Summary: El tiempo es lo único que importa; por ello, aquellos como Marinette, persiguen hasta los segundos mientras que aquellos como Adrian... solo los ven pasar.
Portada hecha por: @KatuSegura1
Me encanto. Muchísimas gracias!!
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Word Count: 120, 000+ (creo que tiene muchas más, porque si es un fic bien largo jejejeje)
Rating: NC-17
Chapters: 23/36
Beta: Un-betated
Disclaimer: No son míos, si lo fueran, esto sería vídeo!!!
Music: La Bachata by Manuel Turizo
✨Loscomentarios, estrellitas, y las galletitas, me hacen feliz.✨
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No era inesperado. Marinette se había estado preparando mentalmente para eso. Adrian no era para siempre, no importaba cuánto deseara lo contrario.
—Oh...— respondió, sin una mejor respuesta. Fingió que nada se arremolinó en su garganta. La fantasía se rompía en pedazos esparcidos en el suelo. Marinette los juntaría cuando Adrian volviera, uniéndolos en la forma que solían ser. Sabía que, si las piezas continuaban rompiéndose, una y otra y otra vez, su tamaño se encogería hasta que fuera imposible juntarlas de nuevo.
Adrian tomó sus manos en las suyas, unió sus dedos y depositó un beso en la mejilla de Marinette. El lugar donde Adrian presionó sus labios quemó deseando un contacto más.
—Volveré, lo prometo.— Susurró, con un tono desesperado en su voz, —Desearía poder llevarte conmigo.— Dijo antes de que sus ojos brillaran con un ardiente fuego, —¿Por qué no puedo llevarte conmigo?
Ese pensamiento había cruzado por la mente de Marinette, pero se aseguró de enterrarlo debajo de un saco de responsabilidades. Marinette tenía a personas que se preocuparan por ella en la Zona 12, suficientemente especiales para hacer que se quedara a pesar del odio que sentía por el lugar. Luka la necesitaba, a pesar de que éste lo negara profundamente. Luka no la dejó cuando tenía su propio trabajo ni sus propios sueños a seguir. Los sueños eran un concepto muy abstracto en esa área, intangible, imposible de sostener. Si uno tenía la suerte de poder mantenerlo, estos se escaparían entre sus manos como el agua, las gotas filtrándose entre sus dedos hasta que no quedara algo más.
Sin embargo, perseguir los sueños, daba esperanza. Es lo que las personas buscaban y es algo con lo que Luka no vivía. En su lugar, se convirtió en la esperanza de Marinette y esta estaba dispuesto a pagarle todo de vuelta.
Sacudió su cabeza tristemente, depositando un profundo beso en los labios de Adrian.
Adrian no dijo nada al respecto, asintiendo en consentimiento.
Pasaron el resto de la noche hablando sobre su infancia, sueños y amigos. Marinette supo que Adrian tenía un único amigo en la Zona 1. Un chico bastante interesante, hijo del guardaespaldas de su padre. Adrian sonrió y dijo que dos días a la semana, recorrían la biblioteca, buscando cualquier libro que les llamara la atención y se sentaban enfrente de una chimenea para leer lo encontrado.
Marinette sintió una chipa de celos porque daría cualquier cosa para tener el tiempo de hacer algo así. No había libros en la Zona 12, solo un montón de periódicos, la tinta corrida, las palabras impresas sin algún significado concreto y bueno, como si fueran contenedores vacíos sin propósito, que pretendían llenar un espacio de tristeza en lugar de llevar lo que realmente deberían.
Unas suaves luces comenzaron a filtrase en la habitación. Adrian llevó consigo a Marinette a la escalera de incendios — ella iba sin muchas ganas y con una delgada sábana alrededor de su cuerpo.
—No puedo creer que te perdieras el amanecer.— murmuró Adrian.
—Bueno, para empezar, está helado. Segundo, hay un edificio justo frente a ti, en realidad no puedes ver el amanecer.— Marinette depositó su peso en un pie y luego en otro, los escalofríos recorriendo su piel. Pensó que probablemente sus uñas se estarían poniendo azules cuando un par de brazos la rodearon por la cintura. El cabello de Adrian le hizo cosquillas en la mejilla, su amplio pecho presionó contra su espalda.
—Eres tan delicada como toda una princesa. Te calentaré.
Marinette sintió el rubor subir por sus mejillas y se preguntó cómo podía estar caliente el cuerpo de Adrian. De pie en la escalera de incendios, entre los brazos de Adrian, sintiendo la brisa del invierno en su piel, sintió su pecho lleno de satisfacción. Incluso aunque Adrian se fuera este día, de alguna forma lograría sobrevivir.
Porque, ¿por qué no lo haría? Logró sobrevivir por sí misma durante los últimos tres años sin la ayuda de Luka o Adrian.
—¿Sabías que la primera vez que nos encontramos en el bar, tu cabello fue lo que llamó mi atención?— La voz de Adrian rompió el silencio.
—No lo sabía.— Marinette baja su mirada, observando la forma en que los brazos de Adrian la sostienen firmemente. Sus dedos eran largos, un poco bronceados, como si hubieran sido besados por el sol en un día de primavera.
Adrian depositó un beso en su mejilla.
—Mm, ¿sabes por qué? Me recuerda a las suaves nubes cuando el sol comienza a aparecer. Mira,— susurró con una sonrisa en su voz y Marinette obedeció.
El cielo no tenía color en particular, como si no supiera que color llevar, sólo se conformaba con un tono gris. El color no era majestuoso, ni extravagante como los colores morados, azules y anaranjados del atardecer, pero era un tono bajo, un tono tranquilo que prefiere permanecer en el cielo por poco tiempo mientras fluía y dejaba que los tonos azules se hicieran cargo de él más tarde, resaltando las hermosas y aparentemente suaves nubes.
Regresaron a la habitación, los pies chocando gentilmente sobre el suelo. Marinette se lanzó a la cama, enterrando su cuerpo en las sábanas, esperando que el calor no abandonara su ser.
Adrian la siguió, apagando la lámpara para luego rodearla con sus brazos y Marinette no dejó de pensar que encajaba perfectamente ahí. Los cálidos alientos en su cuello la hacían caer dormida, los constantes latidos de Adrian, hacían juego con el ritmo de sus respiraciones.
Continuará...
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