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Yoongi

—Estábamos jugando con tierra y ella me jaló el cabello sin querer. Comenzamos una pelea y ahí fue cuando mi madre nos hizo dormir en el jardín trasero.

Su dulce voz se colaba por mis oídos y sus suaves risas me ablandaban elalma.

—¡Oye, qué cruel! —lo tomé por los hombros y reí con él.

—¡Eso no fue lo peor! Durante la noche, una oruga me caminó por el brazo. Lloré por tres días seguidos.

Estallamos en carcajadas y me deleité con la vista que tenía: sus ojitos brillaban lagrimeantes, sonreía con esos dientes blancos y su cabello, largo hasta la cintura, se movía al son de su alegría.

Extendió su mano izquierda buscando mi tacto. La tomé y la llevé a mi pecho, quería que sintiera mis latidos y lo mucho que se aceleraban cuando estaba junto a él.

—Ahora cuéntame algo tú —soltó agitado.

—Bueno, antes de mudarme aquí vivía en los alrededores. Más precisamente, en el campo -bajé su mano hasta mi pierna y ahí la mantuve entrelazada con la mía.

—¿De verdad? ¿en dónde?

—Cerca de Boryeong. En fin, mi abuelo tenía una gran estancia, y en épocas de cosecha lo ayudábamos a carnear los cerdos.

—Oye, qué horror —pronunció asqueado.

—La verdad es que sí. Pero extrañamente llegaba a divertirme. Mi abuelo los degollaba y mi hermanita y yo nos poníamos debajo con una gran fuente. Allí juntábamos la sangre y luego la mezclábamos por horas.

—¿Con qué la mezclaban? —me dió gracia su expresión de calamidad.

—Con el brazo.

—¿Tu abuelo estaba desquiciado? —chilló en tono de pregunta.

—¡Claro que sí! Aún tengo pesadillas con los gritos del pobre animal.

Las horas transcurrían lentas y astutas. Cuando menos lo esperamos, ya estábamos intentando pintar algo entre los dos.

— Tú guíame, quiero pintar una flor amarilla.

Lo tomé de los hombros y lo llevé hasta el atril. Coloqué un lienzo limpio, puse el pincel en su mano, junté acrílico rojo y azul y se lo alcancé en un pequeño mezclador.

—Apoya mi mano con el pincel en medio del papel, por favor.

Obedecí una vez que el instrumento ya había sido untado en la pintura.

Su mano temblorosa plasmó algo parecido a una curva y me volvió a pedir que apoyara el pincel en el centro. Repitió la acción.

—¿Se parece a una flor? —volteó su rostro, buscándome tiernamente.

—Bueno, en realidad es como un gato acurrucado —intenté contener mi risa para no herir sus sentimientos.

—Oh, entonces, vamos a seguir mi instinto. Alcánzame un poco de pintura gris, ¿quieres?

Luego me pidió que guiara la pincelada por encima del trazo ya hecho.

—¿En dónde debería ir la cabeza?

Y así pasamos horas creando y divirtiéndonos juntos. No había nada que disfrutara más que su compañía.

Sin embargo, había algo que no dejaba de inquietarme.

—¿Así está bien, Yoongi? —sonrió dulce y sincero.

—Es bellísimo —lo rodeé con mis brazos de tal manera que su espaldaq quedara apoyada en mi abdomen.

Obviamente que luego lo corregiría para que no perdiera las esperanzas y siguiera intentándolo.

Obviamente que luego lo corregiría para que no perdiera las esperanzas y siguiera intentándolo

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Pasadas las dos de la mañana, estábamos sentados junto a la chimenea.

Sabía que era el momento de resolver mis dudas.

—Oye, ¿puedo llamarte Mochi? —Dije mientras acariciaba su mejilla izquierda.

—Sí, llámame como tú gustes.

—De acuerdo, Mochi, tengo algo que confesarte.

Asintió levemente y relamió su labio inferior.

—Escuché tu plática con el doctor perdóname por ser tan osado. De cualquier manera, ¿no ibas a decirme que con una operación recuperarías tu vista?

—Claro que no iba a decirte, si de cualquier manera no puedo pagarla —soltó bajo, entre decepcionado y con vergüenza.

—Eres increíble, ¿acaso no te diste cuenta de que yo puedo pagar la cirugía? Sólo deben ponerte en lista de espera hasta encontrar un donante, y listo.

—No quiero ponerte en gastos, Yoongi, por favor -estaba ahogado en angustia y no aceptaba la balsa que yo le ofrecía.

—Vamos, acepta mi oferta. Luego comienzas a trabajar y me lo devuelves. Además, me debes una.

—¿Cómo que te debo una? —dijo incrédulo.

—Claro, debes explicarme porqué el doctor dijo que habían pasado seis años y tú me dijiste antes que el accidente fue hace poco más de uno.

Enmudeció.

𝐂𝐄𝐆𝐔𝐄𝐑𝐀 | YoonminWhere stories live. Discover now