Conozcan gente nueva

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Han pasado un par de meses desde la ruptura de su compromiso, un par de meses desde su regreso al psiquiatra y un par de meses en que no ha comido ni bebido como debería hacerlo regularmente.

Jiang Cheng no sabe pasar procesos acompañado de nadie.
Siempre ha sido el con su soledad, el con su dolor ocultándose entre las sombras y fingiendo estar bien para poder seguir adelante.

Se enreda unas cuantas veces en sus sabanas y el impulso empieza a generarle ansiedad.
Le pican las manos, tiene que hacer algo para detenerse o empezará a morder sus uñas y cortar sus brazos, no ha asistido a su Oficina desde que su madre le dijo así que el trabajo en casa le ha mantenido con vida y frustración al grado que extraña gritarle a sus compañeros de oficina.

Se esfuerza en alzar sus brazos impulsandose hacia delante, quedando completamente sentado listo para levantarse y hacer menos mierda su existencia estando acostado.

Se mira al espejo y reacciona al pequeño pliegue de piel abultada que tiene en su estómago, ha subido de peso aunque casi no come, le causa inseguridad. Nunca había pasado de los 60 kilos desde que estaba con Mingjue, de echo, nunca había pasado de ese peso desde que su padre vivía.

Las horas de comida eran estrictas, desde nacimiento hasta la desilusión de tener un compromiso cancelado, ¿alguna vez podrá comer sin culpa? No lo sabe, deja de pensar en ello y se ducha.

Su objetivo de hoy es conocer una pequeña cafeteria que su mejor amigo le había recomendado.

"A veces hay muy poca gente que ni siquiera se escucha el ruido de algún ser viviente, y el olor de café es tan fuerte que te despierta de solo entrar."

Se toma un momento en afeitarse y peinar su cabello en una pequeña cebolla, al elegir ropa no piensa mucho y solo toma el conjunto negro con cuello de tortuga que usa casualmente.

Sale de casa y se aventura por primera vez a el mundo exterior sin estar acompañado.

TianWen esta situada casi en el centro de la ciudad del lado donde el ruido casi no llega aunque naturalmente debería de estar ahí

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TianWen esta situada casi en el centro de la ciudad del lado donde el ruido casi no llega aunque naturalmente debería de estar ahí. Es un estilo monocromático por fuera, los pilares están pintados de negro, las paredes de blanco con detalles de flores en dorado, las letras en abecedario Latin son de un color amarillo canario que descansan en la parte alta.
No es grande, es cerrada y solo un par de mesas con sillas se encuentran fuera, no hay tanta gente por que todos los clientes son empresarios que van de paso a comprar el desayuno o la merienda del día a día.

Entra y nota que además de el solo hay una pareja en la entrada del local, hablando energéticamente sin descaro alguno.

Su corazón pica un poco.

Se acerca a la barra y un joven se aparece frente a el con una sonrisa dulce y ojos tranquilos.
Su placa dice "Shi Mei" y puede deducir que si no es una broma es una ofensa.

Se pide un americano y el capricho de una rebanada de pastel de zarzamora, espera su pedido y se retira a una mesa cerca de los ventanales que dan a la avenida cercana.

Trata de concentrarse en su trabajo, verdaderamente lo intenta pero su cabeza viaja deliberadamente a la última vez que salió solo por su cuenta.

Recuerda que fue para conseguir cualquier estupefaciente que pudieran venderle, era un crío, un pequeño niño de 16 años que estaba buscando formas de acabar con su vida para evitar el tormento de vivir con su padre y no con su madre.

Se ríe por qué puede verse reflejado en los cristales, aquel muchacho tan delgado para su edad y con los mechones de cabello recién mal cortados que parecía un nido de pájaros.

Recuerda ese día, la sensación de como todo explotó dentro de el, el ardor de cada pastilla consumida y la mirada gélida de su padre.
Supone que el calor que sintió antes de quedarse dormido fue de Wen Ruohan y no de su difunto padre.

Se sacude un poco el recuerdo, no quiere pensar en cosas que quedaron enterradas junto a su progenitor.

Su orden llega, agradece y la degusta.
El pastel sabe demasiado bien, hacia muchos años no comía tanto dulce en un solo platillo, el café regusta en su paladar y la garganta y siente que puede relajarse más de una hora en esa cafetería antes de volver a su miseria en su departamento frío y solitario.

Si alguien se detuviera en la siguiente calle podría ver el hermoso perfil de un chico con lentes redondos y cabello negro pensativo observando por la ventana de una hermosa y etérea cafetería en medio de el caos urbano lleno de humo de escapes y apresuradas personas que no tienen idea de lo valioso que es el tiempo en la vida.
Si alguien se detuviera en la siguiente calle podría ver un pequeño ser que está roto en piezas las cuales se encuentran reparandose por separado y el gran cartel que dice “Fuera de Servicio hasta nuevo aviso”.
Si alguien se detuviera más cerca de la ventana podría notar las ojeras que abundan bajo los ojos de color azul que se notan cansados y un poco menos tristes que al inicio, podría notar que sus labios están temblando inconscientemente y que sus uñas están un poco más largas que la última vez que apareció en público.

Y si alguien puede ver mucho más cerca, más debajo de ese gran suéter de cuello alto y mangas anchas podrá encontrar las miles de cicatrices llenas de historia que abarcan en el pequeño cuerpo de este gran hombre.

Pero nadie se acerca, nadie observa, todos le evitan sin saber por qué y le dejan ser, solo lo dejan existir y el lo agradece al universo un momento.

Unas cuantas horas pasan hasta que se da cuenta de que su segundo café se ha enfriado y el ha terminado todo su trabajo en su portátil sin ser interrumpido ni una sola vez.
Vuelve a agradecer y voltea a la barra.

Azul y avellana chocan por un momento, gafas sobre unos y gafas sobre el otro, un color azabache sobre azabache se mezcla, el tiempo se detiene.
No entiende si tiene algo en la cara o si ha malmirado al hombre que está en la barra y no deja de verle pero quita la mirada antes de cualquier malentendido.
Se acerca el mismo mesero que le atendió desde el inicio y retira sus platos, paga la cuenta y se retira de la cafetería con mucho pesar.

Es alcanzado por alguien, no puede decir que le sorprende que es el hombre de hace rato pero se sorprende por qué ha dejado la portátil en la mesa de la cafetería sin ninguna inconveniencia.

“Gracias, debí haberlo olvidado sin querer.”

“No es nada” contesta “Ten un buen día.”

“Gracias de nuevo.” se inclina un poco y retoma su camino a casa.

Vaya nervios por una portátil olvidada.

———

“¿Entonces fuiste solo hasta haya a tomar café?”

Su madre está metida en su cocina, haciendo comidas para la semana por que esta harta de que su hijo consuma instantáneos en lugar de cosas comestibles.

“Me dijo Huaisang que era un buen lugar, solamente fui a dar una vuelta por haya."

Le resta importancia y suelta un suspiro.

Espera que intercambiar contacto con un desconocido no sea un inconveniente.

54 formas de amarse a uno mismo. (y superar a tu ex en el intento.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora