Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
— Te canto una canción?
— No, grac-
Interrumpiendo al pobre rubio que vivía en un cuadrado de mundo y hogar, comenzaste a tocar ferozmente la guitarra.
— ÉL ME MINTIÓ, ÉL ME DIJO QUE ME AMABA Y NO ERA VERDAD — en forma de chiste compartías aquella famosa y trágica canción, inclinandote hacia los lados.
— Necesito silencio — se quejó levantándose.
— Venga Kento! Solo es una! — insistías, siguiéndolo.
— O tal vez querrás.... —
Y nuevamente las cuerdas armonizaron un divino compás.
Sí, el soundtrack de Inuyasha.
Se lo mandaste por email una vez, en el trabajo.
Ser contador era aburrido pero daba buena plata, cuando él se encontraba ahí te volviste su mejor amiga.
Lo eras aunque no se notase tanto.
Si no lo fueses, no estarías en su casa. Mucho menos te llamaría procurando que no te quedes en un hotel, o que no comas tanta chatarra o que sencillamente te levantes de la cama.
Incluso cuando estás enferma.
Te expresaba a veces lo cansado que estaba o su forma de ver el mundo, por más recta que sea. Era un tipo responsable sin tanto detalle.
Se volvía penoso porque al rato ya sentías la necesidad de verlo y mejorar su estado de ánimo.
Por lo mismo pusiste tantas veces ese maldito Soundtrack con instrumental divino y angelical, que le terminó gustando.
Lo tenía en favoritos, eso ya era mucho.
Así que, lo conquistabas con tu guitarra, para que no se aleje de ti tan rápido.
— Pensé que te gustaría algo como Bethoveen. No anime — le sonreíste sin dejar de tocar.
— No me gusta ni el anime ni Bethoveen. Me gusta la buena música... — te respondió seco. Acomodándose en el sofá.
— Si si, lo que digas — respondiste descansando igual que él.
