3. pasó un tiempo, tres otoños

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Domingo
4:15

*3 años más tarde*

Harry estaba sentado en un banco, a unas calles de su casa. Era invierno y sentía que su mente se iba a congelar de un momento a otro.

Las lágrimas en sus ojos estaban estáticas y no sabía muy bien que hacer después de estar diez minutos mirando a la nada. Una vida vacía para una persona vacía, supuso.

Llevaba un tiempo sin relacionarse con muchas personas, tenía un amigo, era camarero. Era su mejor amigo; pero no por mucho tiempo si seguía siendo tan descuidado como él.

Ciertamente, ni siquiera quería entrar en su casa. Eso supondría un día más en su dolorosa rutina y prefería quedarse en un banco en medio de algo parecido a una tormenta de nieve.

A veces, solo en algunas ocasiones, recordaba a cierto atractivo hombre con ojos azules y un sarcasmo innato. Cada vez había hundido ese pensamiento entre pedidos de batidos y croissants. Pero ese día no quería.

Parecerá algo loco, ya que la rutina pasa rápido, pero habían pasado tres años desde que rechazó esa oferta. Y Harry sabía que aunque fuera una respuesta inteligente y madura, fue totalmente devastadora.

Así que, solo, en la calle, en la madrugada de un domingo, decidió comprar unos boletos de tren para ir al primer lugar que cruzara su mente. Y solamente quería que el destino lo apreciara mínimamente.

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Lunes
7:35

Así fue como Harry acabó en la estación de trenes en Londres para ir a Edimburgo con una maleta y unas terribles ganas de dormir. Fue en el instante en el que entró dentro del tren en el que se dio cuenta de que hacía un tiempo que no hacía servir el transporte público.

Las paredes eran suaves y las cortinas color crema. Una alfombra parecía que lo guiase hacia su destino así que cuando pasó un tiempo analizando las posibilidades entró en una pequeña cabina.

Tenía un banco frente al otro, tan juntos tenía que sentarse recto para que sus piernas pudiesen caber. Dejó su maleta en la parte superior y retiró suavemente la cortina para poder mirar por la ventana.

Una pradera verde apareció en su visión, era amplia y no podía decir con seguridad donde terminaba. Se quedó embobado por un tiempo mirando fijamente el paisaje hasta que un estruendoso ruido llamó su atención.

Una mujer entró con una mirada furiosa. Abrió la puerta provocando un ruido estruendoso y miró fijamente a Harry. -¿Ha visto a un hombre castaño de ojos azules?

-No por ahora...- dijo con un tono que se asemejaba a una interrogación. Frunció su ceño y miró la vestimenta de la mujer intentando obtener un mínimo de contexto.

No consiguió averiguar nada porque la mujer ya se había ido corriendo en la dirección contraria de la que había aparecido.

Harry cerró unos segundo los ojos y tras suspirar cerró la puerta corrediza para que nada así volviera a suceder. Volvió su vista al paisaje. Estuvo un tiempo pensando en que haría cuando llegara a su destino, no había nada que lo esperara ahí, solo quería pasar algunos días para desconectar.

En ese momento unos toques en la puerta lo hicieron conectar con la realidad. La cabina se suponía que era para más personas que no solo él así que intento no enfadarse mucho por la obligación de moverse. Se levantó exhalando y abrió la puerta.

the way he dances blues Where stories live. Discover now