿Dónde estará? —se preguntó».

Y en cuanto la vio, supo que era ella por quien había esperado durante toda su vida, de quien hablaba la profecía, la otra mitad de su alma. La miró a los ojos y supo que había encontrado su lugar. Por primera vez en su vida se sintió vulnerable, como si ese par de ojos claros pudieran ver todo lo que ocultaba, todo lo que llenaba su mente y nunca dejaba que nadie supiera. Ella parecía conocerlo desde hacía años atrás, o tal vez varios siglos. A pesar de que estaban a cierta distancia, ambos sentían como si algo hubiera cambiado, a pesar de que todo parecía estar exactamente igual. Emerald apartó la mirada, sintiéndose increíblemente abrumada, ¿era normal encontrar tan guapo a su nuevo profesor? Él por su parte no dejó de mirarla, por alguna extraña razón le costaba apartar la mirada. En la mesa de Gryffindor se especulaba acerca de la identidad de Tom, no era normal que hubiera un profesor tan joven en Hogwarts, y todos se preguntaban qué habría hecho para conseguir el puesto. Emerald no se atrevió a mirarlo de nuevo hasta que se puso en pie, ya terminada la cena, recordando de repente que tenía que llevar a los de primer año a los dormitorios. En todo el camino hacia la torre de Gryffindor, pensó y pensó en Tom, y se preguntó cuándo tendría su primera clase con él.

Tom nunca había tenido problemas para dormir, pero esa noche se le hizo imposible conciliar el sueño. Dio vueltas en la cama hasta que decidió levantarse e intentar preparar su primera clase.

A la mañana siguiente, Emerald descubrió que ese mismo día tenía clase de defensa contra las artes oscuras y sería inmediatamente después de la clase de transformaciones con su padre. Fue realmente muy poca la atención que le prestó, porque su mente estaba en otra parte.

En cuanto entró en el aula para la siguiente clase y vio a Tom sentado tras el escritorio, leyendo atentamente una hoja de pergamino, Emerald se quedó casi sin aliento. Se sentó junto a su amiga en el lugar que siempre ocupaban y juntó las manos sobre la mesa para seguir mirándolo con atención. Cuando todos los alumnos estuvieron sentados, Tom se puso en pie y en silencio observó a cada uno de los presentes hasta encontrar a Emerald. Su mente quedó en blanco por unos segundos, hasta que recordó en dónde estaba y sin perder tiempo, buscó entre los papeles que tenía sobre la mesa, la lista con los nombres de los estudiantes y se dispuso a tomar la asistencia.

«Ahora sabré su nombre —pensó mientras llamaba al primero en la lista».

—Emerald Dumbledore —leyó, y al levantar la vista y descubrir quién había levantado la mano, se sintió más que confundido.

—Presente —dijo ella con timidez.

¿Dumbledore? Tom se preguntó a sí mismo, insistentemente, qué tendría que ver Emerald con Albus Dumbledore. El nombre de la chica se repetía en su mente una y otra vez, impidiéndole pensar con claridad, pero se las arregló para parecer tan inexpresivo como siempre y terminar de tomar la asistencia. Luego comenzó a pasearse por el salón de clases mientras explicaba los temas que trataría en su clase y como eran alumnos de quinto año, les hablaba de lo que debían tener claro al final del año para las TIMO. Emerald lo escuchaba con atención, aunque se fijaba más en el sonido de su voz, en los movimientos que hacía con las manos, en la manera que se expresaba y en cómo cada cierto tiempo se pasaba los dedos entre su cabello oscuro, que en las palabras que estaba diciendo.

«Tengo que averiguar quién es ella y saber todo lo que haya que saber —pensó Tom».

«Tengo que dejar de mirarlo —pensó Emerald—, es mi profesor y tengo que verlo como tal, no está bien encontrarlo tan atractivo».

𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨 || 𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora