08

103 59 24
                                    

Los guardias la dejaron en la puerta del portal, Cal, se quedó mirando la gran puerta de metal unos segundos, dentro del ascensor miró su reflejo, trataba de analizar todo lo que le había pasado, no lo pudo aguantar, rompió en llanto.

Cuando el elevador se paró, la chica, volvió a mirarse en el espejo, con los ojos hinchados y las mejillas rojas. Se secó las lágrimas, tomo aire y se dispuso a entrar en el piso, escuchó a sus padres discutiendo en el interior, prefería que se calmasen las cosas antes de llegar, así que se dio la vuelta y volvió a bajar a la calle.

Caminó sin rumbo fijo, la gente la miraba, tal vez porque las lágrimas volvían a recorrer sus mejillas, sin que Cal pudiese hacer nada al respecto, las palabras de la reina resonaba en sus oídos, "toma la decisión correcta", la respuesta debía estar clara, sin embargo, esto era mucho más grande que ella, si apoyaba a la reina, tarde o temprano acabarían encarcelando a Seth, el chico que le había salvado a la vida, un recuerdo vino a su mente.

—¿Qué... Qué te pasará si alguien descubre lo que eres? —estaba tan nerviosa que las manos le temblaban.

—Pues probablemente me encarcelen, me juzguen y lo más seguro es que me condenen a muerte —le contestó él —pero no te preocupes, ¿sabes guardar un secreto? —preguntó con una sonrisa pícara en los labios.

—Si —respondió ella cautelosa.

—Pues si no le cuentas nada de esto, a nadie no pasará nada —puso una mano en su hombro para transmitirle seguridad.

Un escalofrío le recorrió la espalda, haciendo que se le erizaran los pelos de la nuca, Seth era su amigo y había depositado su confianza en ella, no le iba a traicionar, todavía no estaba segura de que iba a hacer, pero sabía que iba a cumplir su palabra.

A lo lejos vio unas figuras que le resultó familiares, el sol le daba en la cara, pero el pelo rizado y la figura esbelta de Nesta eran muy reconocibles, a su lado caminaba Seth, la palidez del chico era apreciable incluso a contraluz.

Cuando les alcanzó, Cal les relató todo lo ocurrido, no vio razones para esconder nada de lo que Rajni le había dicho.

— Bueno, pues sabes lo que hacer, ¿no? —comentó Nesta.

—Pues no, ¿cómo esperas que lo sepa? —gritó Cal —esto es algo muy grande y me ha tocado estar en medio, no puedo decidirlo de golpe.

—¿Cómo? Nos están atacando y ¿no sabes qué hacer?

—Puede que no nos estén atacando, tal vez lo podríamos haber malinterpretado, no ha llegado ninguna amenaza, ni ninguna declaración de guerra podría haber sido un accidente —Cal seguía levantando la voz.

Nesta no sabía lo que había pasado, y Cal no podía decirle nada, pero le sorprendió la actitud de su amiga ante la situación, Cal sabía que Nesta era una persona que amaba Sereia y a su gente, pero nunca la tuvo como alguien que sería capaz de declarar la guerra a un pueblo sin pruebas, guiada únicamente por unos prejuicios inculcados por la sociedad en la que vivían.

—Bueno, estoy segura de que al final apoyaras a Sereia, a tu gente, no olvides a quienes realmente debes apoyar, esta es mi casa —anunció Nesta —adiós.

Se despidieron, Nesta entró en el portal, dejando a Cal y Seth solos, anduvieron en silencio un rato, ella estaba sumida en sus pensamientos, estaba valorando las distintas opciones que tenía.

—¿Entonces no sabes lo que vas a hacer? —la voz de Seth la sacó de sus pensamientos.

—No, tengo la hipótesis de que la reina va a declarar la guerra a los sihiri haga lo que yo haga, lo escondía bajo la preocupación por su pueblo, pero no sé, me da mala espina —relató Cal —hay varias cosas que no me convencen, la primera es ¿por qué atacarles?, la gente de Helah no ha hecho nada, además los sihiri tienen poderes, cosa que el ejército de la reina no, estarían en una clara desventaja.

Crónicas De Alaviv 1: Buscando En El Abismo® Where stories live. Discover now