7. Recuerdos Inevitables

810 84 9
                                    

Caminaba tranquilamente por aquel lugar tranquilo, aquel lugar lleno de silencio y alguna que otra mala sensación.

Sí, caminaba por un cementerio.

Di otro giro en uno de los pabellones, estaba apunto de llegar al lugar que quería. Doy unos pasos más y freno, mirando hacia abajo, observando el nombre en la lápida.

“Paola Wells Phelps, 1972 – 2007” “Mujer, hija, esposa y madre”

Suspiré pesadamente, no veía la tumba de mi madre desde que cumplí los 15. Me arrodillé justo al lado de la lápida, sentándome con paciencia, como si ella fuera a sentarse frente a mí.

-Ha pasado mucho, ¿eh? – pregunto con ironía. No sabía exactamente qué hacía allí, no habían muchas explicaciones lógicas más que quería ver por mí misma que sí estaba allí, en el cementerio.

Quería asegurarle a mi conciencia que mi madre no me podría lastimar más, que ya no estaba.

-¿Cómo te va en el infierno? – la ira en mi voz era notoria, no mentiré, le tengo un gran rencor a la mujer que se suponía que me había parido.

-No es bueno decirle eso a los muertos – se oye una voz detrás de mí. Me giro un poco para ver a aquel rubio, aún desconocido para mí, de pie a una poco distancia de donde estaba sentada.

-Hola – me limito a responder, volviendo la mirada a la tumba.

Siento como se acerca y para frente a la tumba, mirando la lápida.

-Tengo tus papeles – me dice y por sobre mi hombro noto un sobre manila, lo cojo y lo meto en mi mochila.

-Gracias por ayudarme.

-No hay de qué, ahora somos manada, eso hacemos, nos ayudamos.

Le Sonrío, siento como se sienta un poco lejos de mí, viendo en dirección a la lápida.

-¿Quién es? – consulta Poe con tranquilidad.

-Nadie que importe mucho – menciono con incomodidad, mientras me levanto de mi lugar y tomo mi mochila. Cuando estoy de pie, Poe me examina con la mirada, detallando todo en mí.

Agacho la mirada con inseguridad, veo mis jeans pegados de tiro alto, veo mi camiseta holgada pero sujeta al borde de mi pantalón.

-¿Qué? – le pregunto con inseguridad de que me vea mal.

-Nada – dice Poe y me muestra una sonrisa de lado, coqueta – te ves muy bien con ese jean, pero te verías mejor sin él – piropea y yo frunzo el ceño, fastidiada.

-Agh, vete infierno también – digo y me alejo de allí, caminando despacio. Escucho una risita ronca y luego pasos que me siguen.

-Era broma – me dice cuando está al lado -, a no ser que tú quieras – alza las cejas de manera seductora y yo le muestro en dedo de en medio.

Poe vuelve reír.

-Poe.

-¿Sí?

-Tengo dudas sobre todo esto.

Nos encontrábamos caminando a la salida del cementerio, uno al lado del otro.

-Suéltalas.

Freno en seco y me giro un poco para verlo.

-¿Han intentado no matar?

La pregunta parece tomar por sorpresa a Poe, quien suspira un poco, como si fuera un tema del que le cansaba hablar.

-No tenemos razones para intentarlo. Matamos porque nos gusta, no hay razón para intentar no hacerlo – dice con simpleza -. Es nuestra naturaleza, Ava, es sencillo. Nos criamos sin remordimiento por matar, por ende no deseamos dejar de hacerlo. Para mí, matar es arte, hay muchos métodos que lo hacen mucho mejor. Así de simple – culmina.

InverosímilWhere stories live. Discover now