Inside my mind

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—Pero que agradable sorpresa tenerte de visita. —Escuchó una voz proveniente de algún lugar, que no se encontraba seguro de dónde.

—¿Tanto has crecido?, me parece que allá con los mortalitos te alimentan bastante... bien. —Era la voz de una mujer. Sonaba llena de arrogancia y odio, aún así, no sabía de quien provenía.

—¿Quién eres?, No tengo idea de donde estés, pero no te tengo miedo. —Habló fuerte y claro, para después sentir al omega dentro de él, encogerse.

Si en ese momento hubiera sabido la importancia de la portadora de aquella arrogante voz. Pero fue un maldito ingenuo. 

—Oh, pequeño... pero no tienes que temerme. Yo voy a protegerte. —Le respondió, haciendo énfasis en el "yo"

—¿Protegerme?, ¿De quién? —Estaba cagandose de miedo, pero la maldita curiosidad podía mucho más que él.

De tu gente... —Una luz lo iluminó.

Estaba completamente vacío y, a excepción de la parte donde él se encontraba, no había ni un solo rayo de luz, no había nada.

Observó a una mujer salir de las sombras. Era castaña, casi atinando al pelirrojo, dos esmeraldas adornaban sus ojos y vestía de un hermoso vestido largo de tonos azul oscuro con detalles dorados, podía ver una de sus piernas con cada paso que daba.

Quedó unos metros enfrente de él, no dejaba de mirarlo. Aquella mujer era hermosa y sentía haberla visto en algún lado. No logró recordar en dónde.

—Ven, cariño, déjame guiarte, permíteme llevarte a donde perteneces. —Una mano estirada frente a él fue lo que logró apreciar.

No le daba buena espina toda esta situación.

—Al único que vas a guiar, va ser a tu marido infiel a tu cama. —Esa voz no fue de él, tampoco de la castaña que, tras el comentario de la nueva voz, su semblante cambió a uno realmente molesto y su palma pasó a cerrarse.

 Un tipo nuevo salió de... realmente no supo de donde salió, pero estaba enfrente de él, obstruyendo su paso con la mujer. Era pelirrojo; solo podía ver su espalda y su vestimenta, estaba descalzo y con uno de sus brazos parecía hacer el intento de protegerlo.

—Apártate felino. —dijo la mujer.

—Estas tierras no te pertenecen, la que debería irse y regresar al infierno, eres tú. —Su voz era tranquila, soltó mucho veneno en su comentario, pero no dejaba de transmitirle paz.

Intente despertar, tiene que despertar.

Eso lo escuchó en su cabeza, así que si, estaba en un sueño, su respuesta por fin había llegado.

—¿Con qué derecho te atreves a dirigirme de esa forma la palabra? 

Todo parecía volverse cada vez más y más borroso. ¿Lo estaba logrando?

Vamos joven Harry, la valentía se me está terminando, y la paciencia de esta diosa no es la mas grande.

 —¿Permaneces callado?, te he hecho una pregunta. 

—No recibo ordenes de ti, ni de nadie de tu gente. Serás castigada por estar en esta parte del bosque. —El joven frente a él comenzó a dar cortos pasos hacia atrás.

—Recuerda mis palabras felino inútil. Muy pronto, uno de tus amados protegidos, cruzará las barreras entre nuestras gentes; formará parte de mí, como ahora forma parte de ellos. Sangre en sus pechos, manos y boca. Tu encomendado estará muerto, mucho antes de que su cuerpo se encuentre con la muerte. —

A la sombra de un robleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora