🦴 Capítulo 61.

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Y sin embargo, desperté...

Aún era de noche. La única luz que había en la habitación era aquella que entraba por la ventana, pero era más que suficiente para que pudiese intuir con facilidad las sombras. Me sentía extenuada y mi mente estaba muy espesa. Mis brazos se sentían con frío, así que traté de tirar de la fina manta para recoger un poco de calidez... Al hacer eso sentí la presión de algo puntiagudo que se me clavaba en el vientre. Era la pata estirada de Way, intentando apartarme. Aquello me hizo sonreír, inconscientemente... Tanto ella como Neptune eran dados a exigir su espacio mientras estaban dormidos, aunque luego tampoco quisieran dejar de estar acurrucados conmigo. Eran adorables... Y fue entonces, al pensar en aquello y en el bitty, que los recuerdos se abrieron paso por mi memoria...

La pelea, el caos, el castigo y la crueldad... Incorporándome deprisa dirigí mi mirada a la estantería, presa del terror. Estaba vacía. La culpabilidad y el miedo se excitaron en mi corazón, exhortándome que me levantase de mi cama y los buscase. Y eso fue lo que hice. Sin preocuparme siquiera por ponerme las zapatillas, corrí descalza por la habitación, casi chocando con la puerta por la inestabilidad de mi cuerpo ante tantos movimientos abruptos. Pero no me importó. Me movía por pura desesperación y pánico. Les había hecho algo horrible. Necesitaba saber que ellos estaban bien... No tenía tiempo para preocuparme por mí misma.

Crucé el pasillo también a la carrera y, cuando llegué al salón, donde los había dejado la última vez, volví a estrellarme contra el tablón de madera, pero esta vez utilicé el impacto para bajar el pomo y abrir la puerta. Jadeando, recorrí la habitación con ansiedad. Y una poderosa oleada de alivio me envolvió.

Acurrucados en el sofá, los cinco monstruos se agolpaban en un corro. Mercury, Venus y Saturn estaban aún despiertos, conversando sobre alguna cosa, mientras sostenían a Neptune y Pluto, quienes, antes de mi torpe aparición, habían estado durmiendo. Ahora, sin embargo, todos ellos miraban hacia la puerta que se había abierto de forma súbita; los anteriormente dormidos algo exaltados. Verles allí hizo que mi tensión se soltase un poco, por lo que mi propio cuerpo cedió bajo el peso del alivio, haciendo que tuviera que agarrarme a la manilla del pomo con fuerza para evitar caer. Aún estando en estado de conmoción, el único que se recuperó lo suficientemente rápido como para reaccionar fue el Omni, quien terminó por levantarse y dar un paso hacia mí... Al verlo aproximarse, la emoción se rompió en mi interior... El miedo y la culpa me hicieron gemir su nombre en medio de un sollozo...

—Mercury...

Ante el sonido lastimero me llevé una mano a la boca, tratando de evitar hacer más ruido, pero las lágrimas me recorrieron el rostro sin poder evitarlas... El bitty más mayor ignoró todo aquello y, con una expresión que oscilaba entre el cansancio y la comprensión, alzó su brazo izquierdo para invitarme a que acudiese a su lado.

—Lo sé, señorita... Acérquese.

Bajé la cabeza, intimidada por sus palabras, pero acabé por acceder a seguir su petición. Dando pasos cortos, acabé por llegar a su altura. Me dejé caer de rodillas para sentarme en el suelo y apoyé los brazos en el sofá, aún intentando frenar las lágrimas con las manos.

—Lo siento... De verdad... Perdonadme. Por favor... Lo lamento mucho... —No paraba de murmurar esas palabras, una y otra vez...

Los bitties me observaban, petrificados, al parecer sin saber bien cómo actuar. El único que se atrevió a acercarse a mí era el Omni, quién se sentó de rodillas a poca distancia, sin llegar a tocarme. Venus se puso en pie, pero no se movió de aquel lugar, centinela.

—Dew... Tranquilízate —pidió Mercury, en un intento de cortar mi letanía de disculpas—. Necesito que te calmes. Está todo bien...

—No me odiéis... No debería haberos hecho eso. Lo siento... Por favor... Fui cruel. Perdón —proseguía, sin escuchar las palabras del Gasterbitty. —Me arrepiento de verdad... No debí decir eso. Disculpad, chicos...

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora