Fiebre

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Kouyou miraba a Mori con indignación

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Kouyou miraba a Mori con indignación. 

¿Cómo se le ocurría dejar a su niño precioso con aquel vagabundo que ni sabe como bañarse?

―Kouyou, debes confiar un poco en Dazai. Además estoy monitoreando a Chuuya constantemente― trató de calmarla.

Eso no la hacía sentir mejor.

―¿Y está seguro que es solo gripe?―cuestionó Kouyou. Minutos atrás, sometió a su jefe a un duro interrogatorio sobre la enfermedad de Chuuya.

―Sí, Kouyou.―contestó el pelinegro con un suspiro, estaba cansado de las preguntas de la mujer.

―¿Y está seguro que no se complicará por su habilidad?

―Tal vez se descontrole un poco, es por eso que es una ventaja que Dazai este junto a él.―le explicó, con la paciencia en su límite.

La pelirroja se levantó con prisa, saliendo de la oficina sin siquiera despedirse del jefe. No podía gastar más tiempo entonces, tenía que comprar ingredientes para hacer un caldo, conseguir un humidificador, toallitas de tela suave, decenas de electrolits y montones de vaporub.

Cuando regresó de su mandado, fue directo a la habitación de Chuuya, no fue ni a dejar las bolsas que traía, tenia que revisarlo antes de empezar a hacer el caldo.

Abrió la puerta con rapidez, solo para presenciar cientos de cosas caer frente a ella. Dazai se protegía la cabeza con sus brazos, mirando con sorpresa a Kouyou.

La habitación estaba hecha un desastre. Ropa, cobijas, toallas, y pastillas desparramadas por el piso. Chuuya estaba acostado en su cama, con los ojos cerrados, sin una sabana que lo protegiera del frío, respirando con dificultad. 

En la cabeza de Kouyou, todo eso era un crimen.

―¿Qué se supone que estás haciendo?― le reclamó casi a gritos.― ¿No puedes ni mantener un cuarto limpio? ¿A un pobre enfermo cobijado?

―Yo no hice nada.― Dazar se defendió ― Fue él, activó su habilidad y mando todo a volar.

―Porque esta enfermo, no puede controlar su habilidad. Y si no es para evitar que eso pase, ¿por qué demonios estás aquí?

―Traté de detenerlo, pero él me empezó a lanzar patada tras patada.

―Algo le habrás hecho.―Kouyou se acercó a Chuuya, sacando ciertas cosas de las bolsas.

―Ilgi li hibris hichi― arremedo el castaño, lo suficientemente bajito como para que la mujer no lo oyera.― Bruja...

Entonces, Kouyou notó una tela en la frente de Chuuya. No era la forma cuadrada o rectangular de un trapo común. Se acerco más y... Era un calcetín. Un calcetín sucio.

―¿¡Qué hace este trapo sucio tocando a Chuuya?!―volvió a gritar.

―Es que no encontré otro trapo.―se excusó el negligente enfermero.

Gripe.Where stories live. Discover now