Capítulo 5: La chica que soñaba con campos de amapolas

272 37 40
                                    

La mente es el peor verdugo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


La mente es el peor verdugo. Eso lo descubrí cuando era muy pequeña, pero aún no era consciente de lo que me sucedía.

-La verdad es que has ido a escoger una época un poco mala. La gente suele venir cuando el invierno ya ha dejado atrás su rastro -explica Desk con la mirada al frente y una sonrisa de boca cerrada. Parece tranquila pero se le forman un par de arrugas en el entrecejo por la concentración. -. De todas formas para despejarse es un buen destino. O para huir.

La miro fijamente mientras conduce, y ella ríe por lo bajo.

-No estoy huyendo. -aclaro demasiado seria.

Tuska desde el asiento trasero, ha dejado de juguetear con los dados pornográficos de peluche que le han tocado en la maquinita del bar. Nos observa en silencio.

-¡Era broma, tonta! -ríe Desk con descaro. Empiezo a creer que es una de sus marcas, esas que todos dejamos notar alguna vez. Y no sé si me termina de gustar. -. Tienes una vibra misteriosa pero no pareces una asesina.

-¿Cómo lo sabes?

Tuska se ha asomado entre los asientos.

-No llevaría en mi coche a una asesina. Y menos si es a una finca espeluznante en medio del bosque.

-Ya, pero -Tuska gira la muñeca -. ¿Y si la llevas pero no sabes que es una asesina?

Desk sonría.

-Lo sabría.

-Ya, pero ¿cómo?

Le empujo la cabeza hacia atrás con la palma de la mano.

-Eres un poco rarito, ¿lo sabes? -pregunta la morena.

-Es un grano en el culo. -digo.

Tuska no se molesta en ofenderse.

El resto del camino me dedico a cambiar las canciones del reproductor de Desk. Tiene un gusto variado y de lo más curioso.

Pero por mucho que lo ignore, o trate de hacerlo. La opresión en el pecho, la sensación de no avanzar en el espacio tiempo y mi pierna dando puntapiés a la alfombrilla, me desespera. Es una de las muchas cosas que últimamente parecen haber ido a peor. Cierro los ojos con fuerza tragando sonoramente, con la lengua seca y la respiración algo pesada.

-¿Te encuentras bien, nena? Estás muy pálida.

Justo cuando escucho la pregunta de Desk noto una mano sobre mi hombro. Mi pecho se relaja en cuanto Tuska, que ha pasado el brazo por el asiento me acaricia la nuca, ahora, con los dedos.

Asiento.

-¿Segura? Podemos parar o...

-No -niego -, ¿te importa si bajo la ventanilla?

-No, claro -Desk me la señala con una mano girando la cabeza para mostrar su despreocupación. -. Tu como en tu coche.

-Ella no tiene coche. No sabe conducir. -cuenta Tuska.

Efecto MariposaWhere stories live. Discover now