𝑽𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒕𝒓𝒆𝒔

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Emerald y Tom continuaron con su relación, y con el paso de los días, estaban más y más seguros de que nadie los descubriría. Tomaban todas las precauciones posibles para no ser vistos y encontraban la forma de verse, a veces más de una vez en el día. Emerald se preguntaba por cuánto tiempo más tendrían que comportarse como si estuvieran cometiendo algún crimen. No le molestaba tener que esconderse, pero sabía que con el paso del tiempo, se cansaría. Por otro lado, temía a la reacción de su padre al enterarse. Aunque Albus era un hombre bastante tranquilo, no tomaría nada a bien el que ella tuviera una relación con Tom y no había manera de prever lo que haría en caso de saberlo. Se acercaba la fecha en que tendría que presentar las TIMO y ese conjunto de preocupaciones no le permitían estar tranquila. Acostumbraba a pasar las vacaciones de pascua con Aberforth en Hogsmeade, ese año consideró no hacerlo, pero prefirió no cambiar ese hábito por precaución. Había cambiado mucho desde que conoció a Tom y no quería dar lugar a sospechas. 

Aquella tarde, Emerald estaba en el bar con su tío y su padre cuando llegó un búho con una carta. Albus la leyó en silencio, y a medida que se acercaba al final, una expresión de profunda preocupación aparecía en su rostro. Al terminar, le pasó la carta a Aberforth, que la leyó a su vez y pareció casi tan preocupado como su hermano. 

—Tenemos que ir de urgencia a Londres —anunció Albus, poniéndose en pie y yendo a buscar una capa. 

—No vayas a salir de aquí bajo ninguna circunstancia —le advirtió Aberforth a Emerald, mientras la miraba a los ojos—. Sería mejor que te quedaras en tu habitación, no tardaremos mucho. 

Emerald solo asintió, aunque quería preguntar el porqué de esas advertencias, pues era algo inusual. Albus le dio un breve abrazo antes de salir y desaparecerse afuera, seguido de Aberforth. Cuando se fueron, ella decidió hacer caso de sus recomendaciones y subió a su habitación. En cuanto abrió la puerta, se encontró con que Tom estaba sentado en su cama, mirando fijamente a la pared de en frente. 

—¿Qué haces aquí? —preguntó Emerald, entrando a la habitación y cerrando de nuevo la puerta. 

Tom la miró por un momento antes de contestar. 

—Vine a verte, por supuesto. 

Ella sonrió y se acercó para darle un beso. Él se levantó despacio y la envolvió en sus brazos. Hacía solo dos días que no la veía, pero sentía como si hubiera pasado una eternidad. 

—¿Tu padre y tu tío salieron? —preguntó en voz baja, mientras se apartaba solo unos cuantos centímetros de ella. 

Emerald asintió. 

—Recibieron una carta y dijeron que tenían que ir a Londres —respondió ella. 

Tom sonrió. 

—Espero que se demoren un buen rato en regresar, así puedo quedarme más tiempo contigo. 

Emerald también sonrió. 

—Debemos tener cuidado, no queremos que lleguen y se enteren de que estás aquí. 

Él no le respondió, en lugar de decir algo más, se acercó para besarla de nuevo, la tomó de la cintura para acercarla a su cuerpo y se permitió olvidarse de que tenía un tiempo limitado para estar con ella. Comenzaba a atardecer y la habitación se quedaba poco a poco a oscuras. No se escuchaba ningún ruido, y les parecía que no existía en el mundo nadie más que ellos. Estuvieron besándose allí por largo rato, luego se acostaron juntos en la cama y siguieron besándose sin ninguna prisa. Tom deslizó sus manos bajo la blusa de Emerald y le acarició el abdomen suavemente. Ella bajó de sus labios y comenzó a darle besos en el cuello, mientras pensaba en que tenía que controlarse, pues en cualquier momento podrían regresar Albus y Aberforth. A pesar de que le preocupaba que la encontraran en esa situación tan comprometedora, Emerald no se detuvo, y siguieron allí acariciándose por largo rato. Tom bajó su mano del abdomen de ella para meterla bajo la falda y la ropa interior. La tocó con las yemas de los dedos, descubriendo lo húmeda que ya estaba. Ella se estremeció al sentir su tacto, y un pequeño gemido salió de su boca cuando él comenzó a mover sus dedos sobre su clítoris, comenzando muy despacio y aumentando la intensidad. Se quedó quieta y cerró los ojos mientras él seguía tocándola hasta que el placer la llenó por completo. Pasó unos instantes intentando normalizar su respiración y luego abrió los ojos para mirar a Tom. Se levantó de la cama y se quitó la ropa rápidamente, sin preocuparse por nada. Tom se sorprendió un poco, pero después se levantó también y se desvistió mientras ella se ponía de rodillas sobre la cama y luego inclinaba su cuerpo hasta apoyar el pecho sobre el colchón. Él no esperaba ver esa faceta de ella, pero verla en esa posición solo ayudó a que se excitara más, así que terminó de quitarse la ropa y fue a ponerse detrás de ella. La tomó con fuerza de las caderas y la penetró de una sola y fuerte embestida. Ella separó un poco las piernas y se mordió el labio inferior, intentando no hacer mucho ruido. Él se retiró un poco y volvió a entrar con fuerza. 

Un rato después, Albus y Aberforth entraban en la casa sin hacer el menor ruido. Al llegar al segundo piso, escucharon una serie de ruidos que venían de la habitación de Emerald. Se acercaron a la puerta y Albus sacó su varita del bolsillo. 

¡Homenum revelio!  —lanzó el encantamiento de manera no verbal. 

En seguida, el hechizo le reveló la presencia de dos personas en la habitación. Albus y Aberforth esperaron un poco, aunque tanto uno como el otro ya estaban sacando sus propias conclusiones. Adentro de la habitación, Tom daba una última embestida antes de acabar y salía de dentro de Emerald. 

—¿Te hice daño? —preguntó en voz baja, mientras ella se movía para sentarse en la cama. 

—Estoy bien, no te preocupes —respondió ella. 

 Albus reconoció de inmediato la voz de Tom y sintió como si le lanzaran una gran cantidad de agua fría encima. 

—No puedo creerlo —dijo en voz baja, como para sí mismo—. Se atrevió a enredar a mi propia hija. No puedo permitir que ella siga cerca de él, estoy seguro de que no la quiere, se está aprovechando de ella. ¿Cómo pude no darme cuenta antes? 

𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨 || 𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora