34. Cat Theft.

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Intenté dormir, pero no pude pegar ojo durante toda la noche. Eso de pensar que tenía dentro de mí un veneno que me podría matar en unas horas... me impedía conciliar el sueño.

Eran las 9 de la mañana.

Decidí levantarme para visitar a aquella ladrona cuanto antes, por lo que me puse un conjunto oscuro que se componía de una simple sudadera vieja y unos pantalones rotos, acompañados de unas deportivas desgastadas. También me puse un cubrebocas para que me tapase la cara, no quería que supiesen mi verdadero aspecto.

Además, me llevé mi cinturón de contención el cual me dio Mybe este lunes a regañadientes; la verdad, me alegró mucho que me lo diese ese día, así no perdería tiempo vistiéndome en los lavabos cada vez que me tocase ir a su clase.

Eso sí, recordarle nuevamente me hizo acordarme de lo de ayer. Ese desgraciado siempre se lo tomaba a lo personal conmigo, no solamente por la estúpida foto, sino porque no le compré su maldito regalo.

«Será rencoroso...», pensé poniéndome de mala leche.

Escondí el cinturón debajo de mi sudadera. Estas precauciones y pintas de barriobajero tenían una razón de ser, y eso era debido a que el Distrito Exterior era una de las zonas más peligrosas de Eustópolis.

Esa localización se situaba a las afueras de la ciudad, siendo un distrito donde nunca iban ni los policías ni los superhéroes. Se encontraba apartado de todos, viviendo tanto las personas más empobrecidas como las adineradas, siendo éstas últimas las que trabajaban para la mafia.

El motivo por el que no había ninguna señal de justicia era por la misma mafia, ya que tenía contactos con los agentes de la ley de todas las sucursales. Era su territorio sagrado.

Por eso, en el Distrito Exterior convivían tanto ladrones, seres antropomorfos desdichados, mercenarios e incluso podría estar algún que otro supervillano escondido entre aquellas casas consumidas por el paso de los años. Sin embargo, en ese lugar nunca sucedía nada, no había ningún ataque o atentado, por eso los superhéroes tampoco tenían la necesidad de visitar ese distrito.

Aún así no quería ir con mi supertraje puesto a ese lugar para que no me reconociesen, no quería involucrarme de ningún modo con aquella chusma.

«Lo que me faltaba ahora, que saliese en las noticias cómo Bluedice está involucrado con la mafia», renegué al sentir escalofríos por las connotaciones sociales que aquello podría tener.

No obstante, debía de estar preparado para cualquier momento y... para que la desgraciada pudiese borrar la marca de mi máscara.

Mientras me largaba de casa intenté no hacer ruido para no despertar ni a Marissa ni a Ethan. Me fui rápidamente al metro; tardé unos 30 minutos en llegar a mi destino. Subí las escaleras que me llevarían hacia el exterior, una vez a las afueras, pude contemplar todo el barrio que me rodeaba: hogares corroídos y agrietados, edificaciones destruidas o derrumbadas, niebla grisácea llena de suciedad...

Todo era muy desalentador, pareciendo un auténtico vertedero por la cantidad de basura y desperdicios que había por la calle. Y si hablábamos del olor... en fin.

El ambiente era inseguro, en cualquier momento podía aparecer alguien a mis espaldas y meterme una cuchillada. Esto se agravaba con el hecho de que me sentía observado, por las ventanas fracturadas se escondían cabezas curiosas que no me apartaban la mirada.

Menos mal que este mal ambiente se encontraba en las primeras calles del distrito, ya que después de caminar por varios minutos entré en la zona adinerada; una gran plaza compuesta por bares, restaurantes y casinos bien mantenidos.

The Hero's Destiny: Libro 1Where stories live. Discover now