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Hora de la cena, Angel hablaba tranquilamente con Blaise hasta que este dijo:
—Mira, tú hermano hablando con Potter.
—Yo se lo dije, si él quiere seguir molestándolo es su problema —dijo sin más.
—¿Comiendo la última cena, Potter? ¿Cuándo tomarás el tren para volver con los muggles?
—Eres mucho más valiente ahora que has vuelto a tierra firme y tienes a tus «amiguitos» —dijo fríamente Harry. Por supuesto que en Crabbe y Goyle no había nada que justificara el diminutivo, pero como la mesa de los profesores estaba llena, no podían hacer más que crujir los nudillos y mirarlo con el ceño fruncido.
—Nos veremos cuando quieras —dijo Malfoy—. Esta noche, si quieres. Un duelo de magos. Sólo varitas, nada de contacto. ¿Qué pasa? Nunca has oído hablar de duelos de magos, ¿verdad?
—Por supuesto que sí —dijo Ron, interviniendo—. Yo soy su padrino. ¿Cuál es el tuyo?
Malfoy miró a Crabbe y Goyle, valorándolos, luego giró a ver a su hermana. Ella no lo decepcionaría.
—Mi hermana, perderás contra ella, Weasley —respondió—. ¡Angel!
La rubia suspiró y se puso de pie hasta llegar a él.
—Duelo de magos, ¿quisieras sustituirme? —propuso.
—No, no me batiré a duelo con nadie —contestó ante su idea.
—Mejor elige a Crabbe, tu hermanita es un ángel, no esperes que haga algo indebido —dijo Zabini tomando la mano de su amiga.
—Weasley, Potter —se despidió ella para luego irse con el moreno.
Harry suspiró, ni siquiera volteó a verlo.
—Bien, entonces será Crabbe. A medianoche, ¿de acuerdo? Nos encontraremos en el salón de los trofeos, nunca se cierra con llave.
Cuando Malfoy se fue, Ron y Harry se miraron.
—¿Qué es un duelo de magos? —preguntó Harry—. ¿Y qué quiere decir que seas mi padrino?
