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En la amplia soledad de su habitación nueva, Álvarez. . . él, bueno. . . Simplemente se podía preguntar: ¿Y ahora que? Sin tener ni obtener su muy preciada respuesta. Pues Raúl, además de devastado, se sentía curioso: anhelando, desde lo más profundo, ser informado de lo que desde su ahora posición allí procedería.

        Aquel trio lo habían dejado ahí, tirado en un cuarto desconocido y con la única idea, recién inculcada, de que este era de su pertenencia. Que podía hacer lo que quisiese con el: pintarlo, remodelarlo, decorarlo o incluso, destruirlo. . . más no salir jamás. Para acortar el problema, nada había cambiado. Además de la posición económica de su madre, todo seguía exactamente igual. La tristeza perduraba junto con su vil agotamiento.

        Y es por eso que él no paraba de repetirse la misma jodida pregunta: "¿Y ahora que?" No tenía en absoluto una idea de lo que sucedería luego, y todo lo que le quedaba por hacer era callar, esperar. . .

        Tan parco como un muro e igual de firme que uno, caminó hacia la sola ventana. Él estaba en un segundo piso, y el fresco aire corría desde ella llendo a dar lento contra su solido rostro. Como en su vieja recámara, realmente, no existía una posibilidad de escapar.

        Con sus ojos hallándose medianamente abiertos, Álvarez sólo atinó a observar el exterior. La alegría de los niños desconocidos e imperativos se esfumó, ahora un gran jardín solitario los remplazaba; distintas tonalidades indescriptibles abarcaban el mismo: flores, árboles, arbustos, pequeñas fuentes e incluso una piscina estaban plantados en grandes partes de el. Era hermoso, pero nunca podría sentarse a apreciarlo de cerca, pues nuevamente sería encerrado y hasta preñado.

        —Quizá aquí no se esté mal —habló escupiendo todo leve e insonoro. Una pequeña sonrisa se plantó fugaz en su rostro, al él intentar convencerse de la veracidad de sus propias palabras, mientras miraba tiernamente a un gran y rubio gato gordo recostado entre el césped—, ah. . . ¿A quién engaño? Todo irá fatal.

        Entre su extendida diestra recostó su cara. Los labios, antes falsamente alegres, demostraron su genuino pesar dejando caer tremulas sus comisuras. Sus lágrimas no tardaron en huir veloces, creando un húmedo camino; comenzando desde arriba y llendo hasta más allá de su barbilla. La acuosa mirada oscura que Raúl poseía, lo decía todo, estaba destrozado: cada uno de sus sentimientos cargados de desdicha eran claramente demostrados con ella. Todo iba de mal en peor en su vida.




Al igual que el nuevo integrante de aquella mansión, Rubén también observaba el desolado jardín luminoso, en su mano yacía una estilizada copa; calmada y estática: cargada de un líquido carmín, conocido por varios y desconocido por. . . realmente, pocos.

         A sus resecos belfos acerco aquel frágil objeto, de la sustancia bebió gustoso, y el tortuoso ardor primerizo golpeó duramente en su garganta. Con los ojos cerrados dejo salir un suspiro cansado. Él sólo quería sentirse relajado.

        Últimamente, su vida se resumía en eso: trabajo y embriaguez, y hasta ese momento no existía nada, en la faz de la tierra, que pudiese cambiar eso. Doblas miraba todo a sus alrededores y aún se sentía incompleto; en su corazón y cuerpo reinaba la soledad eterna, no tenía nada para rellenar ese vacío más que el casi inexistente sexo con su esposa. Para Rubén, sencillamente, era como si todo lo medianamente interesante del mundo se hubiese extinguido dejándolo solo, muy solo. . .

        Aquel platinado no lograba entender ni siquiera a su miserable persona, pues según él lo tenía todo: dinero, un hogar, buena salud, un próspero negocio, amor. . . Todo. Incluso, él podría atreverse a creer ferviente en que no le hacía falta nada, pero algo se lo impedía y no sabía el que. Muy en su interior pensaba que lo que anhelaban con locura e inconciencia era un hijo, un pequeño llorón al que adorar y mimar como los grandes, por esa razón junto a la insistencia de Irina es que mandó a buscar por cielo, mar y  tierra a joven muchachito fértil. Aquel era el único modo en que él y su esposa tendrían un niño de sangre, pero ahora que por fin tenía entre sus manos a uno útil, no se sentía muy contento. Ni siquiera quería verlo al este llegar, es más, prefería ahogarse en alcohol antes que plantarse a la par de tal majestuoso ser, pero no podía, él si o si tendría que ir y recibirlo como buen caballero.

⟩ ¡ᴅᴏɴᴄᴇʟ ᴀ ʟᴀ ᴠᴇɴᴛᴀ! ›› RubiusplayWhere stories live. Discover now