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Otro día estaba acabando en Japón, el sol escondiéndose detrás del monte Fuji —Te digo que esto no puede seguir así.

—Entiendo tu preocupación Izana, es nuestro hermano, pero ya lo hemos hablado. Sabes por lo que esta pasando.— a algunos les resultaría gracioso que el dios de los dioses no pudiera controlarlos, pero él nunca había sido de imponer. Para eso tenía a Wakasa.

—No puede usar esa escusa de por vida. ¿Lleva casi dos mil años mal? .—el dios albino le replicaba su hermano.— ¡Ya está mayorcito para superar que Persefone está muerta y nunca volverá!

El silencio se hizo en el gran salón del trono.

Izana dirigió su mirada a Kakucho a quien sabía que el tema de Persefone le afectaba igual que a su hermano.— Y-yo- ¡No quise decir eso! Yo si confío en que ha renacido y eso pero...

—¿Pero qué? Izana nadie va a obligarte a creer en nada, ni siquiera en el poder de los dioses aunque tú mismo seas uno y lo puedas controlar. Solo... .—la voz del dios de cicatriz quebró pero rápidamente se recompuso, no dispuesto a mostrar debilidad ante sus compañeros.— Solo no rompas las esperanzas de los demás, la diosa Elpis (diosa griega de la esperanza) nos dió el don de creer. No sé te pide ayudar, ni siquiera apoyar a Mikey en su sufrimiento constante. Pero sé un buen hermano y respetalo por lo menos.

Kakucho abandonó la sala después de decir esas palabras. Todos conocían el apego de la diosa Demeter a su hija Persefone, al parecer quién ocupaba su puesto ahora tenía esos mismo sentimientos, aunque aún no se hubieran conocido.
Era un tema delicado e Izana lo sabía, habló sin pensar y sin tener en cuenta quién más estaba en esa sala a parte de Shinichiro y él.
Había herido a la persona que más amaba y amaría pues para el albino no había nadie como Kakucho.

Con la cabeza gacha Izana miró a su hermano mayor en busca de consuelo .—No me mires así no te puedo ayudar en tú mal de amores, Waka y yo hemos estado siempre juntos y nunca peleamos .—afirmó orgulloso el pelinegro.

—Nunca peleais pero porque te da miedo Wakasa enfadado. No te culpo por eso la verdad, ayer cuando le gritó a Tora por ir al mundo mortal de fiesta dió bastante miedo. Creo que vi a Baji mearse del susto .—Izana río ante su propio comentario, aunque era mentira el dios de la guerra si puso una cara bastante asustada al oír los gritos del mayor.

—¡A quién insultas tú estúpido pescado! .—la voz y figura correspondiente al dios mencionado se hizo presente, seguida por Kazutora.— Te voy a degollar si sigues soltando mierda de mi a mis espaldas estúpido.

La risa de Kazutora resonó en el toda la sala.

—¿Te hace gracia? Tu eres el primero en mi lista de ejecuciones cabeza plátanos .—Baji dirigió su sádica mirada hacia Tora, quién a una gran velocidad se escondió detrás del trono del dios de los dioses, alias Shinichiro.

—Baji porfavor no amenaces a tus amigos, Kazutora sal de ahí detrás no te va a hacer nada, e Izana, puedes retirarte el asunto de Mikey ya fue zanjado ve a hablar con Kakucho y soluciona tu cagada. Está en el jardín del ala oeste. —una autoritaria voz se hizo presente. Wakasa.

Kazutora salió de su escondite y dió una reverencia al igual que Baji. Izana solo le dió una mirada y salió corriendo hacia el lugar indicado.

—No es justo, a tí te hacen caso y a mi me tratan como un chiste. ¡Se supone que soy su rey! .—Shinichiro hizo un puchero y se hundió en su trono de brazos cruzados.

—Amor no te toman enserio porque te adoran y no sabes ponerte serio. Eres el divertido aquí lo quieras o no, viene con el cargo las faltas de autoridad. Pero te respetan como al que más. —Wakasa acarició a su esposo mientras se sentaba en el trono a su lado. No era una persona que mostrara afecto en público, pero en tantos años de casados sabía como lidiar con los berrinches de su pareja. Igualmente estaban ya todos acostumbrados, a Shinichiro si le gusta el afecto. En todas partes.

Dioses | •Tokyo Revengers•Where stories live. Discover now