capítulo 18.

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Los días, las semanas y finalmente los dos meses se habían cumplido para la emperatriz

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Los días, las semanas y finalmente los dos meses se habían cumplido para la emperatriz.

Su castigo había terminado y por fin era tiempo para volver al palacio, Rusong había extrañado mucho a su padre y Jin Guangyao tenía que explicarle que no podían volver porque estaban de visita.

Pero eso acabó.

La razón por la que el príncipe estaba feliz por el hecho de tener que volver al palacio.

Durante esos dos meses no había tenido noticias de lo que ocurría en el imperio, no sabía si Xichen lo extrañaba o si ya había dejado a esa concubino.

Ansiaba por volver y ver a su marido, el emperador nunca había pasado tanto tiempo sin él por lo que de seguro lo necesitaba.

—Mami, hermano Mingjue, por favor deprisa.

Expresó con entusiasmo el pequeño mientras era subido al carruaje por Su She.

—Su alteza no desespere, pronto estaremos con su padre.

Claro, había olvidado el detalle de que todo ese tiempo Nie Mingjue había sido una gran compañía.

Qin Su ayudo a Jin Guangyao y luego fue por sus pertenencias.
Despues de tener todo listo partieron.

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En el patio de entrenamiento dentro del palacio, Jiang cheng acompañaba a Xichen en la inspección de los guardias.

El joven doncel disfrutaban de los postres que habían mandado a traer especialmente para él, mientras era observado por el emperador quien sonreía ante la agradable vista que tenía.

Jiang WanYin realmente era muy hermoso ante sus ojos, mucho más cuando se podía apreciar el ligero vientre abultado que se escondia dentro de esas túnicas, que solamente él era digno de ver.

—A-Cheng, tengo un regalo para ti —habló.

Al capturar la atención del Jiang, quien rápidamente dejó a un lado lo que comía para luego mirarlo con atenció, sonrió con suavidad.

—¿Qué es?

Pregunto con curiosidad y entusiasmo.

El emperador mando a llamar a una de las doncellas que se acerco con rapidez mientras sostenía una pequeña caja, Xichen la tomó entre sus manos y volteo a mirar al Jiang.

—Cierra tus ojos, no hagas trampa.

Dejo escapar una risa y el doncel de ojos violeta hizo lo que se le ordenó. Cerro sus ojos y sin borrar su sonrisa espero hasta que el Lan abrió la caja.

Tomó una de sus manos y con cuidado colocó el anillo sobre su dedo anular.

—Puedes abrirlos.

El doncel obedeció y al abrir los ojos pudo apreciar un bello anillo de amatistas y diamantes sobresalir entre sus dedos.

El esclavo de Yunmeng (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora