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Jackson:

El sabor de sus labios esta vivido en mi mente y volver a sentirme resurge el recuerdo junto a lo que me hace sentir ahora, su boca sigue sintiéndose pequeña sobre la mía y me encanta ser el que guíe la danza de lenguas.

Tímida y delicada, es así como fue mis primeros besos con una inexperta Courtney Volker, preocupada de si debe estar haciéndolo bien o a donde nos llevaría un solo beso y eso formo parte de mis noches con ella.

Noches como ahora.

Saboreó su boca y le aprieto las mejillas con las manos, se de lo que son capaces esos labios así que deseo recordárselo, quiero que me bese como siempre me ha gustado y no que me corresponda como si fuera una inexperta, como si fuera la niña que recién aprende a besar.

Le devuelvo la memoria con cada segundo y nuestras bocas se tocan una y otra vez disfrutando de lo delicioso que es besarse, la hago jadear hasta robarle el último aliento y retrocedo mirando sus mejillas acaloradas.

Mi pecho sube y baja, mi boca quiere más, quiero más sin embargo su expresión.

¿Va golpearme?

Lo merezco y eso no quita que me devolviera el beso, es más, golpearme me llenará de más satisfacción, pero actúa diferente a lo que creía tomando un camino distinto, Courtney ingresa a la casa sin voltear y se encierra en ella.

Que mierda...

¿Es todo?




(***)




—¿Mala noche? —Joe me recibe con una sonrisa burlona.

Cierro la puerta y hago una mueca mientras él se ríe y regresa a los deberes que tiene sobre la mesa.

¿Tan evidente y decepcionado me veo que solo basto mirarme?

—¿No es muy pronto para los exámenes? —Tomo la pelota de antes y me acuesto sobre el colchón, arrojándolo contra la pared.

Busco tema de conversación que borre mi atención en mí, no es que no la disfrute, pero si es sobre esto prefiero que lo olvide y no quedar como ridículo.

—Prefiero ponerme al corriente, el primer año es chocante para muchos y es cuando la mayoría da un paso al costado.

Se concentra en sus libros y sigue hablando.

—¿Entonces si fue mala noche? —Insiste joder.

Coutney regresa a mi mente y la boca me arde. Mierda.

—¿Qué te importa?

—No me importa, busco un tema que tratar. —Se pone de pie y abre la pequeña nevera que nos dan a cada habitación, saca una lata de Red Bull, el cual tiene escrito su nombre. —Pero no puedo obligarte a que me cuentes algo que te incomode.

—Yo no estoy incómodo.

—Claro.

—¡Hey! —Lo llamo cuando está a punto de cerrar la nevera. —Pásame uno.

—Los tengo contado.

—¿Y?

—Consíguete los tuyos.

Más que una apuesta (#4 Amores Y Apuestas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora