11. ¿Qué pasó anoche?

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HÉCTOR.

Estaba drogado. Eso es lo más probable.

Sé que no debí darle esas pastillas, pero él mismo me obligó a hacerlo, y Tyler Henderson puede llegar a ser muy exigente cuando está de mal humor.

Es el único jefe el cual puedo soportar de todos con los que he trabajado. No es tan narcisista como el antiguo, puede llegar a ser un poco egocéntrico, pero no demasiado como para odiarlo.

A pesar de toda esa seriedad es un chico atormentado. A veces cuando lo estoy llevando a algún lugar, lo miro por el espejo y se ve tan triste, con un aire de melancolía que entristece a cualquiera. Desde el día del centro comercial, comenzó a verse más deprimido, ya no sonreía en el auto después de ir a la cafetería con la señorita Natasha, fumaba más y ni siquiera nos dirigía la palabra.

Se puso peor el día que terminó de sacar todas sus cosas de la mansión de sus padres, me mandó a comprarle drogas y muchas botellas de alcohol, entre ellas coñac, wiski, vodka, vino y otras que ni siquiera sus nombres me sé. Me rehusé a comprar droga, pero como ya dije, Tyler es una persona muy exigente, hasta me amenazó con despedirme si no hacia lo que exigía.

Tuve que ir a un lugar donde no eran falsificados y comprarlo, aunque igual le hacen daño, no quería que le diera una sobredosis por mi culpa. Varias veces tuve miedo de dejarlo solo en esa habitación y que le pasara algo, por eso tomé una habitación frente a la suya para estar pendiente de todo lo que hacía.

Una mañana lo encontré tirado frente al sofá, estaba rodeado de botellas vacías y cigarrillos en un cenicero. Realmente me asusté, pensé que había tenido una sobredosis por las pastillas que estaban sobre el sofá. Lo llevé al hospital urgente con el corazón en la boca, los doctores tuvieron que hacerle un lavado porque había ingerido mucho alcohol con el éxtasis y llevaba dos semanas sin comer adecuadamente.

No quería meterlo en problemas con sus padres, así que llamé a su hermano Mike, el cual duró tres días con él en el hospital. Después, tuvo que mudarse al hotel para no dejar que su hermano volviera a hacer una estupidez. No sirvió de nada porque se escapó y fue a comprar más éxtasis a escondidas.

No sé cómo lo consiguió, pero lo escuchaba pelear con su hermano que trataba de quitarle las pastillas a la fuerza. Ver como se está autodestruyendo me hace sentir mal, y también me hace ver que los jóvenes de esta generación están mal por dentro, no importa la cantidad de dinero o fama que tengan, fuera del ojo público son vulnerables e infelices. Y Tyler no es la excepción.

Manejo hacia el hotel mientras él parlotea en el asiento trasero. Saber que me tuvo en cuenta en su advertencia de hace un rato me hace sonreír un poco.

—... y después vomité, así sin más, solté todo lo que tenía dentro —concluye su historia trágica, como le dice él—. Pensé que le había vomitado en la cara, porque dio un grito como si hubiera visto una cucaracha. ¿Le tienes miedo a las cucarachas, Héctor?

—No, señor —respondo tranquilo.

—¡Basta! —grita, golpeando la ventanilla— No me llames señor, cumplí veinticuatro años no cincuenta.

—Está bien, joven —contesto con una sonrisa.

—Bien. Si quieres puedes llamarme Tay o Tyler.

—Me quedaré con el joven —le digo, mirándolo por el espejo.

—Como sea. Estoy sintiéndome raro, Héctor, es como si estuviera flotando, me siento ligero —comienza a tocar el aire y debo admitir que se ve gracioso.

Vuelve a hablar de lo bien que se está sintiendo en estos momentos, aun estando mal, es bueno verlo sonreír, aunque sea inconscientemente. Llegamos al hotel y lo ayudo a bajarse para entrar a la recepción.

Los secretos de Tyler HendersonWhere stories live. Discover now