𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟹

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"𝑬𝒍 𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒆𝒙𝒑𝒓𝒆𝒔𝒊ó𝒏 𝒅𝒆 𝒎í 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓"

Cuatro meses después

𝐉𝐚𝐳 𝐁

¿Podrá el arte llenar mi vacío y curar este débil corazón?

Es la duda que tengo en mente mientras camino con tranquilidad por las calles necesarias para llegar a la galería de arte, en donde la profesora nos citó. Acompañada del atardecer, con fresas entre la boca, curiosidad y silencio, observó a las personas que entran y salen por las puertas.

Apenas trece minutos más tarde, las indicaciones de la señorita Agnes hacen eco por los pasillos, mismos en donde las paredes blancas dejan de ser aburridas por aquellas obras llenas de vida.

—Solo un detalle que olvide mencionar, son las siete cuarenta y cinco de la noche y la galería cierra a las ocho. ¡Suerte, chicos! —dice con una bella sonrisa en su rostro, mientras que la mía se desvanece al pensar en el tiempo que queda.

Un campo de flores sobre lienzo, personas que carecen de armonía sobre tela, naturaleza muerta en madera y una extraña mirada de arcilla que me persigue, tomo de todas un poco hasta llenar hojas escasas de color.

Aprecio con detalle cada obra que encuentro. Es así como una de las pinturas se apodera completamente de mí, las pinceladas tiran de mi cuerpo, hasta ser yo la chica que está sentada en el pasto dejando fluir sus pensamientos. El arte y yo en este instante somos uno mismo.

Mientras subo las escaleras que están rodeadas de grandes ventanales, soy capaz de ver como la luna me acompaña a la búsqueda de inspiración y de consuelos.

Al subir el último escalón del segundo piso encuentro un vacío, junto con los primeros segundos de Can't keep My Cool. En busca de un sentir que me acaricié, camino a paso lento y es entonces cuando lo encuentro.

Dos almas unidas por un delgado hilo rojo, de artista anónimo.

—La obra cuenta la historia de dos personas que se enamoraron con locura y pasión, sintieron tanto que los aterró y poco a poco los alejo. Entre todo lo que una vez fue, solo les quedo un delgado hilo rojo con todos aquellos sentimientos que compartieron y que se desvanecieron ante el miedo de amar.

Al escuchar una historia digna de llanto y esa voz que ya había escuchado antes, lo miro a él frente los colore azules, lo miro a unos cuantos centímetros, lo miro mientras me dominan los colores cálidos, amarillos, ocres. Pensando en que el miedo a amar y ser amado es como el miedo a las polillas. ¿Yo seré capaz de sentir tanto por alguien?

No tardo mucho tiempo en acompañarme a la salida. Cuando lo siento cerca, me muero. Pierdo la razón, el tiempo, y en mi ser gana el temor.

—Creí que no volvería verte Jaz.

—Y yo que no me recordarías —dije con la vista perdida en las estrellas. Deseando que así fuera, que no me recordara.

No dijimos nada por bastante tiempo.

—¿Puedo saber tu nombre? —pregunté.

—Llámame Ash —responde mientras se levanta y extiende sus manos en busca de las mías para que haga lo mismo. Le correspondo suavemente, tan suave que puedo apreciar lo cálidas que son sus manos.

Y de nuevo, parece que todo se esfuma. Incluso el temor y la vergüenza.

En seguida llegan mis amigos, pitando tan fuerte para que suba al auto lo más rápido posible, ya que no se estacionaron y el semáforo estaba por cambiar.

Es entonces, cuando entre risas solo dije:

—Hasta luego, Ash.

Mientras veo las estrellas brillar, considero que, en cada rincón dedicado a la expresión, se encuentra un sentir. Uno plasmado en obras que al contar su historia son robados por personas como yo, en donde muchas veces alivia el alma y cura un débil corazón, incluso si este se resiste.

Una oportunidad para amarWhere stories live. Discover now