𝕻𝖗𝖔𝖑𝖔𝖌𝖔́: la leyenda serendipia.

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La burbujeante y muy risueña vocecita del bebé llenó con grandes carcajadas el ambiente; junto con ello lindas pataditas fueron soltadas al aire, mientras la risa no cesaba desde su pequeño cuerpecito. Por supuesto, el cachorro estaba jugueteando emocionado ante las cosquillas que su madre le estaba dando para subirle el ánimo.

Aquellos curiosos y enormes ojos grisáceos miraban con adoración a la mujer frente suyo, estando aún recostado en su agradable y calentito regazo. El bebé instintivamente chocó su mirada con la achocolatada de ella para con una enorme sonrisa alzar sus bracitos y besarla tiernamente para así devolver todo el amor que había recibido de aquella joven y hermosa doncella de carisma inigualable.

CangSe SanRen estuvo encantada de recibir los tiernos mimos de su hijo pequeño, abrazándolo más fuerte contra su pecho en su ferviente deseo de fusionar sus corazones y con ello proteger a su cachorro dentro de una cajita de cristal y que nada lo fuera a lastimar o alejar de su lado...

Después de unos minutos, la linda y tierna risita del bebé fue cesando hasta convertirse en ligeros suspiros cansados por toda la emoción que experimento, quedando así sólo el momento reconfortante y cálido, justo con el atardecer cayendo por las grandes montañas.

El pequeño Wei Ying entonces pidió entre balbuceos adormilados : ━¿A-niang puede contarme mi cuento otra vez?

A lo que CangSe SanRen encantada le respondió : ━Oh muy bien, pequeño A-Ying. ━mientras iba quitando unos revoltosos mechones de cabello pegados a la frentecita de la carita del cachorro, a la par que también le proporcionaba suaves caricias a su espaldita para relajar los músculos tensos del bebé en sus brazos.

Bajo la estela de su hogar, CangSe SanRen podía apreciar el bello ambiente que de repente la estaba rodeando. Haciéndola sentirse segura y contenta por ello.

Y es que en la montaña que se encontraban había un sin fin de variedad de plantas, flores y árboles que crecían por todos lados de la casa. Todo era muy hermoso de apreciar, pues muchos iban desde los colores más comunes hasta los más exóticos, de verde a los rojizos, de rosas a blancos, amarillo acompañando al azul; toda una hermosa pintura de arte hecha por la madre naturaleza.

Y lo mejor de todo era que no hacía frío ni calor, pues era una zona muy cálida en casi todas las estaciones del año; pero cómo ya podía verse el sol cayendo lentamente por el horizonte tras las montañas de Yiling, cubriendo así de dorado todo a su alrededor, CangSe SanRen decidió volver a su hogar.

Realmente un digno escenario para un bello cuento de hadas pensó mientras miraba como una silueta de vestimentas oscuras caminaba tranquilamente hacia su dirección, acompañándola...

Wei ChangZe había observado desde el alfeizar de su hogar como su esposa jugaba con su cachorro y a su vez, el pequeño a pesar de haberse enfermado anteriormente no mostraba signos de descontento o cansancio ante la atención que recibía, sino todo lo contrario: parecía tener más energías que en su estado natural.

Pues el pequeño Wei Ying siempre había sido demasiado revoltoso, un bonito torbellino que había llegado a sus vidas hacía ya tan solo cuatro años atrás; por lo que cuando lo vieron caído en cama una mañana, ambos padres sintieron una inmensa preocupación.

Luego de que el curandero de la aldea lo revisara, decidieron que no le permitirían al bebé salir afuera a jugar, solo por mera precaucion para no empeorar su salud.

Esto por supuesto entristeció al niño pequeño, así que para mantener ocupada aquella mente activa, alegre y muy vivaz, Wei ChangZe recordó una linda historia que se le había sido inculcada desde una temprana edad en YummengJiang cuando aún era un simple sirviente; para terminar contándosela a su familia.

serendipity ; 𝖝𝖎𝖆𝖓𝖜𝖆𝖓𝖌Where stories live. Discover now