~ Eres mi secreto más evidente ~ [Ares Hidalgo y tu]

Capítulo. 51

Escucho pájaros, los árboles moverse y el olor a bosque. No puedo ver. Tengo una venda cubriendo mis ojos y la mano de Aitana sosteniendo la mía guiándome junto con las chicas hacia quien sabe donde.

—Aitana, no me quiero caer - suelto al resbalar un poco sobre una rama.

—No te dejaremos caer, solo unos segundos más y te quitaré la venda- seguimos caminando hasta que  disminuye sus pasos y de momento se detiene- hemos llegado, ahora, te quitaré la venda.

Al quitarla lo primero que vi fue a un Ares viéndome en medio de un gran picnic. Los grandes pinos decorados por flores rojas y blancas. Y el sol dorado iluminado el lugar.

• ARES •

Y allí estaba el amor de mi vida y la persona con la que quería compartir mi eternidad.

Era el momento, y lo llevaba planeando desde hace meses. Soñaba con esto.

Claramente no iba a estar solo en esto tan importante para mi. Mis hermanos y amigos estaban conmigo. Como desde el principio de todo.

—Mi hermosa Paulette, soy alguien de pocas palabras, pero cuando se trata de ti, no puedo conformarme con pocas. Una mujer tan excepcional como tú se merece todo el universo. Y yo te doy mi palabra que haré todo lo que pueda por dártelo. Aun así, vales más que él. Quiero hacerte feliz, y me encanta tu forma de ser. Por eso te pregunto. ¿Puedo ser tu esposo?.

Me arrodillo enfrente de ella y abro la pequeña cajita con el hermoso anillo que Aitana me ayudó a escoger.

Mis manos tiemblan de los nervios.

—Por supuesto que puedes- responde con unas leves lágrimas rondando por sus mejillas.

Le coloco el anillo para luego besarla y escuchar a los demás aplaudir.

—¡ARESITO SE NOS CASA!- suelta Gregory secando lágrimas imaginarias.

—Crecen tan rápido- añade Luis de igual manera.

—¡Ahora vamos a comer!- Juliette aplaude ganándose nuestra atención- debes probar mis rolitos de canela.

Se acerca hacia mi con uno en mano y al estar cerca mueve su mano cerca de mi boca. Muerdo un pedazo y ¡UF! la delicia que eran esos panecillos.

Al llegar la noche ya Ares y yo nos encontrábamos en el apartamento. Yo estaba sentada en el mueble con una taza de té y él revisando unos apuntes.

—Ares.

—Dime cariño- responde sin despegar su mirada de los papales.

—Quiero hablarte de algo. De la boda- al instante deja de mirar los papeles para fijar su mirada en mi.

—¿Qué pasó? ¿Hice algo o dije algo que te molestó? - pregunta rápidamente y niego.

—Es que quiero casarme contigo como lo hacemos nosotros los novenos. Es algo primordial en nosotros fijar el vínculo y...

—Esta bien, si quieres que nos casemos como lo hacen los novenos, lo haremos. Te dije que te aceptaba por todo lo que eres y no será la excepción. Además podemos mezclar las dos ceremonias. La cotidiana y la novena.

—Me parece bien, gracias- susurro lo último, siempre me ha aceptado y eso se lo agradecía.

—No hay de qué mi Ying y futura esposa...