VEINTINUEVE

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Jinyoung tenía la piel de su rostro enrojecida. Llevaba varios minutos bajo el sol otoñal de la montaña, sentado en una banca de la plaza del pueblo, a la espera del bus que cada fin de mes llegaba a la lejana comarca. Cleo no podía entender por qué de un día para otro había tomado una decisión tan drástica, nadie podía entenderlo, pero lo que menos podía entender era por qué no quería que se fuera.

‒ ¿Por qué te vas? No lo hagas, por favor no te vayas ‒ extrañamente la voz se le cortaba con cada palabra, le estaba doliendo más de lo que quería aceptar.

‒ No tengo motivos para quedarme, al contrario, sí los tengo para irme – dijo cruzándose de brazos.

‒ ¿A qué te refieres? Me prometiste que subiríamos juntos a la montaña.

‒ Puedes hacerlo con Youngjae – dijo tajante, desviando la mirada.

‒ No quiero hacerlo con Youngjae, quiero hacerlo contigo.

‒ Debiste pensar en eso antes de dormir con él.

Afortunadamente para Jinyoung el bus acababa de llegar, así que tomó su maleta y subió sin mirar atrás. Cleo no pudo hacer nada para detenerlo, solo ver como se alejaba dejándola desolada.

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Youngjae despertó asustado al oír los lamentos de Cleo. La chica le daba la espalda mientras se abrazaba a la almohada y llamaba a Jinyoung entre lágrimas. Lo sabía, Cleo terminaría arrepentida. Pero le parecía suficiente con su propio karma como para hacérselo aún más difícil. Aunque se equivocara y jugara con sus sentimientos, él la seguía queriendo, aunque le doliera a más no poder.

Le llamó la atención que durante el sexo no lo mirara ni una sola vez a los ojos, ni dijera su nombre o que tratara por todos los medios no ser oída en la habitación contigua. Él no era tonto lo había notado, pero ya era demasiado tarde para detenerse. Ahora solo quedaba no volver a repetirlo y hacer que aceptara sus propios sentimientos.

La acercó a su pecho abrazándola por la espalda para que dejara de llorar; aunque en su mente estuviera otra persona, era todo lo que podía hacer por ella. Cuando finalmente se calmó y parecía dormir tranquilamente, Youngjae secó sus lágrimas y la movió con la intención de despertarla.

‒ Son las cinco de la mañana, será mejor que vuelvas a tu casa, ¿no querrás tener que responder al interrogatorio de tu madre o de la mía cierto? – le dijo con una cálida sonrisa, tratando de ocultar la decepción que dejó en su alma.

Cleo se removió somnolienta y después de un gran bostezo asintió obediente y se alistó para volver a su casa. Una vez lista se acercó a Youngjae, pero este la rechazó ‒ no, mi aliento apesta y el tuyo también, mejor de lejitos – y le movió la mano en señal de despedida, a lo que ella respondió un poco desanimada. Así desapareció por la misma ventana por la que había llegado hace un par de horas atrás.

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Los hermanos Kim estaban impactados por los sonidos provenientes de la habitación de al lado. No hacía falta poner mucha atención para saber qué estaba sucediendo, pero habría sido más fácil no tener que enterarse de aquello. Beom trató de ignorarlo y mantener a su hermano pendiente de la conversación que había logrado entablar, pero sabía que si hablaba más fuerte los demás terminarían por enterarse de que desafortunadamente ellos también estaban despiertos y con los ojos muy abiertos; el silencio que reinaba por la noche en la montaña no era un buen aliado en esos momentos.

Jinyoung intentaba concentrarse en las palabras de su hermano. Hasta ese minuto había resumido sus encuentros con Cleo e intentó explicar lo que estaba sucediendo sin dejarse en evidencia, porque su orgullo se lo impedía; y vaya que tuvo razón al ocultar su confusión, porque habría sido aún más humillante confesar que realmente le gustaba la chica que en ese minuto se entregaba a alguien más. Era humillante y doloroso, demasiado para su gusto, tanto que se le hacía casi imposible contener las lágrimas que amenazaban con salir – soy un idiota – dijo de repente, dejando confundido a su hermano. Más aún cuando entre los sonidos ambientales logró distinguir un sonido lastimero, a la vez que Jinyoung se giraba dándole la espalda. Una vez más su hermano le estaba ocultando la verdad, pero él era lo suficientemente perspicaz como para entender todo lo que estaba sucediendo.

Salió de la cama de su hermano y volvió a las gélidas cobijas que había abandonado hace unas dos horas. Sabía que mantener el silencio solo intensificaría los sonidos ambientales, pero, a decir verdad, era bastante incómodo estar en la cama de su hermano escuchando algo parecido al porno. Definitivamente era mejor que cada uno estuviera en su propia cama.

En vano intentó conciliar el sueño. El silencio solo lograba que su oído se agudizara cada vez, tanto que a momentos le parecía estar en medio de aquellos lujuriosos sin respeto que le impedían dormir. Era casi imposible, Youngjae era demasiado escandaloso, a diferencia de su compañera de quien casi no oyó gemidos. Su primo lograba que tuviera una imagen detallada de lo que acontecía a escasos metros y lo peor era que cada jadeo y cada gemido apuntaban directamente a su entrepierna «Beom, duérmete, duérmete, duérmete»

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La comarca detenida en el tiempo [fanfic]Where stories live. Discover now