28. Adam mimoso

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El tour por la mansión no fue para nada rápido, pasamos por un pasillo largo de varias puertas y entradas al comedor, una gran mesa de cristal, también estaba la cocina, con todo equipado y muy moderno, entre las puertas hay una biblioteca pequeña con chimenea, después sigue un mini gimnasio con un gran espejo en toda la pared frente a las máquinas.

Otra puerta y es el cuarto de lavado y varias otras habitaciones estaban sin nada.

Kaden mencionó que luego pueden que tengan utilidad, por el momento así quedan o me dio la opción de elegir algo para mí.

Sólo reí nerviosa y rechacé la idea.

-Bueno, si algo se te ocurre me dices y podemos instalar una de estas estancias para ti -insiste, no me siento del todo cómoda con eso, pero no es hora de discutir.

-Muchas gracias, si algo llego a querer te digo.

-De acuerdo, vamos afuera.

Llegamos el final del pasillo que finaliza en una puerta corrediza de vidrio tapada con una cortina espesa negra, él me abre y salgo al patio trasero.

A unos metros inicia la piscina, sólo del lado derecho hay seis sillas para tomar el sol.

-Ven, hay otra cosa que quiero mostrarte.

Pasa su brazo por mi cintura y juntos caminamos por todo el borde de concreto de la alberca, luego sigue el bosque, pero hay un camino de farolas un poco angosto.

Por debajo de estas hay rosales, hermosas flores rojas. Kaden nota que mi vista no se despega de ellas y nos detenemos, se separa de mí yendo arrancar una rosa.

-Cuidado -se me sale la palabra de la boca, las espinas pueden lastimarlo.

Gira su cuello una vez agachado y jala el tallo con fuerza. Cuando ya la tiene totalmente en su mano me sonríe y se levanta.

-No es la primera vez que arranco rosas, pequeña -se aproxima a mí con cautela, quedamos a centímetros y mete la flor entre nosotros.

A la altura de nuestros labios.

-Tómala, pero el precio es un beso -dice guiñándome el ojo.

Subo mi mano y rodeo el tallo viendo que no haya espinas, el rubio retira sus dedos y bajo la rosa para darle un beso de pico.

Con eso se conforma y seguimos el trayecto.

Acerco la rosa a mi nariz impregnando mis fosas nasales del natural y fresco aroma, cierro los ojos justo a tiempo que nos detenemos.

-Es un laberinto -la palabra «laberinto» me hace abrir los ojos de golpe.

Veo el arco de metal que da la entrada a paredes altas de arbustos y mi mandíbula cae sola.

-Ja, ja, me gustan tus expresiones, deberías verlas -se ríe de mí, solo sonrío para no quitar el ambiente tranquilo-. Bueno, a lo que veníamos. El laberinto todavía no esta terminado, pero una vez lo este -siento su tibia respiración en mi hombro, muevo la cabeza un poco y choco despacio con la suya-, aquí es donde jugaremos al lobo y la presa.

El murmullo me estremece la piel, devuelvo la mirada a los enormes arbustos y trago saliva, muchos malos sentimientos me penetran las entrañas. Le pido que volvamos adentro porqué ya me dio frío y acepta.

Dante, el único Dj del pueblo que hay se esta instalando frente a la piscina, nos saluda, a lo que sabiendo lo celoso que puede ser Kaden cuando se lo propone, mejor no regreso nada. Entra y por mi mentira de allá afuera simulo un escalofrío tallando mis brazos.

-¿Quieres tu abrigo?

-No, aquí esta cálido. Ya pasará -sigo fingiendo, él se traga mi mentira y vamos en busca de las demás bestias.

Poliamor enfermizo © [Versión 2020 ]Where stories live. Discover now