Capítulo 14

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"Una vida empieza y otra se acaba"

Ivana preparaba sus maletas, quería irse muy lejos de ahí, empezar una nueva vida, tal vez en México, en donde estaba viviendo José Miguel, solo, y con un trabajo muy provechoso, según había oído. Pero antes, esperaba la llamada de Rosendo que le confirmara que ya estaba muy lejos con la fastidiosa de su prima.

Así podía irse más tranquila.

De repente escuchó una algarabía abajo, habían gritos, al parecer de su mamá, y llanto por doquier. Hasta le dio algo de miedo, era peor que la escena en un funeral, y eso que no había bajado a ver nada.

Dejó lo que empacaba y fue a ver que sucedía, salió de su habitación casi corriendo y al asomarse por las escaleras, se quedó de piedra.

- Valentina...

No imaginó nada de lo que veía, y en el fondo, muy al fondo de su corazón, sintió algo romperse.

- Valentina, hija... - Dijo la señora Isabel acariciando el rostro de su sobrina. Las lágrimas caían una tras otra por su rostro. - Llevénla al hospital por Dios!

- Ella nos pidió que la trajeramos aquí. - Dijo uno de los hombres que había ayudado en el rescate.

Alonso dejó escapar algunas lágrimas, no podía creer nada de lo que sucedía.

- Amiga, amiga... Dime algo, por favor. ¿Qué pasó? ¿Qué te han hecho? - Gabriela se acercó y la abrazó con fuerza, deseando que la ojimiel le correspondiera.

- Está muy débil, por favor llevenla a su cuarto. - Pidió Alonso. - Iluminada, Gaby... Por favor traten de limpiarla y curarla.

Las mencionadas subieron junto con dos hombres y Valentina.

Horacio, mientras tanto, llamaba a su amigo; José Miguel.

- ¡Valentina tiene que ir a un hospital! - Gritó su tía desesperada y llorando incomprendida.

- Señora, no sabe como me duele decirlo.... Me duele el alma ver todo esto. - Alonso tomó aliento para hablar, en medio del sollozo. - Valentina sabe que va a morir y prefirió hacerlo aquí.

- Cállate. - Doña Isabel lo abofeteó. - No seas ridículo. Valentina se va a recuperar...

- Es cierto señora. - Intervino Sabino. - Lo único que la señorita quiere es estar tranquila, ella misma nos pidió traerla aquí. Sólo quiere dar su último aliento en su rancho.

- Pues yo no lo voy a permitir.

En la recámara de Valentina, estaban Iluminada y Gabriela, tratando de curar a la misma, pero aún, y lo débil que estaba, esta no dejaba que la tocaran.

- No quiero que nadie me toque. Déjenme en paz. - La castaña trató de abrazar su cuerpo. - Vayanse.

Iluminada agachó la cabeza, sabía lo que era ese sentir. Y estaba pensando lo peor.

- Por favor señorita, déjeme ayudarla.... - Iluminada con mucha paciencia trató de pasarle el algodón por la cabeza. - Yo... Yo la entiendo.

- Valentina, ¿Qué te hizo ese hombre? - Preguntó Gaby preocupada.

- Me quiero morir. - Valentina lloró desconsolada y se hundió en el agua de la tina, la cual empezaba a hacerse roja.

- Tenemos que ir a un hospital, estás sangrando mucho.

Iluminada estaba tan asustada que salió del baño, y bajó con Doña Isabel. Valentina iría al hospital, aún en contra de su voluntad.

- Me quiero morir Gaby... - Valentina se atrevió a tomarle la mano a su amiga, como hace mucho no lo hacía. - Rosendo me hizo mucho daño.. Ya no vale la pena.

... Sólo quiero estar aquí, en mi casa.

- Por Dios Valentina, no puedes dejar morirte de esa manera... Tu eres fuerte, si estás aquí es por que te aferras a la vida...

La mujer le interrumpió.

- ¡Si estoy aquí es porque quiero estar en paz! Limpia, tranquila, y con dignidad. - Valentina golpeó el agua con ira, al parecer aquel sentimiento le hacía brotar fuerza de donde no tenía. - No sabes lo que he sufrido, lo que he pasado. Si sintieras el dolor que siento rogarías llorando que la muerte te llevara.

Gabriela lloró, estaba sufriendo al ver a su amiga así.

- Ya nada vale la pena Gaby, yo no valgo la pena...

- ¡No digas eso! ¡Vales mucho, y te aseguro que superaras esto! Serás muy fuerte, como siempre lo has sido.

- Ya no quiero ser fuerte, me cansé de serlo. - Valentina suspiró, estaba realmente débil, y agotada. - Y que no sirviera de nada. Rosendo me abusó, y eso no lo puedo cambiar.

La maestra permaneció callada, llorando en silencio. Al igual que Valentina, sólo que esta lo hacía con furia.

*

Hacienda Elizalde

POV BÁRBARA

Estaba llorando en mi habitación, me sentía horrible. Le pedí de mil maneras a Gonzalo que dejara la cena para otro día, o que la terminaran ellos. Yo no quería seguir allí.

Franco aún estaba con ellos, él se había portado tan bien conmigo que dudé que lo hiciera por convicción, obraba tan bien que dudaba de su sinceridad. El me hacía sentir como si realmente le preocupara, y eso no me gustaba, porque por ahí empezaban a nacer sentimientos que yo no me permitía en estos momentos.

Lo que si debía aceptar era que me había gustado mucho todo lo que sucedió antes de que me pusiera mal, pude darme cuenta de que era un hombre muy apasionado y sabía muy bien de las artes seductoras. Tenía lo suyo, y yo le gustaba.

Aunque también ponía en duda eso, tal vez sólo era un hombre tomado que decía cualquier idiotez.

Dejé escapar una sonrisa sincera recordando lo reconfortante que había sido ser abrazada de esa manera. Pienso que los abrazos son placenteros cuando vienen de la persona que quieres, y eso me preocupaba, yo no podía querer a Franco. Y el tampoco podía quererme a mí.

Quería a Fernanda, y yo quería a mi hija de vuelta.

Me preguntaba, ¿Cómo se sentiría el amor? Era un sentimiento que jamás había experimentado. Lo describían tan bonito que me sentía tentada por él, ¿Qué se sentiría estar enamorada? Tampoco conocía de aquello, yo nunca amé a nadie, más que al recuerdo de un bebé que nunca estuvo en mis brazos. Aurora.

Pero Aurora no estaba aquí, y seguramente me rechazaba.

Daría todo lo que fuera por saber lo que era amar, y que el sentimiento sea correspondido.

Porque yo sólo tenía el amor de Gonzalo, que no era más que costumbre, y apego hacia mí, y hacia mis bellos atributos. A veces siento que ni siquiera el amor de ese anciano decrépito me pertenece, para él sólo soy un trofeo.

Lloré de nuevo, y escondí mi cabeza en la almohada, esperando que el sueño me tomara pronto. A veces, era mi única forma de escapar.


Veneno en la sangreWhere stories live. Discover now