Capítulo cuatro

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Los meses pasaron, y aunque lo intente aún no hay un bebé en mi vientre, cosa que a Matthew no le hace ni un poco de gracia y mucho menos cuando el hijo de Lidia ya nació, un sano y hermoso varón

—Ya que la última vez que visitaste a Lidia no le regalaste nada a su bebé, le compré una cuna y se la envié, como regalo de parte de los dos, espero y me agradezcan la pequeña molestia.

—¿Porque debería agradecer? No es mi hermana la que tuvo un bebé.

—¿Te das cuenta lo mal que quedas con mi familia?

—Bueno, lamento no cumplir las expectativas de tu familia.

—Ayudame arreglar el cuello de mi camisa.

Termine de abrochar los botones de mi vestido para caminar hacia el y ayudarle con la parte trasera del cuello de la camisa.

—¿Porque una cuna? —Me atreví a preguntarle mientras seguía acomodando el cuello —Ellos ya debieron tener una cuna para el.

—Bueno, no era mi trabajo encargarme de eso, además no se que más se le puede regalar a un bebé, ya que yo no tengo hijos no tengo experiencia en eso te lo aseguró —me miro por encima del hombro con desdén.

Antes de que pudiera decir algo que provocará una discusión entre ambos, Margareth, una empleada entro con una carta en mano.

—Vizcondesa llegó esta carta para usted.

—¿Para mí? ¿Quien es el remitente?

—Lady Barry.

—¿Mi hermana?

—Si.

—Ve que dice después, ya es tarde para ir a ver a Lidia —Interrumpió dejando la carta de mi hermana —No creo que Iracebeth diga algo más que sus acostumbrados chismes.

—Yo nunca le he faltado el respeto a tu hermana, te exijo lo mismo.

—No tienes posición para exigirme nada, tu no has podido cumplir la única cosa que te pido.

—Tal vez yo no sea el problema.

Cuando el dejo de caminar en dirección a la puerta, Margareth rápidamente se dió cuenta que íbamos a tener una nueva discusión pues salió a prisa cerrando la puerta detrás de ella.

—¿A qué te refieres con que tú no eres el problema?

—A nada —Camine hacia la puerta pero el me detuvo sosteniendo mi brazo con fuerza.

—Escucha la que tiene el problema eres tú, no yo, tu eres quien no ha podido quedar embarazada.

—Suelta mi brazo.

—No vuelvas a faltarme el respeto así Mercy, mi paciencia tiene un límite.

—La mía también, así que suelta mi brazo —Solto mi brazo y termino de arreglarse igual que yo.

Mientras íbamos camino a ver al nuevo hijo de Lidia, no parecía una buena noticia para el ambiente que había dentro del carruaje acompañado por nuestras expresiones parecía más que íbamos a ofrecer condolencias a una familia por el deceso de alguien, que a felicitar a una madre que dió a luz a un niño sano.

No nos tomo mucho tiempo llegar a nuestro destino, fuimos muy bien recibidos por los sirvientes y pudimos escuchar las risas de niños y balbuceos del nuevo bebé, haciéndome envidiar aquel ambiente tan adorable y acogedor.

—Hermano, que bueno que veniste a ver a tu nuevo sobrino —Lidia tomo el brazo de su hermano llevándolo a una pequeña cuna, dónde dos pequeñas manos empezaron asomarse.

𝓤𝓷 𝓑𝓾𝓮𝓷 𝓜𝓪𝓽𝓻𝓲𝓶𝓸𝓷𝓲𝓸 {Nueva Edición}Where stories live. Discover now