La cocina

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Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.

La cocina

Yumi limpió la bañera nada más levantarse, eliminando cualquier resto de jabón de la superficie blanca y la aclaró con esmero.

Se puso ropa cómoda y abrigada y abrió la puerta con sigilo. No había nadie en el pasillo, tampoco era como si lo hubiera esperado, aunque encontrarse a alguien saliendo de su cuarto no habría sido extraño. Se guardó la llave en el bolsillo del pantalón, cerró asegurándose de no hacer ruido y bajó las escaleras. Por un momento se sintió como si estuviera en Kadic, moviéndose por las escaleras en silencio procurando que Jim no la pillara en un sitio en el que no debía de estar fuera de horario. Aquello casi la hizo reír, se preguntó si los demás tendrían la misma sensación o si sólo le pasaría a ella.

Se encontró a Sissi tras el mostrador, revisando algo en el ordenador con el ceño fruncido. Yumi pensó en lo raro que era verla en aquel rol de empresaria, tal vez, porque siempre mostraba aquella cara infantil, caprichosa, cruel y cabeza hueca que la había sacado de quicio en Kadic.

—Buenos días —la saludó.

—Buenos días —respondió alzando la vista para mirarla—. Eres la primera en levantarte.

—Lo imagino, no podía dormir.

El ceño de Sissi se frunció un instante y, como si recordase algo importante de repente, lo relajó.

—¿No te ha parecido cómoda la suite?

—Oh, no, no es eso —respondió Yumi sonriéndole—. El colchón es muy cómodo y hay mucho silencio. Es que me cuesta dormir la primera noche en un sitio nuevo.

Sissi la miró con curiosidad tal vez preguntándose si no tendría también algo que ver Ulrich, aunque no dijo nada. Asintió y se puso en pie.

—No esperaba a nadie tan temprano. Puedes ir al comedor mientras preparo el desayuno, pero tardaré un poco.

—¿Te importa si te ayudo? —inquirió Yumi, Sissi se quedó inmóvil, sorprendida—. Me voy a morir de aburrimiento ahí sola y prefiero echarte una mano. Estoy acostumbrada a prepararme el desayuno en casa.

»Además, así no tendrás tanto trabajo y podremos hablar un rato sin Odd y sus bromas tontas.

—Vale.

Siguió a Sissi hasta la cocina. Se lavaron las manos y Sissi le ofreció un delantal negro con el nombre del hotel bordado en blanco, que se puso sin dudarlo un instante.

—Puedes preparar el café —musitó Sissi señalando la cafetera italiana para doce tazas—. Asegúrate de prensar bien el café en el pocillo u Odd se pondrá en modo italiano ofendido porque el café francés es una porquería.

—¿Ya ha dejado atrás el chocolate con leche? —preguntó riendo.

—Depende del día. Aunque cuando toma café le echa cuatro cucharadas de azúcar.

La risa de Yumi llenó la cocina.

—Odd nunca cambiará.

—Sí, ya —farfulló Sissi—. Exasperante, pero no puedes evitar quererle y odiarle a la vez.

Yumi llenó la base de agua, prensó el café en el pocillo y la cerró con fuerza antes de ponerla en el fogón encendido. Por su parte Sissi había puesto agua a hervir para preparar unos huevos.

—¿Puedes encender el horno?

—Sí, claro.

—En el cajón de abajo del congelador hay pan cuando esté caliente mete un par de barras.

—¿Compráis el pan congelado?

La miró con un punto de ofensa en sus ojos castaños. Yumi casi pudo verla tragarse un grito escandalizado así como a la Sissi de Kadic que siempre amenazaba con decírselo todo a su padre.

—Claro que no —contestó con un tono más suave de lo que Yumi había esperado—. Lo preparo yo, pero lo congelo precocinado para ir sacando según se necesite. No hay que malgastar la comida.

—Debes de pasar un montón de horas entre estas paredes.

—No tantas, sólo hay que organizarse bien.

Por primera vez fue capaz de ver a la Sissi de la que le hablaba Odd, responsable y cercana, a pesar de que mantenía la guardia en alto.

El gorgoteo del café rompió el silencio, Yumi llevó la mano al mando para apagar el fuego.

—Espera hasta que acabe de hacer ruido.

Esperó con la mano sobre el mando hasta que acabó de gorgotear y entonces lo giró apagando la llama.

—Sissi, ¿cómo se os ocurrió montar esto? —preguntó, aunque Odd ya se lo había explicado.

—Estaba estudiando en la academia de cocina —musitó concentrada en sus dedos pelando fruta—. Le dije a Odd que podríamos montar un restaurante cuando acabase y entonces heredó este sitio.

»Abrir un restaurante aquí, en medio de la nada, no habría salido muy bien, así que le sugerí montar un hotel rural. No hay muchos cerca de las pistas.

Yumi lo había comprobado cuando curioseaba cómo era la zona en internet. Sólo estaba el hotel de las pistas y varios dispersados por los pueblos cercanos, aunque serían como mucho doce. El de Odd y Sissi estaba prácticamente a pie de pista, a unos dos kilómetros de la entrada.

—Y le pareció una buena idea. Aunque no teníamos suficiente dinero para arreglarlo todo —continuó cortando la fruta en trocitos y echándola con cuidado dentro de un bol. Yumi comprobó que el horno estaba caliente y metió las dos barras de pan dentro—. Mi padre nos echó una mano y todo lo que hemos podido hacer nosotros mismos lo hemos hecho. Pintar, arreglar la explanada de la entrada...

—Habéis hecho un gran trabajo y es evidente que os irá bien.

Sissi olvidó su tarea y la miró, por primera vez, relajada. Al parecer Odd tenía razón y su problema con Yumi seguía ligado a Kadic y Ulrich, como si fuesen una entidad indivisible. No serían las mejores amigas del mundo, pero si bajaba la guardia con ella podrían tener una relación pacífica y cómoda.

—Creo que eres más optimista de lo que lo somos nosotros.

—¿No vais a contratar a nadie más?

—Ya hemos contratado a dos personas para la limpieza, vendrán para la inauguración dentro de tres semanas —musitó encogiéndose de hombros—. Se alojarán aquí cuando empiecen las nevadas. Entre los cuatro podremos con todo, aunque se llene el hotel, no es un sitio tan grande.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Aquí estoy de nuevo con una actualización, con Yumi y Sissi comportándose como dos adultas civilizadas.

En la nieveTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang