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Courtney:

¿Ir de pesca en un momento como este?

¿Esta de broma?

Mis manos se forman puños y suelto.—¿No sabes respetar el dolor ajeno?

Las cejas se le juntan más.

Y no me quedo callada.—Lamentablemente para mi fuiste testigo de todo y sabiendo eso deberías tener más humanidad de vez en cuando, porque no empezar por esto. —Le regreso la caña de pesca, pero no lo recibe. —No estoy jugando.

—Yo tampoco.

Ambos callamos y luego el...

—Te di toda la semana. —Menciona confundiéndome.— Te otorgue espacio y no te hostigue.

Lo escucho y paso la saliva.

—¿Entonces piensas que después de una semana yo ya voy estar bien? —Le suelto y el calla. —¿Quién eres? ¿Eres quien decide cuando dejara de doler? Si es así haberlo dicho antes. —Los ojos se me llenan de lágrimas. —Dame la maldita cura para que deje de doler.

Lloro frente a él, que vergüenza, pero no puedo parar, me cubro la cara con una mano, como si eso ayudara si ya sabe que estoy deshidratándome en lágrimas.

—No tengo una cura, Volker.

Quiero gritar, quiero hacer tantas cosas para sacar lo que siento, incluso maltratarme las manos al golpear una pared o algo.

—Llora. —Lo escucho decirme ahora. —Si así te sentirás mejor hazlo.

Idiota.

—Mejor afuera que adentro ¿No?

—Eso lo sacaste de Sherk. —Logro decir.

Aprieto la caña en mis manos.

—¿Nos vamos?

—No vas a lograr nada.

—Te sacaré de aquí, con eso ya es lograr mucho, Volker.



(***)



Traigo sandalias, un pantalón nylon y una camiseta corta en los hombros, pero ancha hacia abajo y todo eso lo llevo mientras estoy en un bote con Darell, esperando a que algún pez atrape nuestra carnada.

Los alrededores están casi vacíos y llevamos bastante tiempo aquí, apenas hay una pareja de pescadores.

O mejor dicho había..

—Y ahí van los últimos. —Digo con la cara apoyada sobre mi mano.

Darell se inclina a observarlos y regresa su atención hacia las cañas que esperan que un pez caiga.

—Mejor, más privacidad, es más deberías agarrar esto y ponerte a gritar.

Arqueo una ceja.

—Solo digo.

—Nos dará la noche aquí. —Miro el horizonte y así es, el sol ya se está poniendo. —A puesto a que ya se fueron a dormir, tu carnada llego muy tarde.

Intento pararme y el me da una mirada, hago una mueca y vuelvo a dejar caer el trasero sobre el asiento.

No sé qué espera lograr o que motivos tiene, así que solo adivino.

Más que una apuesta (#4 Amores Y Apuestas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora