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El rubio tembló en su asiento con nerviosismo, el rizado a su lado te sobo la espalda mientras repetía, por encima vez, que nadie lo mataría esta noche. ¿Cómo se supone que se calmara cuando literalmente lo estában extrangulando con la mirada?.

El rubio estaba más que seguro de no haberle hecho nada a Tachibana, entonces, ¿por qué está estaba tan cabreada y apunto de saltarle encima como un koala furioso?

—La cagaste Mishi–. Se burló Akkun–, la cagaste en grande.

Un escalofrío recorrió la huesuda espalda del ojiazul, su respiración se entrcintro al ver a la peli rosa despedirse de sus amigas y mirarlo con enojo.

En su pobre, y sobre saturado, cerebro mil y un resos en 357 idiomas distintos se hicieron presentes al ver a la imponente jovencita ascarcarse con una aterradora expresión.

¿Que había hecho mal?, lo único “comprometedor” recordara preguntarle si le gustaba la castaña, o peli rosa, no recuerda muy bien, con la que la había visto coqueteando aparentemente, el sábado. Tachibana no le respondió y al salir azotó la puerta con las orejas ardiendo dejandole la palabra en la boca y sin saber porque demonios se había enojado.

El peliciruela solo se reía de sus desgracias e intentaba calmarlo para evitar un posible infarto de parte del más bajito del grupo.

La inseguridad y los nervios empezaba a marearlo.

Era bien sabido por todos, ya sea de su escaso grupo de amigos o compañeros de clases, que el rubio era una persona un poquito ansiosa. Lloraba o quedaba en blanco cuando no comprendía algo y se tirineaba el cabello como castigo cuando a pesar de que se lo explicaran su pobre cerebro no era capaz de captar el tema. Varios profesores se asustaron en varias ocasiones al ver al rubio estrellar su cabeza contra la butaca o la pared.

—Takemichi. Necesitamos hablar, ahora.

Dioses, ¿Que cosa tan mala había hecho para que Hina lo mirara con tal despreció?, ¿Y si ya no quiera ser su amigo?.

Obedeciendo a la de ojos rosa se levantó, tambaleándose un poquito por los nervios, y empezó a caminar a sus espaldas. Está no le dirigió la mirada en todo el camino y soltó varios gruñidos cuanto esté le preguntaba por qué estaba tan enojada.

Se detuvieron frente a un aula, al ver que el rubio no avanza está, un poco exasperada, lo jaloneo con cuidado hacia adentro y cerró la puerta con seguro.

—Hanagaki Takemichi–. Un escalofrío recorrió la espalda del de ojos celestes, esto no puede ser nada bueno.–, ¿Me puedes explicar cómo es eso de que ahora eres mascota de una de las pandillas más peligrosas de Tokyo?, ¿Por qué mierda no me dijiste?.

Una suspiró de alivio abandono sus pulmones.

«Solo era eso...y yo que me habia preparado mentalmente para morir joven»

—O-oh... De eso se trataba–. Intento aligerar el ambiente, sin lograrlo–. V-veras... No te tengo una respuesta lógica–. La castaña alzo una ceja indignada–. D-digo, memetísiquererenunapeleaconkiyomasayterminé, de alguna forma, siendomascotadeMikeyyDraken, no de la toman en general, pero te prometo que por ahora no me a parado nada malo.

La oji rosa lo miro estupefacta tratando de armar las pocas palabras que había entendido del rubio para armar un diálogo coerente. ¿Que kiyomasa qué y qué la paz mundial cuándo?

La expresión moribunda de la contraria hizo al pobre Takemishi darse cuenta de que había hablado demasiado rápido como para que la pobre castaño lo entendiera.

Sal Conmigo Malditasea [Smile X Takemishi]Where stories live. Discover now