Capítulo 5.

5.9K 585 28
                                    

Desperté demasiado entumida, mis brazos se negaban a moverse y mis piernas estaban totalmente rígidas, lo único en mí que podía mover eran mis ojos, pero solo eso, ni siquiera mis parpados se abrían, la ansiedad de no poder mover ninguna de mis extremidades empezaba a crecer dentro de mí, mientras que mi cerebro gritaba inútilmente ordenes que no podían ser cumplidas.

Traté de girarme, de levantarme, de hablar o simplemente de abrir los parpados, pero lo único que lograba era sentir como mis globos oculares se movían de un lado a otro en la oscuridad y el constante movimiento de mi estómago que se provocaba gracias a mi respiración.

Estaba viva, viva pero quieta como una roca.

Mis oídos emitieron un pitido y entonces pude escuchar todo lo que pasaba afuera, el viento soplaba, las ramas de los árboles crujían y un gruñido se escuchaba demasiado cerca ¿Un oso? ¿Un zorro? ¿Un alce?

Mi cuello empezó a sentirse oprimido, dos manos presionaban mi tráquea y el aire estaba empezando a cortarse, mi cerebro activo una alarma y yo empecé desesperarme, traté de moverme con todas mis fuerzas para quitarme de encima a aquella persona.

-¡Largo! –Quería gritar- ¡Déjame en paz! ¡Ayúdenme!

Mi cuerpo reaccionó de pronto, las manos dejaron de estrangularme y yo me senté de un tirón. Mis parpados se abrieron de golpe y observé el interior oscuro de mi tienda de campaña, mis compañeras estaban dormidas y no había nadie más que nosotras.

El descubrimiento que hice activó la parte de mi cerebro que se encarga de usar la ciencia como base y entonces me di cuenta de que había sufrido solo una parálisis el sueño.

Observé mi alrededor, había solo un poco de luz proveniente de afuera, lo que solo podía significar que estaba haciéndose de día. Tuve la idea de volverme a echar y tomar una siestecita mientras todos despertaban, pero mis necesidades biológicas empezaron a presionarme y tuve que arroparme para salir afuera en busca de un arbolito que regar.

Afuera todo era blanco y gris, el mundo frente a mí se adornaba monocromáticamente, era helado, pero extrañamente hermoso y yo iba a arruinarlo haciéndole pis encima. ¿Siempre arruinaba todo?

-No Jen, no siempre arruinas todo –dije para mí misma mientras miraba hacia las tiendas de campañas de los otros.

La tienda de los chicos tenía una luz encendida así que decidí que era una buena idea vaciar mi vejiga algo lejos por si Dominic estaba despierto y se le ocurría ir a fotografiarme cuando hacía del baño, lo cual esperaba que nunca pasara porque era realmente horrible y perturbador.

La nieve había dejado de caer como tormenta, pero aún caía y eso me hacía pensar que se me iba a congelar todo el trasero. Maldición como odiaba ese lugar, por más hermoso que fuera él y yo éramos tan opuestos como agua y fuego.

Camine hacia la derecha, luego un par de pasos a la izquierda y volteé para asegurarme de que los árboles hacían su trabajo y no podían verme desde el campamento, pero no hacían lo suyo así que yo tuve que caminar un poco más hacia la derecha y enfrente para perder de vista el lugar, me puse detrás de un árbol e hice lo mío.

Finalmente después de sentir un alivio notable giré sobre mis talones dispuesta a regresar al campamento, camine un par de pasos hacia la izquierda esperando poder encontrarme con la visión de mi hogar temporal, sin embargo solo encontré árboles y nieve. Seguí caminando con un paso constante y veloz, necesitaba encontrar el campamento, no podía estar muy lejos.

Pero lo estaba, porque cien pasos después este seguía sin aparecer, yo había simplemente caminado un par de pasos ¿Cómo me había perdido?

-¡Becky! –grité mientras regresaba por donde había venido.

InviernoWhere stories live. Discover now