Guerra

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Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.

Guerra

—¿Dónde están Yumi y Ulrich?

La pregunta de Jérémie interrumpió la guerra de bolas de nieve que se había desatado en la entrada del hotel, no era que William esperase que, en algún momento, no se diesen cuenta de que no estaban, pero sí que tenía la esperanza de que nadie le diese la suficiente importancia como para preguntar. Estaba dispuesto a devolverlo al juego con un certero bolazo, pero Odd se le adelantó estampándole una gran bola de nieve en mitad de la cara.

—Olvídate, estarán haciendo sus cosas de sólo amigos, o discutiendo —declaró Odd. Jérémie se quitó las gafas, con los cristales llenos de nieve, y cara de fastidio—. Son mayorcitos como para que tengamos que estar preocupándonos por ellos cada vez que los perdemos de vista cinco minutos.

—Odd, eres un bestia.

—No es mi culpa que no estés atento en medio de una guerra.

Aelita, con pasitos de bailarina, se detuvo al lado de Jérémie, se puso de puntillas y, tapándose con la mano le susurró algo al oído. El ceño fruncido de Jérémie se relajó y a sus labios acudió una sonrisa que Odd había bautizado como "sonrisa kamikaze" cuando estaban en Kadic. Aelita se puso en cuclillas preparando una buena bola de nieve, Jérémie la imitó y, al ponerse de nuevo en pie, las lanzaron al unísono golpeando a Odd en la cara y el cuello.

—¡Qué fría que está! Se me ha colado por el cuello del jersey —se quejó.

—¿Es el día internacional de vapulear a Odd y no me habéis avisado?

—¡Ulrich! —exclamó Aelita feliz.

—¿Dónde os habíais metido? —preguntó Odd con la esperanza de desviar la atención de todos hacia la desaparición de sus amigos.

La fría bola de nieve se estampó contra su cara silenciando lo que fuera que estaba a punto de soltar.

—Menuda puntería, Yumi —la alabó Emilie.

—Gracias, llevaba tiempo queriendo hacerlo.

—Yumi, yo confiaba en ti —farfulló Odd con teatral tono herido.

—Pues mal hecho, en la guerra no hay amigos.

Ulrich contuvo las ganas de acercarse a ella y acomodarle un mechón rebelde, que se mecía con la brisa, tras la oreja. Si lo hiciera destararía una nueva guerra, la de las preguntas indiscretas.

—Muy bien, pues ahora verás —contestó Odd desafiante.

Sin embargo, Odd, no logró lanzar su bola. Al unísono y con una puntería letal el grupo al completo lanzó sus bolas contra él entre risas.

—¡Eh! Sois los peores amigos del mundo, os habéis confabulado contra mí.

—Es la venganza por todas las veces que te burlaste de mí delante de toda la escuela —soltó Sissi lanzándole una más.

—Por la bromita del chat —musitó William, él no tenía mucho por lo que reclamarle sin levantar el secreto sobre Lyoko—. Y robarme el desayuno.

—Por llenarme el teclado de comida —continuó Jérémie.

—Por haberme arrastrado por media París, prometiendo que sabías a dónde íbamos, para confesar, después de cuatro horas, que estábamos perdidos —añadió Aelita.

—Por meter un perro en nuestra habitación, por dejar que me llenara la cama de pelos, que se comiera mi ropa y mis deportivas, que dejara regalitos en mis sábanas... tengo una lista tan larga que podría pasarme el resto de la semana enumerando motivos.

Yumi rió, preparando una nueva bola de nieve y ofreciéndosela a Ulrich, era el que más motivos tenía para vapulear a Odd, los años compartiendo habitación habían sido un suplicio para él. Ulrich la aceptó, la lanzó, le dio en el hombro.

—No nos olvidemos de todos los mejunjes que te ponías en los pies.

—Por las bromitas sobre amistades —pronunció Yumi tratando de sonar ambigua.

—Por ligar conmigo de manera intermitente para poner celosa a Sissi —se animó a decir Emilie.

—Sois los peores amigos del universo, lo reitero —se quejó de nuevo Odd, pero rió.

La guerra de bolas de nieve continuó un buen rato, entre risas y suaves protestas, hasta que el sol cayó y el frío empezó a ser insoportable.

—Tengo nieve por todos lados.

—Eres un quejica, Odd —declaró Sissi.

Optó por no entrar en una guerra de réplicas porque, Sissi, no le daría tregua y tenía todas las de perder. Más allá de las bromas, tenía la ropa húmeda por la nieve y el frío calado en los huesos. Necesitaba una ducha, una muy caliente, también ropa seca. Los dejaría disfrutar de su victoria, ya se cobraría la venganza.

La habitación estaba caldeada, lo agradeció, estaba muerto de frío. Abrió el grifo del agua caliente al máximo y esperó antes de regular la temperatura. Se metió bajo el chorro de agua y se preguntó si su plan no estaría fracasando estrepitosamente.

Era cierto que quería inaugurar aquel lugar que tantos dolores de cabeza les había dado con sus amigos, le encantaba estar con ellos, eran la compañía perfecta para el lugar perfecto. Sin embargo, su principal preocupación era la de juntar a los dos idiotas de las artes marciales. Ulrich y Yumi, enamorados como dos idiotas, corriendo en círculos incapaces de lograr mantener una relación sentimental durante más de tres días. No era que no fuesen buenos el uno para la otra, ni que no se quisieran lo suficiente, tampoco que no fueran en serio; simplemente se habían topado con demasiados obstáculos más allá de sus inseguridades.

Él, que siempre les tomaba el pelo, sabía mejor que nadie los sacrificios que habían tenido que hacer por el grupo. Deseaba ayudarles a cerrar aquella fea distancia y, aquel enclave, le pareció el lugar perfecto para echarles un cable. Pero no sabía cómo ayudarles, dudaba que hablarlo con los demás facilitase las cosas, ambos eran discretos, no querrían que nadie se entrometiera, de hecho, ni él debería hacerlo. No obstante, no pensaba rendirse, encontraría la manera de ayudarles a avanzar, porque Ulrich era su mejor amigo y Yumi la amiga más importante de las que había tenido nunca, era lo justo. Se le ocurriría algo bueno, sólo tenía que pensar en ello un poco más. Funcionaría.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Quedan tres capítulos para el final oficial, aún no estoy segura de si añadiré algo más.
Mañana más.

En la nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora