Epílogo

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Y entonces, para mi caída final e irrevocable, se presentó el espíritu de la perversidad. La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, tan seguro estoy que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre.

- ¿Lo recuerdas? La primera vez que leíste para mí, tu cuento favorito de Allan Poe, El Gato Negro-

Lena sonríe, cerrando el libro sobre su regazo, y acomoda una vez el cabello de Kara, es un mechón rebelde como ella. Trata de mostrarle siempre una sonrisa a pesar de no saber sí la puede ver, pues cuando todo se volvió blanco en aquel momento, no comprendió del todo que hizo La Reina, ya que, al abrir los ojos, ambas se encontraban en el desierto de Arizona, y Kara no tenía heridas, pero sus ojos azules carecían de brillo, estaba viva sí, pero la definición exacta sería, muerta en vida.

Lena decidió alejarse del bullicio, y llevó a Kara a la cabaña que pertenecía a su esposa, aquí han vivido durante 6 meses, sin comunicación, ya que no tienen a nadie más, pues sabe perfectamente que Camila no tiene intenciones de acercarse, y no piensa obligarla. Así como las Originales y Mike decidieron volver a Londres, donde siguen su vida. Ha recibido cartas por medio de magia enviadas por Lena Original, pero sólo eso, no quiere que vengan para mirarlas con lástima.

Cada día levanta a Kara de la cama, colocándola en su mecedora favorita afuera de la cabaña, frente a la colina donde le mostró sus cicatrices por primera vez y cantarle mientras bailaban. A pesar de su estado, agradece tenerla aquí, no podría vivir sin ella, aunque sea un deseo egoísta, prefiere esto a no verla nunca más. Por supuesto, todas las noches al recostarse a su lado, se pregunta...

¿Qué fue lo que La Reina le susurró?

Sabe que eso tiene que ver con este estado de seminconsciencia, quizás un hechizo o una maldición, y no sabe si algún día despertará del trance, pero está dispuesta esperar. El cielo aquí siempre está nublado, así que el sol no molestará a Kara, prefiere no averiguar si aún tiene poderes, así como no arriesgarse a exponerla. El rostro de Kara es pálido, mucho más que cuando la conoció de niña, hay sombras negras alrededor de sus ojos vacíos, y ha procurado cuidar sus labios, para que no se agrieten.

Intentó alimentarla, pero al parecer no era necesario, nunca comprendió del todo cómo funciona el organismo de su esposa, aunque agradece eso, porque si dependiera del alimento y agua como los humanos, hace mucho la habría perdido.

-A veces recuerdo nuestros días en la Universidad, y sí, sé que me ocultaste quien eras, pero, nunca me olvidaré de cuánto amor me demostraste, eras galante, hermosa y aunque posesiva, también cariñosa — Toma su mano, besándole los nudillos — Te amo, Kara, espero que logres escucharme cuando lo digo-

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—Metrópolis —

Camila se encuentra en su laboratorio, organizando todo para su nuevo proyecto, ya que los Luthor están presionando, aunque aseguren que no. Hace meses no sale de su lugar de trabajo, quiere que todo salga perfecto, aunque en realidad, es una excusa para evitar el impulso que siente de ir con ellas, quienes son sus verdaderas madres. Ha vuelto a ser humana, y sabe que se lo debe a Kara, pero, no es capaz de mirar los ojos de Lena, y, sobre todo, observar el estado de la rubia, aunque sabe perfectamente cómo está, ya que envió una libélula espía.

-Ya llegué — Escucha a Lauren ingresar al laboratorio — ¿Dónde estás? –

-Aquí — Sonríe, levantando la mano en saludo.

Amanecer Del Sol RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora