Capitulo 10 - La fiesta II

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Maratón 2

Ya son casi las 3 de la mañana y llevo un rato sentada en la mesa hablando con un chico de conocí en el bar, es simpático pero habla demasiado.

- El otro día en el entrenamiento no sabes lo que pasó, estaba...
Pierdo el hilo de la conversación en cuanto siento que me están mirando.

Paso la mirada por mi alrededor hasta conectar mis perlas cristalinas con aquellas de un color acaramelado que tan llamativas me parecen bajo la luz de la discoteca.

Nos aguantamos la mirada durante un rato sin que ninguno de los dos la quite del otro hasta que una sonrisa coqueta asoma de las comisuras de mis labios, me termino la copa que tenía entre las manos y despidiéndome me levanto hasta salir del reservado.

Me arreglo el vestido, bajándome la parte baja ya que al estar sentada se me había doblado y bajo los escalones al primer piso.

Me engulle la cantidad de gente que hay bailando pero eso no evita que siga mi camino hasta llegar al centro de la pista.

Sé que me está mirando, noto su mirada sobre mi.
Teniendo eso a mi favor empiezo a moverme seductoramente de manera lenta y pausada absorbiendo cada momento de la canción.

Me paso las manos por el escote del vestido, por el contorno de mi cuello hasta llegar a mi pelo dejándolo caer como si de una cascada se tratase sobre mi espalda.

Sigo bailando hasta que siento una respiración pesada sobre mi cuello.
Bajo lentamente hasta llegar al suelo para luego subir poco a poco sin dejar de tocar cada parte de mi cuerpo.

- Estás jugando con fuego.
El tono ronco y ligeramente oscurecido que usa pone la piel de mi cuello de gallina al notar su aliento caliente rozando el hueco que dejo descubierto por mi pelo.

Me giro hasta quedar frente a él y que nuestras miradas vuelvan a conectar.
Paso mis manos por el contorno de sus brazos, pasando por sus anchos hombros hasta llegar a su cuello y entrelazar mis dedos detrás de él, acerco mi rostro hasta posarlo en el hueco de su cuello y disfrutar del aroma a cítricos que desprende su cuerpo.

Sus manos hacen el mismo camino que las mias hasta posarse en mi cintura cerca del comienzo de mi trasero.

Paso la punta de mi nariz, recorriendo un lado de su cuello llegando a su oreja y mordiendo ligeramente el lóbulo de esta provocando que se tense bajo mis brazos.

- ¿Y si me quiero quemar? - susurro en un tono bajo saboreando cada una de las palabras.

Me alejo un poco hasta que nuestros rostros quedan a escasos centímetros.

Su mano va subiendo por todo mi contorno hasta rodearme el cuello, pasando el dedo pulgar por toda mi mandíbula para quedarla estática al pasar por mis labios.

Nuestras respiraciones están ligeramente aceleradas. Sus pupilas adquieren un color más oscuro tanto que ya no se diferencia su color por naturaleza.

Desvía la mirada de mis ojos bajando perezosamente hasta clavar la vista en mis labios. De manera inconsciente hago lo mismo, sus labios están mojados al morderse el labio inferior y soltarlo dándole un color más rosado.

La mano que me sujeta por la cintura me aprieta más hacia él quitando el poco espacio que quedaba entre nosotros, quedando mi pecho aplastado contra el suyo.

Con la otra levanta mi rostro hasta que volvemos con el juego de miradas.

Siento tanta tensión que llega a asfixiarme. Estoy embriagada por su olor a cítricos, su manera de tocarme, de mirarme.

Acerca su rostro hacia el hueco de mi cuello alejando los mechones que obstáculizaban su camino, hace lo mismo que le hice yo pero ahora deja besos húmedos que hacen a mi cuerpo reaccionar al segundo.

- El juego se ha terminado.
La lentitud con la que saborea cada palabra junto al tono seductor que usa, es hipnótico.

Se aleja de mi lo suficiente para tenernos de frente y sin darme tiempo a reaccionar estampa sus labios sobre los míos.
Gimo por el contacto de estos, el sabor mentolado que desprende mezclado con el amargor propio del alcohol es adictivo.

Muerde mi labio inferior haciendo que se entreabran mis labios y así introducir su lengua.

Nuestras lenguas juegan una con la otra sin dar descanso ninguno, nuestros dientes se rozan debido a la intensidad del beso.

Las manos que antes estaban en su cuello ahora agarran algunos de los mechones de su nuca haciéndolo gemir entre mis labios.
De un fuerte tirón choca nuestros cuerpos haciendo que nuestros sexos se junten, sacándome un jadeo placentero.

Pasa la lengua por mi labio inferior, chupandolo antes de bajar hasta llegar a mi cuello.
De manera inconsciente muevo las caderas hacia delante intentando satisfacer el placer que tengo entre mis piernas. Una de sus manos baja por mi espalda baja y las acentúa en mi trasero dándole un leve apretón.

-Joder...
El tono jadeante que usa hace que me humedezca más, teniendo que frotar mis piernas para ayudar con la fricción.

Sigue su camino chupando, mordiendo y lamiendo todo mi cuello hasta el comienzo de mis pechos.
Lo agarro del rostro y vuelvo a pegar mis labios con los suyos provocando que un gemido salga de ambos opacado por el sonido de nuestras bocas al chocar.

No sé en que momento nos hemos movido pero siento como me pega a una pared que hay a mi espalda sin darle descanso a mis labios. Una de sus manos la apoya a un lado de mi rostro y con la otra sujeta mi cintura para acercarme a él.

Le muerdo el labio inferior antes de que nos separemos por falta de aire, con la respiración agitada. Mi pecho sube y baja intentando recuperar el aire.
Miro a mi alrededor fijándome en qué estamos apartados del tumulto de gente que baila sin parar, en una especie de pasillo sólo alumbrado por las luces violaceas de la pista.

Giro de nuevo el rostro rozando con los mechones que caen desordenados de su cabeza.
Pasa una de sus manos por el contorno de mi cadera subiendo lentamente hasta llegar a la curvatura de mis pechos, para quedarla ahí.

Nos miramos fijamente antes de volver a juntar los labios en un beso que me hace pegarme contra la pared.

El dolor se esfuma contrarrestado por el placer que estoy sintiendo en este momento, paso mis manos por su pecho hasta meterlas por debajo de su camisa delineando cada uno de sus abdominales.

Al sentir mi mano fría sobre su piel tibia suelta un gruñido que me hace vibrar bajo sus brazos, sintiendo la humedad incipiente que se forma entre mis piernas.

Siento sus dedos vagar sobre mis muslos descubiertos hasta posarlos en el borde de la costura.
Nuestras lenguas juegan entre ellas sin querer cederle el control al otro.
Lo acerco más a mi si es posible abriendo las piernas para que se coloque mejor, sintiendo su gran erección rozarse en la parte interna de mi muslo.

Este mueve las caderas ligeramente hacia delante sacandome un jadeo entrecortado de mis labios.

- Mira como me tienes con un puto beso.
Susurra cerca de mi labios, rozandolos.
Entreabro los labios pero antes de que pueda salir alguna palabra de ellos el sonido estridente de un teléfono adorna el silencio del pasillo.

Escucho unos improperios de su parte antes de agachacharme un poco hasta coger mi bolso que ni sabía que se me había caído al suelo para coger la llamada.

-¿Si?

- Dalia, soy Mike y estoy con tu amiga, está muy borracha- comenta apresuradamente.

Me paso la mano por la sien intentando escuchar algo más pero sin éxito alguno debido al ruido de la música de fondo.

- Quédate dónde estás, ahora voy.
Le digo antes de colgar.

Lo Que Nunca Pasó (Sin Editar)Where stories live. Discover now