· ੈ ‧ .· ✹ · ▌𝐅𝐀𝐋𝐋𝐄𝐍 . . . ❛ i still remember the first fall of snow and how it glistened as it fell, i remember it all too well ❜
𖥻 Vega Grace siempre había llevado una
vida apartada de la de los demás, se sen...
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००० ━━━ ❛ come with me ❜
Varios días habían pasado desde la cena de Navidad en la de los Black y las cosas volvieron a la normalidad para Sirius, no más orgullo en los ojos de sus padres, no más Vega, no más Regulus riendo de sus chistes... nada. El pelinegro se encontraba en su habitación golpeando una pequeña pelota contra la pared, cuando alguien tocó la puerta.
Sirius se levantó para ver quien era, para encontrarse con Kreacher, rodó los ojos antes de hablar ─ ¿Qué quieres?
─ La ama dijo que le avisara al señorito traidor que la cena ya está lista, que baje de inmediato.
─ Sabes, Kreacher... un día de estos me sacarás de mis casillas y te voy a planchar las orejas a ver si aprendes a respetarme un poco más.
El elfo molesto, se marchó en la dirección contraria farfullando maldiciones hacia el mayor de los Black.
Después de hacerlos esperar un poco, solo para hacerlos enojar, Sirius se dirigió hacia el comedor del Grimmauld Place para tomar la cena, porque tal vez detestaba a sus padres, pero no se iría a la cama sin comer.
─ Llegas tarde. ─ Dijo Walburga.
─ No me importa.
─ Pues mejor que sí, porque a la próxima tendrás que comer las migajas de los elfos.
Sirius rodó los ojos y comenzó a comer el plato de crema de queso frente a él.
Al paso de un rato, los cuatro miembros de la familia Black se encontraban en el postre, Sirius hacía más ruido del necesario cada que se metía un bocado del pastel de moras a la boca, haciendo que sus padres le dieran malos comentarios sobre sus modales en la mesa.
─ ¡DEJA DE COMER COMO UN ANIMAL, ORIÓN!
─ ¿Qué decías, perdón?
Walburga se levantó de su asiento quedando frente a él ─ A la próxima que vuelvas a hacer algo así, te voy a hechizar.
─ Adelante ─ Dijo sin quitar la mirada de su platillo.
─ Orión, dile algo a tu hijo.
─ Sirius, obedece a tu madre.
─ Tú no eres mi madre.
─ ¿Disculpa?
Sirius se levantó, quedando a la altura de la mujer frente a él ─ Que tú no me quieres, toda la vida te esforzaste por hacerme el hijo perfecto, porque es todo lo que te importa, jamás sentí que tu amor, jamás demostraste querer algo bueno por mí realmente.
─ No sabía que eras tan sentimental, hijo.
─ Ojalá Euphemia fuera mi madre y no tú.
Y pareció que esa fue la gota que derramó el vaso, ya que en seguida, la señora Black alzó su varita en su dirección, lanzando un hechizo aturdidor que lo hizo retroceder varios pasos.
─ Anda, hechízame, asesíname si eso te hace sentir mejor, pero nunca cambiarás lo que pienso.
Walburga siguió lanzando más y más hechizos, mientras que Sirius se hacía el fuerte por no demostrar cuán débil se sentía, Regulus los miraba alarmado, no le daba más que unos minutos a su hermano y caería, lamentablemente, ni eso iba a detener a su madre, y tampoco es como que fueran a llevar a Sirius a San Mungo, así que volteó a ver a su padre buscando algo de ayuda, pero este no prestaba atención a la escena, ya que leía El Profeta mientras tomaba algo de té.
─ Padre...
─ ¿Eh? ─ El castaño oscuro señaló a su madre y a su hermano ─ Ah sí, Sirius, a tu habitación.
Walburga iba a protestar, sin embargo fue detenida ─ Pero..
─ Dije que tu habitación y sin protestar.
─ Sí, me iré a mi habitación ─ Dijo Sirius con pesadez, su cabello estaba desordenado, su frente sudada y se sostenía con una mano el área de su costilla derecha ─, pero a empacar, ¡PORQUE NO PIENSO SEGUIR VIVIENDO UN DÍA MÁS EN ESTA CASA DE LOCOS!
─ ¿Y quién recibiría a un bastardo como tú, eh?, ¿Tu amigo Potter? Si esos traidores te aceptan en su casa es porque te tienen lástima.
─ No... no eso no es cierto.
Walburga siguió gritando, sin embargo, Sirius ya se había ido, y Regulus no tardó en correr detrás de él.
El menor de los Black, entró a la habitación de su hermano sin tocar la puerta y no se sorprendió cuando lo vio empacar.
─ ¿Qué haces?
─ ¿No lo dejé muy claro en Navidad? Largándome.
─ Sirius no...
─ Regulus ─ Sirius se acercó a él tomándolo por los hombros ─ No puedo... no puedo quedarme, aquí nadie me quiere y no quiero seguir viviendo así.
─ Yo te quiero... por favor no te vayas.
─ Ay Reg... ─ El mayor abrazó a su hermano, pensando en qué hacer, quedarse no era ni siquiera una opción, pero tampoco quería dejar a Regulus, esperaba alguna señal divina que le dijera qué hacer ─ ¡Ya sé, ven conmigo!
─ Pero Sirius...
─ Acompáñame Reggie, vámonos juntos.
─ Pero los Potter no me van a querer, no...
─ Hey, Reg, no todo lo que dicen Walburga y Orión es verdad, ellos son buenas personas, te lo prometo.
El menor pareció considerarlo ─ Está bien, iré contigo.
─ Bien, empaca pocas cosas, solo lo que necesites, Reg.
Ambos hermanos se apuraron para empacar sus cosas y salir de su casa lo más pronto posible, sin embargo, en la puerta se encontraron a su madre, quien volvió a hechizar a Sirius y a Regulus esta vez también, lo que los hizo suspirar con alivio cuando estuvieron en la calle.
─ Estamos aquí...
─ Sí, no tenemos nada...
Los dos se miraron por varios segundos y comenzaron a reír escandalosamente, era verdad, para dos jóvenes que siempre habían vivido con todo tipo de lujos, esta vez no tenían absolutamente nada, más que su ropa y algunos galeones que habían alcanzado a tomar, y nunca habían estado más felices.
─ ¿A dónde vamos? ─ Preguntó Regulus.
─ Al Valle de Godric, con los Potter.
─ ¿A la casa de Ava?
─ Sí, a la casa de... espera, ¿Cómo conoces a Smith?
─ Bueno...
─ Ay no, ¿Ustedes...?
─ ¡NO, SIRIUS! Ella es mi mejor amiga, como mi hermana.
─ Yo soy tu hermano.
─ Ella lo fue cuando tú eras imbécil.
─ Yo no era... ─ Sirius se detuvo ante la mala mirada de su hermano ─ bueno, no importa, vamos.
Los hermanos Black fueron bien recibidos en la casa de los Potter, Sirius estaba feliz de poder vivir con ellos y con el hecho de que hubieran recibido tan bien a Regulus y el menor... bueno, él no podía sentirse mejor, iba a recuperar su relación con su hermano y vivir con su mejor amiga, ¿Había algo mejor?
