Gwacheon. Invierno. 1990

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— Deberías invitar a Yoongi, no se han visto en años — habló su madre de forma casual mientras ambos limpiaban el desastre de la cocina tras la cena de Navidad.

— Uh, no sé, creo que está ocupado... Y creo que este año no vino. — ¿Eso que escuchó en su voz era decepción?

— Seokjin, ustedes eran muy buenos amigos— su madre lo volteó a ver frunciendo el ceño, negando suavemente con la cabeza —. No deberían dejar que su amistad se arruine por la distancia, podrían llamarse de vez en cuando.

Siempre quiso aclararle a su madre que Yoongi era más que su amigo. Quiso confesarle a su madre que Yoongi era la persona con la que deseaba envejecer, la persona que deseaba ver cada mañana al despertar y cada noche al dormir.

Sin embargo, cada vez que intentaba hablar sobre eso se quedaba sin palabras.

— Además — siguió su madre — Yoongi está aquí. Lo vi con su madre en el supermercado, ¡qué grande y guapo está! Ojalá el próximo año nos presente a una buena mujer... Y tú también.

Sí, bueno, eso no iba a pasar.

No dudaba de las palabras de su madre. Yoongi siempre había sido atractivo. Era más que eso, a decir verdad.

Yoongi era magnético y Seokjin nunca pudo retroceder. Cada vez que ese chico entraba a una habitación su mirada caía en él, era algo que no podía evitar. Cuando estaban en la preparatoria, él solía bromear con que Yoongi lo había hechizado.

— Tst, idiota cursi — decía Yoongi con las mejillas ligeramente sonrojadas para posteriormente depositar un suave beso que terminaba con una sonrisa.

Ayudó a su madre en silencio, fue casi de forma mecánica. Secaba los platos y guardaba mientras ella hablaba, se limitaba a hacer afirmaciones con la cabeza de vez en cuando.

— Así que... — aclaró su garganta después de que su madre terminó de hablar del señor Lee y su mala costumbre de dejar la basura en la acera—, ¿Yoongi está aquí?

— Sí, dijo que el año vino, ¿no se vieron?

Sí, vaya que nos vimos - pensó.

Después de ese beso que compartieron hablaron en el sucio suelo de la bodega hasta que Yoongi se dió cuenta que era de madrugada. Hablaron y rieron tanto que las mejillas de Seokjin le dolieron al día siguiente.

Si se concentraba bien aún podía sentir el calor de Yoongi, sus manos cálidas que siempre adoró acariciando sus mejillas, su cabello, sus propias manos. Si se concentraba bien aún podía escuchar su risa ante sus tontas bromas.

Aunque, si era sincero consigo mismo, creía que jamás podría olvidar ese hermoso sonido.

— Creo que voy a llamarlo.

Su madre sonrió ampliamente; Seokjin no pudo evitar recordar el pasado. Ella quería a Yoongi como si fuese un hijo más, se alegraba de verlo cuando ellos volvían juntos del instituto, preparaba su comida favorita y tejía suéteres para Navidad.

Se preguntó si le hubiese tenido el mismo cariño si ella supiera la verdad.

Más tarde, Seokjin esperaba a Yoongi en el parque cercano a su casa. Una bolsa navideña estaba en sus pies, su madre había insistido que fuera él quién le diese su regalo.

Una de las razones por las que había citado a Yoongi en un lugar público era porque temía que, en el primer momento que lo viese, se lanzara sobre él para besarlo, abrazarlo y decirle lo mucho que lo había extrañado.

Y ya no podía hacerlo.

— Soy yo — había dicho en cuanto escuchó que Yoongi fue quien descolgó el teléfono de la casa de su madre.

Tis' the damn season | ksj + mygWhere stories live. Discover now