Capítulo 7: Perdiendo la cabeza

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El baile del instituto estaba cerca. Kian lo supo porque, con el inicio de una nueva semana, los pasillos de la escuela comenzaban a llenarse de guirnaldas coloridas y brillantes adornos hechos a mano. Además, se había clausurado el acceso al gimnasio porque el comité del evento necesitaba prepararlo para el próximo viernes, lo cual ponía de mal humor al entrenador Gellar ya que, por alguna razón, odiaba dar clase en el exterior cuando estaba muy nublado o lloviznando.

Por experiencia, sabía que los días previos al baile todo y todos giraban en torno a ese tema. En los pasillos y las aulas podía sentirse la emoción y el apuro por encontrar pareja; las preocupaciones por los exámenes parciales se vieron remplazadas por los dilemas de qué vestir para ese día, y Kian se sentía en un mundo paralelo, ajeno a todo.

Después del fin de semana, intentó no darle demasiadas vueltas a nada ni nadie que estuviera relacionado con Dancey High. Especialmente con Olivia Gellar. Si querer evitarla hacía que se la encontrara, entonces dejaría de empeñarse en ello. Simplemente no haría nada.

Pensaba en eso mientras se lavaba las manos en el lavabo para varones, pero sus pensamientos fueron interrumpidos con la llegada de un par de chicos que entraron haciendo escándalo mientras se dirigían a los mingitorios.

—Olvídalo, a estas alturas ya no queda nadie que valga la pena invitar. Solo las feas y las raras —le decía un chico al otro. Kian se apuró a enjuagarse, no le interesaba las conversaciones de los demás.

—Pues tú tendrás que ir al baile con una de esas, porque yo se lo pediré a Olivia Gellar.

Estaba a punto de cerrar el grifo, pero su mano se quedó a medio camino al escuchar aquello. Sus ojos se alzaron hacia el espejo, y enfocó la vista en las espaldas del par que tenían los pantalones flojos mientras hacían sus necesidades de pie y hablaban.

El primer chico echó la cabeza hacia atrás, soltando una carcajada burlona que resonó con eco por las paredes del baño.

—Sueña, idiota, sueña.

—¿Qué? ¿No me crees?

—No —resopló—. Todos dicen que irá con Kent, así que no te hagas ilusiones.

—Kent no se lo ha pedido —aseguró el otro, sacudiendo las caderas antes de acomodarse la cinturilla del pantalón y subirse la cremallera—, y tampoco creo que se lo pida. Ambos están en el comité que organiza el evento y ha desperdiciado todas las oportunidades para invitarla.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Ayer lo escuché hablando con unas chicas de segundo. Una le preguntó si ya tenía pareja para el baile, y al principio se hizo el tonto, pero al final respondió que todavía no.

Se hizo un momento de silencio mientras el otro se abrochaba el pantalón.

—Bien. Entonces la invitaré antes que tú.

—Serás infeliz...

De camino a la puerta salieron dándose codazos mientras se insultaban el uno al otro y se ladraban las razones por las cuales Olivia no aceptaría las invitaciones.

Hasta ese momento, Kian se percató del grifo abierto que le seguía empapando las manos. Se sentía estúpido por haberse quedado a escuchar una conversación ajena en un lugar como ese, sobre todo luego de haberse burlado de Gil por hacer lo mismo. Y aunque odiara admitirlo, una parte de sí se había sentido con la suficiente curiosidad como para quedarse. Desde el día en que había visto a Olivia y Kent juntos en la sala de maestros, una pregunta intrusiva se negaba a dejarlo en paz: ¿qué pudiera haber entre ella y Kent como para quedarse juntos después de clase?

TinieblasWhere stories live. Discover now