𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷

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"𝑬𝒔𝒐 𝒆𝒔 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒆𝒏 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒊𝒆𝒏𝒔𝒐 𝒂𝒉𝒐𝒓𝒂"

𝐉𝐚𝐳 𝐁𝐚𝐫𝐝𝐞𝐧

Las hojas del árbol entran a través de mi ventana junto con los rayos del sol, el silencio debuta en la habitación mientras hago pequeños trazos con lápiz de carbón en papel blanco, acostada en el sofá, agotada de la larga noche de insomnio.

Escucho como gritan mi nombre detrás de la puerta, Florence. Lentos pasos al llegar a ella para terminar de tomar mis cosas.

—Ah hola, buen día. ¿Lista? —dice dejando un beso en mi mejilla.

—Buen día, claro.

El trayecto de casa hacia la universidad es de trece minutos. La música a todo volumen, las risas que nunca faltan y el olor a café en el coche generan una satisfacción en mí. Esos agradables momentos terminan cuando llegamos al estacionamiento y cada uno toma sus caminos.

Al tomar la primera clase del día, voy al taller de los diseñadores y observo como mis compañeros tienen prendas asombrosas, creativas, con un concepto definido y único, mientras que las mías carecen de todo lo anterior.

Cerca del taller se encuentra una sala en donde puedes meditar y relajarte, pero nadie va, o es lo que he visto, así que ahí es donde dejo pasar el tiempo cuando estoy sola. Tomo lugar y saco de mi portafolio uno de los dibujos que no termine esta mañana. Elijo una canción, una que pare mi sentir y que deje fluir libremente este mar de pensamientos en extraños trazos.

Days like this shape pomegranate hips...Girls like hankerchiefs all unfurl.

Muevo la hoja de un lado al otro para que se me facilite dibujar, pero hay una pequeña parte que no me está saliendo como quiero.

Your laugh's a dandelion whirl...From the window everycolor swirls...With my blue bird heart, I'm a singing girl.

Admito que la música me distrae un poco, bajo el volumen solo un poco y cuando lo hago escucho la voz de alguien. Por curiosidad detengo la música.

—Solo recuerda que tú mereces todos los sentimientos bellos.

Volteo hacia donde proviene aquella voz y lo encuentro a él. Tres bancas detrás de mí del lado contrario, ojos entrecerrados y la cabeza echada hacia atrás, parece concentrado o tal vez cansado. Sin pensarlo mucho me centro en lo mío, cambio la canción y empiezo a recoger mis cosas antes de que el abra los ojos de nuevo.

Salgo de mi banca para tomar el camino que da hacia la salida del salón, lo busco brevemente en la habitación, pero él ya no está. No pienso darle mucha importancia, quizá molesto un poco.

Al abrir la puerta del salón, quedamos frente a frente. Le sostengo la mirada por cuatro segundos. Solo por cuatro, porque un segundo más y me da un ataque de risa.

En su torso lleva una camiseta azul marino sin mangas, pantalones desgastados, botas negras de cuero, anillos por sus dedos y una cámara de aspecto antiguo que cuelga de su cuello hasta su torso.

Sus ojos recorrieron mi cuerpo lentamente. Seis segundos exactos. No lo culpo, hice lo mismo con él.  Al momento en que se acerca hacia mí, extiende su brazo derecho para bajar los auriculares y dejarlos en mi cuello.

—Tienes una linda voz—dice mientras camina lentamente por el pasillo hasta darme por completo la espalda, antes de desaparecer de mi vista se detiene y vuelve a mí.

—Hasta luego... Jaz.

Admito que lo primero que salió de su boca hizo que se marcara una espontánea sonrisa en mi rostro, pero lo que dijo después me dejo en duda. ¿Cómo sabe mi nombre?, ya pensaré en eso después, tengo mi última clase y necesito concentrarme en ella y no en él.

Una tienda de discos, una florería y una vieja librería, era parte de lo que veía mientras regresaba a casa, caminando entre largas calles que hacen que piense aún más. Antes de llegar, me quedo en el parque frente a mi departamento, sentada en uno de los columpios.

Con ese sentimiento de soledad pura que no mata.

Escuchando el cantar de las aves que vuelan cerca de mí.

Pensando en aquel desconocido que hoy vi.

Una oportunidad para amarWhere stories live. Discover now