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Reina Oscura.

Quería hacerlo, de verdad que sí.
Quería romperlo todo, romperse ella y todo lo que la rodeaba.

Solía pensar que su simple tacto, aliento o caricia, marchitaba la bondad que circundaba a su alrededor.

Gritó, rasgó y vertió lágrimas sobre sus propias heridas, destrozó cada milímetro de su alma, cual tétrica metáfora.

Sabía que lo estaba haciendo de forma errada.

Notó el frío tras ella y se contuvo para no enfrentarlos, para no darles el placer de, una vez más, agarrotar su maltrecha cabeza.

Pero no pudo.

Y alzó la vista, dio media vuelta y enfrentó aquellos ojos cargados de veneno y oscuridad.

Estaba cara a cara a sus demonios, y esta vez, no sería ella quien acabara doblegandose.

Esta vez, ellos se arrodillarían ante su reina.

Un miedo no avanzaría, desafiando a su creadora. El control era mental, y su rabia absoluta.

No pensaba abandonar el tártaro sin vencer a todos y cada uno.

La reina oscura no era debilidad. Era falsa amabilidad, enmascarada.

Crueldad absoluta hacia su propio ser, cuerpo y esencia.

Efecto MariposaWhere stories live. Discover now