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05 de Junio de 1980
Narcissa dormía tranquila. Había dado a luz hace unos instantes, por ende, requería de recuperación y descanso.
—¿Una niña? Imposible. A nosotros nos informaron que sería solo un varón —protestó Lucius.
—La señora Malfoy dio a luz a mellizos, ambos con excelente salud —repitió una enfermera—. Puede pasar a verlos si es que gusta.
El hombre aceptó caminando a donde los pequeños, ambos tan parecidos. Dirigió su mirada a su esposa, sus planes ahora serían distintos.
Mansión Malfoy, 1988. (Wiltshire, sureste de Inglaterra).
Rasgos delicados, piel pálida, con pequeña nariz, pestañas largas, cabello rubio y con ojos grises. Esas son las características físicas más destacables de la pequeña Angel Narcissa Malfoy.
Caminó tomada de la mano de su madre hasta llegar a una pequeña sala, tomó asiento como es debido mantenimiento la postura mientras que uno de sus elfos dejaba una charola con tres tazas y una tetera. Sabía lo que tenía que hacer al pie de la letra.
Acomodó su servilleta sutilmente debajo de la mesa, nivelo las tazas para después servir té en cada una de ellas, regresar la tetera a su lugar y tronar los dedos esperando que un elfo retire todo.
Lucius y Narcissa tomaron su taza viendo el nivel del líquido, una porción decente y pareja. La vieron y asintieron con una liguera sonrisa.
La menor les devolvió la sonrisa de igual manera con un pequeño e imprescindible asentamiento de cabeza.
Cabello suelto completamente liso y vestida con un elegante vestido negro, además de unos guantes algo transparentes que llegaban a su muñeca de este mismo color.
