18 Ataque al Shinsengumi

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Los siguientes días estuvieron llenos de sentimientos de tristeza, ira, desesperación y un gran dolor. Todo ello contribuyó a que las horas pasaran lentamente mientras no podía hacer otra cosa que pensar en todo lo que acababa de ocurrir en tan poco tiempo. El dispersamiento del Shinsengumi con la marcha de Harada y Shinpachi, la muerte de Kondo a mano de los Chosu, y la decisión de Okita en convertirse en un furia. ¿Cómo habíamos llegado a esa horrible situación?

La voz de Hijikata me llamó desde el otro lado de la puerta y como en otras ocasiones continué tumbada en el suelo mirando un punto fijo sin contestar.

-Chiharu_ su voz volvió a sonar en el exterior.

Desde que Okita se había bebido el Agua de la Vida, me había prohibido no solo salir del cuartel sino también ver a Souji y eso era algo que no podía llegar a perdonarle.

-¿Estás despierta?

Moví los ojos y centré la mirada en la puerta que permanecía quieta.

-Sé que no compartes mi posición en todo esto, pero ahora soy el único responsable de ti, ahora que no está..._ hizo una pausa.

Quizá no quería volver a nombrar la muerte de su compañero por el dolor que le ocasionaba.

-Seré sincero contigo_ su voz tomó un tono más grave_ Las cosas no pintan nada bien para el Shinsengumi en estos momentos, los Chosu nos están ganando terreno conforme hablo. Incluso aún utilizando a los furia hemos perdido varias batallas seguidas.

Al escuchar la palabra furia pensé de nuevo en Souji. ¿Le llevarían a él a la siguiente lucha? ¿Volvería a verle alguna vez o sería esa noche la última oportunidad de estar con él?

-Okita está bien_ dijo como si supiese lo que estaba pensando.

Al escuchar las "buenas" noticias levanté la cabeza del suelo y con ayuda de mis brazos medio dormidos me levanté del suelo.

-Al igual que todos aquellos quienes bebieron el Agua de la Vida, ha recuperado su salud de inmediato. Pero sabe lo que ha tenido que pagar a cambio.

Recordé el ataque del furia. Aquel hombre no era un humano, era alguien consumido por la sed de sangre y nada más. Y según las palabras de Hijikata eso formaba parte del futuro de Okita.

-Tomó la decisión siendo consciente de lo que le pasaría.

Hasta ese momento no me había dado cuenta de que había vuelto a llorar.

-Ni tú ni yo podemos hacer nada ahora por él ahora.

De nuevo se hizo un silencio sepulcral durante unos minutos.

-Debo marcharme con mi escuadrón hoy mismo para impedir que los rebeldes avancen todavía más.

¿Hijikata también se iba?

-Si el Shinsengumi cayera..._ dijo en un tono agraviado.

Se me erizó la piel.

-Espero que puedas encontrar la paz que ansías en tu interior y encuentres a tu padre.

Traté de ponerme en pie, pero mis piernas me fallaron y me arrastré gateando hasta la puerta sollozando. Pero para cuando llegué y pude correr la puerta el samurái ya había partido.

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(El Shinsengumi pierde una a una cada batalla con los Chosu, ya que ellos utilizan armas de fuego contra las armas tradicionales usadas por los samuráis, las katanas, Y no tienen nada con qué hacer frente a eso.

Las noticias sobre diferentes frentes caídos a manos de los Chosu, así como los rumores de la pérdida de la hegemonía del Shinsengumi se expanden por todo el territorio. Durante un corto periodo de tiempo hay varios desertores dentro de las filas del Shinsengumi dejando todavía más expuesto al cuartel si es posible. Lo que hace que sin Hijikata ni los comandantes de las otras divisiones, sea la oportunidad perfecta para los rebeldes para destruir los remanentes de la organización.

Así pues, un día los Chosu deciden atacar el mismo cuartel del Shinsengumi donde Chiharu y unas docenas de hombres se encuentran a merced de las armas rebeldes y un fuego que consume todos los edificios)

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Me alertaron los gritos de los muchachos. Los Chosu habían llegado hasta aquí para hacerse con el control del Shinsengumi o mejor dicho para terminar con todo aquello que hubiese formado parte del Shinsengumi ya fueran edificaciones o los mismos samuráis que trabajaban en él. Con fuego quemando todo a tu paso y armas disparando a todo aquel a quien se encontraban estaban borrando de la existencia el Shinsengumi dejando un río de sangre y cenizas a su paso.

Salí de mi habitación antes de que el fuego la consumiera tapándome la nariz y la boca para respirar el mínimo posible de humo y agachada conseguí salir esquivando a algunos rebeldes que luchaban contra miembros del Shinsengumi. Una vez salí al patio interior vi una pila de cuerpos algunos de ellos todavía sangrando profusamente sin vida en el suelo con heridas de bala.

-¡...!_ me tapé la boca.

A pesar de mis esfuerzos para no llamar la atención cinco rebeldes salieron en ese momento y me vieron.

-¿Todavía quedan cachorros de los lobos de Mibu?

Saqué mi kodachi aún sabiendo que no sería capaz de acabar con todos ellos.

-¡No os acerquéis!_ exclamé.

Sus caras sedientas de sangre cambiaron su expresión.

-¿Una mujer?_ dijo uno.

-No puede ser.

Otro dio un paso escrudiñando mi rostro.

-¿Serán ciertos los rumores?

Miré desconcertada a cada uno de ellos en busca de la respuesta a esos supuestos rumores.

-¡Eh, tú! ¿Conoces a Richard Enfield?

Al Volver a escuchar su nombre casi se me resbaló la empuñadura de la mano.

-¿Sabéis donde está?

Uno de ellos sonrió.

-Richard desapareció cuando nos debía un gran favor.

Su compañero me apuntó con la pistola.

-Los rumores decían que su hija había desembarcado en Japón buscándole.

Se me hizo un nudo en la garganta.

-No hay duda de que nos hemos topado con el premio gordo, muchachos.

Los cinco caminaron hacia mí sonriendo maliciosamente.

-Tú, puedes sernos útil hasta que le encontremos.

Miré a mi alrededor y decidí que lo más elocuente era salir de allí y refugiarme en el bosque. Corrí con todas las energías que me quedaban mientras evitaba pensar en que iba a morir.

-¡No dejéis que escape!

Esquivé a toda velocidad los árboles durante un largo rato que se me hizo eterno, algunos de los rebeldes intentaron hacer blanco disparándome desde la lejanía fallando, mientras yo seguía corriendo sin rumbo en busca de algún tipo de milagro que me sacase de esta situación mortal. Pero no había nadie conmigo, estaba sola.

-¡PUN!

Sentí un gran dolor en el costado, el aire de mis pulmones salió de golpe, pero al intentar respirar me costaba volver a llenarlos. Continué corriendo como pude y de pronto sentí varias balas más atravesando mi espalda y mi brazo izquierdo. Aquellos hombres no tenían ni conocían ningún tipo de piedad.

-¡AH!

Me obligué a mirar hacia el frente y continuar adelante no podía morir allí. Todavía no. Aún tenía que resolver cosas antes de morir.

-No...

Había llegado a un terraplén y no podía continuar, fue entonces cuando miré hacia atrás, estaba acorralada.

-Eres nuestra, pequeña_ dijo uno de ellos apuntándome.

Guardé la kodachi y alcé las manos mientras daba pequeños pasos hacia atrás hasta que de pronto el suelo bajo mis pies cedió y caí por el terraplén varios cientos de metros.

Hakuouki Oc x Okita o Kazama COMPLETOWhere stories live. Discover now