Capítulo 64

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"Tal vez tu y yo seamos los afortunados.."

*

- Y eso fue todo lo que pasó.. - Bárbara trataba de convencer a su esposo que todo estaba bien. Lo último que le faltaba era que él también anduviera de curioso y preguntón.

- Pero mi alma, debiste decirme antes.. - Dijo Gonzalo tomando sus manos, la mujer forzó una débil sonrisa. - No pensé que Camilo volviera a tener esas actitudes, le dejé muy claro que no quería más quejas de él.

- Pues parece que no le importaron tus advertencias. - Ella miró hacia otro lado, e hizo su mayor expresión de dolor para él. - Ya no soporto esta situación..

Sus lágrimas empezaron a mojar sus ojos, y el viejo se conmovió. Inmediatamente se apresuró a abrazarla, fuertemente y con verdadera angustia, mientras que Bárbara simplemente sonreía cínica al otro lado.

Viejo ridículo, pronto me voy a deshacer de ti también.

- Voy a hablar muy seriamente con él. - Gonzalo se separó y la miró a los ojos, encontrándose con el llanto silencioso de Bárbara. - No quiero verte sufrir, mi alma..

- Entonces tienes que hacer que Camilo se vaya, es la única forma de que me deje en paz. - Se apresuró a constestar ella. - Por favor vida.

Bárbara a pesar de todo el pavor y la repulsión que sentía, se acercó para besarlo. Tomó su cara entre sus manos y le dio un beso lento, cerraba los ojos tratando de olvidar que era su cenil marido, y también que era el mismo rostro de Artemio. El hombre que tanto detestaba.

Anciaba pronto acabar con los dos de una vez por todas.

Cuando menos se dio cuenta, ya estaba debajo suyo, bajo su miraba de ojos grises, y su pesado cuerpo viejo. Gonzalo, su esposo, también se había hecho odiar. Y ahora él también era el hombre que tanto detestaba.

- Vida, hoy no... - Susurró Bárbara poniendo sus manos sobre su pecho, tratando de apartarlo. - Me siento cansada...

- Bárbara, mi amor.. Siempre me dices eso.. - Insistió el tipo. - Hace mucho tiempo no tenemos nada, ¿Qué sucede?

- Nada... - No sabía que decir, aunque en el fondo tenía todas las ganas de echarle en cara lo que él le provocaba, lo muy poco que deseaba tenerlo cerca. - Sólo estoy cansada.

- Para eso estoy yo, para ayudarte a relajar mi alma.

Sintió que él volvía a besarla, esta vez en el cuello. Nada podría salir bien luego.

Y esta vez se resignó.

Pasado un rato, el viejo dormía plácidamente después de su agotadora faena, que resultaba dejándole totalmente arrasado, y a Bárbara insatisfecha y asqueada. Ella, precisamente estaba en el baño, no sabía si es que se había vuelto intolerante a Gonzalo o es que algo le había caído mal, pero ahora devolvía todo el almuerzo que le invitó Franco.  Apenas terminaba de darse una ducha, siempre lo hacía después de haber estado con su marido, no dejaba absolutamente ni un rastro de él. No lo quería en su cuerpo.

Se puso de pie después de prácticamente haber vaciado todo su estómago, se sentía hueca, ligera, que hasta la brisa se la podría llevar. Y tenía hambre ahora.

- Maldita sea.. No.. - Dijo viendo la cajita de la prueba en el lavabo. - Tengo que deshacerme de esto, nadie puede saber...

Tomó la prueba y la aseguró en una bolsa oscura, para después tirarla en la papelera.

- ¿Qué voy a hacer? - Preguntó mirándose al espejo, pasándose la mano desesperadamente por la cabeza. - Esto no me puede estar pasando...

No sentía ninguna especie de emoción por la noticia, mucho menos un sentimento positivo. Sólo pensaba en peligro y más peligro, consecuencias, castigos, y la reacción de Artemio si llegaba a enterarse.

Veneno en la sangreWhere stories live. Discover now