↳ It Will Always be You ↲

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Me acomodé un poco el traje oscuro que traía puesto. Me froté las manos un poco antes de mirar por la ventana. El cielo parecía estar acorde al momento. Con algunas nubes rellenas y teñidas en gris, sin ningún rayo de sol y con una amenaza de lluvia, había llegado el día.

Me puse los zapatos y me levanté de la silla; caminando hacia la puerta. Escuchaba el sonido retumbante de la gente por detrás de las paredes. Las llantas de los autos salpicando el agua junto al cordón de la calle, también perros ladrando de esquina a esquina, y música que por lo general los vecinos ponían a cierta hora del día. Todo sonido que era capaz de escuchar, por más que intentaba no hacerlo, lo ignoraba.

Últimamente podía escuchar todo sin prestarle atención. Algo que me iba haciendo peor con el pasar del tiempo. Me acostumbré a ignorar todo, aunque a veces el cuerpo actúe por naturaleza y obedezca a ciertas cosas, parecía como si la mente estuviera desconectada.

Y así de desconectada estuvo durante todo el camino a ese lugar. Escuchaba todo, una señal pero que a la larga tenía malas líneas de conexión; recibía sonidos pero los rechazaba levemente. Aunque me costaba escuchar, siempre debía hacerlo. Porque sino me trataría como un egoísta durante toda mi vida. Así que eso hice: escuché.

Las palabras que el pastor relataba mientras que yo miraba atentamente el césped, tal vez sería menos doloroso si no tendría que ser yo quien tuvo la culpa de todo, así también tendría el valor de mirar hacia el hombre y no a otro lado ignorando estúpidamente todas las miradas posadas en mí.

Y eso me hacía sentir aún peor.

Con unas flores amarillas, ya que representaban la felicidad, y eso me hacía sentir él; feliz. Las dejé ahí, y quedé viendo un rato más esas flores. Luego de unos segundos me decidí por sentarme en el piso, mojado y sucio. Ya algunas gotas para ese punto habían comenzado a caer y mojaron toda mi ropa. Sentí unas palmadas en mi hombro, les resté importancia, y lloré. Aunque las lágrimas se mezclaban con la lluvia, sentía tanto dolor que descartaba incluso el agua hacer contacto con mi piel.

Puse ambas manos a los lados de mi frente. No podía explicarlo. Era el sentimiento de angustia combinado con la culpa. Era querer llorar a más no poder y así expresar dolor sin decir palabra alguna. Entonces de eso se trataba. Durante las dos semanas que habían pasado desde que desperté en el hospital, no me había atrevido a soltar ninguna palabra. La razón misma por la que había sugerido quedarme un par de días más ahí, mandándole un mensaje a Tomás para que le explicara al médico. Algo que según ellos fue para mi favor, ya que el corte en mi brazo había sido algo profundo.

Y sí fue para mi favor. Aunque devastador. Porque no tenía ánimos de ver a nadie y eso me hacía sentir cada vez peor. Pero como siempre iba a llegar el día en que tenga que decir algo o ver a alguien. Hoy, cuando tenía al fin las palabras querer salir de mi garganta, o gritar por ni siquiera despedirme formalmente.

Resumiendo: estaba rompiéndome ante una piedra y un cajón de madera.

-A lo mejor allá la pases mejor que acá-. Comencé a decir, estirando una mano hasta tocar la madera. Una sensación de dolor; como una herida por alguna quemadura, invadió mi mano a penas había tocado el cajón, aun así no quise quitarla-Perdón. No sabés cuánto.. daría todo por volverte a ver. Tu falta de compañía me está empezando a hacer mal-Sonreí débilmente, sorbiéndome la nariz-Perdón.

El agua sobre mí dejó de caer, no me moví al saber que tenía un paraguas arriba mío. Sabía bien a quién pertenecía.

-Me alegra volver a escucharte, ya me había cansado un poco de comunicarnos por mensajes.

Me reí despacio, y después agarré la mano que Tomás me había tendido. Pero aunque me había levantado, evité mirarlo. Volví a sentir las mismas ganas de llorar a penas él puso unas de sus manos en mi espalda.

-No te culpés de nada, porque no va a servir-. Lo escuché decir pasados unos segundos. Fue la primera vez en días que lo miré. Y por acto de naturaleza, lo abracé. Porque también fue inexplicable la sensación vacía que tuve cuando decidí no recibir el consuelo de nadie. Como si creyera que superaría todo yo sólo.

Finalmente, miré las flores, el cajón, y la piedra. Mentalmente me despedí y perdoné repetidas veces. Pero ya se trataban de semanas, y aunque una muerte no se supera en tan poco tiempo, al menos podía dejar de sentirme una mierda por esto.

Pero me faltaba una cosa.

Saqué del bolsillo del traje, algo de lo que estaba seguro que si miraba, iba a llorar aún más. Pero tuve que hacerlo igual.

Un pequeño cuadro con las fotos que él y yo alguna vez nos sacamos con la cámara instantánea, adjunto a una pequeña nota detrás de la foto, sólo se podía quitar si desarmabas el cuadro. Así que lo dejé ahí. Arriba del cajón, junto a las flores amarillas y otras más que los demás habían dejado.

Sonreí antes de alejarme completamente. Lejos, algo feliz por al menos dar unos pasos en semanas. Estaba seguro de que lo extrañaría. Y que también podía llegar a tener episodios en donde sólo hayan recuerdos y me niegue a salir de casa. Pero entendí que esas cosas pasaban, y así también destrozaban. Todo era parte de la vida. Un ciclo repetitivo al cual nunca nos terminamos de acostumbrar.

Rodrigo Ezequiel Carrera
2000 - 2021
Hijo, hermano, y amigo.

Siempre vas a ser vos.

𝗜.𝗪.𝗔.𝗕.𝗬 Where stories live. Discover now