Capítulo 18

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-¡Capi!- le grita con sus fuerzas corriendo tras ella sintiendo las piernas temblar.

-¡No!- se gira deteniendola por completo.- Me canse de esto.

Y se marcha dejando igual de derrotada a la chica de mechones rosa resaltando en su pelo negro.

-Yo puedo. Yo puedo. Yo puedo.- Se repite- Todo va bien... Todo va bien.

Se recorcha en la pared intentando ver en que a fachado.

Tal vez no debería haberle dicho aquello.

Su corazón se aprieta haciendo que intente reprimir el nudo en su garganta impidiendo lo más que puede las ganas horribles de llorar que tenía en aquel momento de soledad.

-Adiós para siempre, supongo.- Hace una sonrisa forzada haciendo que su cara aparecieran una mueca de tristeza.

Ella suspira sintiendo sus ojos acuosos y sale corriendo al baño incapaz de soportar más estar fuera bajo todas esas miradas de lástima.

Saca su móvil y intenta llamar a su madre pero las manos le tiembla tanto que acaba borrando el contacto.

-No, no, no- intenta detener el temblor.- Mami te necesito.

Durante la próxima hora de clase intenta tranquilizarse hasta que pueda enfrentar al mundo una vez más sola.

Sale del baño y se sobresalta al encontrar un chico de grandes ojos que les recuerdan a unas castañas asadas.

Quiere correr hacía adentro, pero el chico le interrumpe su carrera desesperada.

-Quieta demonio.- la agarrar por la cintura y de forma automática su respiración empieza a fallar. Otra vez no.

Como opción desesperada empieza a patear intentando darle en el punto débil de todos los hombres. Las joyas de la corona.

-¡Suéltame!- en chico la baja y le hace mirar sus ojos castaños de una manera amigable.

-Calma.- se aleja un poco al ver a la chica destrozada.- No te hago nada. ¿Ves? Ahora estoy lejos de tu espacio personal.

-Solo déjame sola.- se encoje en una pared intentando que la tierra se la tragara.

-No puedo porque mis padres me enseñaron a ser un caballero con una dama en apuros.

-Bien por ti.- vuelve su actitud fría. La coraza que protege a su maltratado corazón infantil de promesas vacías.

-Y me parece que tú eres una.

-No.

-¿Entonces por que estas temblando como flan?- arquea una ceja.

-Por que estoy feliz- se lo inventa.

-Tus ojos dicen lo contrario- le señala sus ojos negros cual carbón.

-¿Si sabes los que son las lágrimas de felicidad?

-Me llamo Dylan.- le tiende la mano con una sonrisa agradable.

No ve los motivos para desconfiar de el. Se bueno. Pide. Por favor no me dejes. Tu no.

Aceptó su mano sellando su silenciosa nueva amistad.

~Bueno después de tanto tiempo sin actulizar este libro, supongo que ya era hora.

Y en este momento estoy muy orgullosa de lo rápido que cambia mi forma de escribir, no se, siento que de alguna maneta es más profesional y realista que antes.

También creo que voy a releer todo y cambiar un poquito la verguenza que me da algunas partes por lo exagerada que fuí.

Me despido, Vane. ~

436 palabras, todo un recor en esta historia. 

Rota tras la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora