⁰⁷

3.8K 360 290
                                    

—Narra Carrera

No podía creer lo que había escuchado. Quiso decir que ella era más importante que yo. Además, ¿Se atrevió a decir siquiera su nombre? No digo que haya estado prohibido, sino más bien, ¿Por qué?

—No, no, no, ¿Por qué?—Caminé hacia él algo rápido.

—Tengo que arreglar el tema, ¿Sí? Necesito que te calmés un poco.

Negué repetidas veces: —No, Iván. No podés—Asintió safándose de mi agarre—¡Hace unas horas saliste del hospital por culpa de ella! ¿Ahora querés volver?

Me agarró de las muñecas suavemente cuando quise detenerlo.

—No me va a pasar nada, ¿Si? Confiá en mí al menos.

Fruncí el ceño obstruyendo el paso hacia la puerta.

—¡Confié en que no te meterías en problemas esos cuatro días! ¿Te diste cuenta de que casi te mata? ¿Estás ciego o querés morirte?—Alzó las manos hasta su pecho.

—No voy a meterme en problemas, Carrera. Sólo necesito arreglar algo.

Nos miramos unos segundos y calmé mis expresiones.

—Voy con vos.

════ メ ════

Subí un poco las piernas al asiento del auto mientras pasaba los archivos en mi mano.

—¿Cómo supiste de esto?—Le pregunté mientras leía un poco sobre el artículo de drogas.

—Google.

Me había olvidado de que tenía el frasquito de Escopolamina en mi buzo. Cuando limpiamos la casa con Tomás, yo había dejado el buzo en la silla de Iván.

Y él tenía la curiosidad de saber qué le había hecho estar inconsciente unas horas. Eso fue lo que le incentivó a buscar información, seguramente.

—Pero, digo—Chasqueé la lengua y lo miré—¿Qué se le puede hacer?

Me miró de reojo: —Es una droga ilegal en Argentina. O sea, sólo se puede comprar por uso medicinal pero bajo la autorización confirmada en alguna licencia—Hizo una pausa doblando en una esquina—Que sepa nunca le interesó la medicina. Sus amigos son unos par de vagos que se la pasan durmiendo en el sillón de su casa. Y ella.. bueno, no quiero saber ni cómo está ahora.

Asentí y seguí revisando los papeles.

—¿Y eso?—le pregunté. Lo escuché tomar aire.

—Eso significa que no hay otra forma de que haya conseguido la droga, a menos de que la haya obtenido ilegalmente.

Asentí y me acomodé: —Sí. Ya sé. Pero, ¿Cuál es tu objet-? O sea me refiero a qué tiene que ver.

Suspiró: —Que podemos demandarla por el uso de sustancias ilegales y por, incluso, haber drogado a alguien sin su consentimiento.

No lo había pensado. Y tenía toda la razón. De hecho le estábamos haciendo un favor al mundo, ¿No? Definitivamente Sofía estaba loca.

—Que buena idea, amigo. Sos un genio—. Le sonreí e hizo lo mismo.

Frenamos en una parte un poco alejada de la ciudad. De hecho, nunca la había visto en mi vida. Eran unos pequeños apartamentos algo descuidados. Podría ser utilizado como un escenario de terror sin ningún efecto especial.

𝗜.𝗪.𝗔.𝗕.𝗬 Where stories live. Discover now